El 2018 fue uno de los peores años para el engorde a corral, porque debido a los altos precios del maíz y otros factores las pérdidas promedio rondaron los 2.500 pesos por animal terminado tras los tres meses de engorde. Este año la carne subió fuerte y la ecuación cambio, pero todavía se sienten los efectos de aquel mal momento. “Los corrales se muestran con una ocupación del 61%, 13 puntos por debajo en relación al 2018”, sostiene el último informe de la Cámara Argentina de Feed Lot (CAF).
No es que no haya oferta de invernada, terneros hay. Lo que sucede es que hay poco capital de trabajo y financiación, y por eso los feedlots andan con cautela y se están dando pocos encierres.
No obstante esta coyuntura, el dato es que la cuenta de los engordadores ahora da, porque mejoró el precio del gordo (el novillo listo para el mercado) y los del grano de maíz se tranquilizaron. Hoy se calcula un promedio de 1.500 pesos de renta por animal terminado.
Sin embargo, los problemas de la macro golpean a la actividad engordadora y potencian los problemas sectoriales. Sobre todo porque la alta inflación reduce el poder de compra de la carne del asalariado y a la vez incrementa los costos fijos de la actividad.
Según Juan Carlos Eiras, titular de la CAF, la participación de los costos de estructura se elevó de 15% a 30% en la composición total, y eso se debe a los aumentos principalmente energéticos (electricidad y gasoil) y salarios.
Además, no hay financiación posible por las altas tasas que superan por mucho a la inflación y a la recomposición de ingresos en cualquier actividad . Esto limita las inversiones y en el caso del feedlot todo se complica más, ya que quedó diezmado de capital de trabajo por las pérdidas que hubo el año pasado.
Por eso este año los encierres son menores aun cuando las condiciones son favorables. “Hay buen ternero, buena oferta y con estado corporal porque el criador tuvo lluvias y forraje en cantidad. También hay mucho maíz. Sin embargo los encierres son menores por la pérdida de capital de trabajo y de financiación”, explicó Eiras.
El directivo agregó que al inicio de mayo, el encierre en los socios de la entidad era del 61% de la capacidad instalada, 13 puntos porcentuales menos que en igual mes del 2018. Y es que ahora ganan plata en vez de perderla.
Hay rentabilidad y eso lleva tranquilidad a los engordadores. “Un ternero gordo está dejando en promedio 1.500 pesos”, dicen en el rubro, y aclaran que esa ganancia es previa a la contabilización del costo del dinero. Esa renta es posible por la importante recomposición de precios de la hacienda y de la carne. Entre fines de diciembre y fines de febrero, el faltante de animales terminados elevó las cotizaciones 45% y en la comparación interanual tomando como referencia los valores de los primeros quince días de mayo la suba fue de 75%.
Pese a que el resultado del primer encierre del año es positivo, y a que la menor oferta de feedlot ayudaría a sostener los valores, hay cierto temor por lo que pueda pasar con las cotizaciones cuando, a partir de junio/julio, crezca la disponibilidad de ganado liviano para la faena, teniendo en cuenta que el consumo interno le puso un freno a la suba de la carne. Los precios del alimento en abril se incrementó sólo 0,5%, lo que impacta en las cotizaciones ganaderas que se estancaron desde inicios de marzo, cuando la inflación acumulada suma casi 15%.
Comentarios 1