De acuerdo con los datos publicados por Senasa, en enero pasado ingresaron a los feedlots 309.212 vacunos, muy poco si se lo compara con los registros previos.
En enero del año pasado, cuando la seca apretaba, los corrales de engorde intensivo recibieron 365.600 vacunos. La caída respecto de ese mes es de 15%. En tanto, en diciembre de 2023 se encerraron 353.480 animales, y en esta comparación la baja fue de 12%.
Mientras tanto, la salida de hacienda rumbo a los frigoríficos fue mucho mayor. En enero se despacharon 408.000 vacunos a las plantas de faena, es decir un 32% más de los animales que ingresaron.
En enero, el índice de reposición de los feedlot informado por Senasa cayó a 0,78 y en lo que va de enero es de solo 0,5 a 1.
Por eso las existencias bovinas dentro de los corrales se redujeron a 1,59 millones de animales, un 25% menos que en los meses de más actividad de 2023. Hubo meses del año pasado en los que ingresaron más de 500 mil vacunos al sistema.
La hacienda que ofrecen los feedlots es sobre todo ganado liviano cuya carne termina en el mercado local, que actualmente tiene serias dificultades para pagar por ese alimento.
La reducción en la salida de animales livianos de los corrales es propia de la época del año, pero también anticipa una posible suba del precio del ganado que el mercado está esperando tras el fallido intento de diciembre.
A mediados de ese mes, tras la asunción de Javier Milei y anticipando la fuerte devaluación, los valores subieron significativamente para chocar de trompa a los pocos días contra un consumo interno, el gran cliente del negocio, que cada vez está más empobrecido y no pudo hacer frente a estos incrementos.
Al faltante de los feedlots se suma que todavía no arrancó la zafra de terneros y que quienes hagan los engordes más cortos recién para mediados de año tendrán ganado para vender. El resto de productores que hace recría y luego la terminación en el mejor de los casos, venderá esa hacienda en la primavera. Vamos a un primer semestre de poco ganado para la faena.
En el sector creen que para marzo, y con el regreso de la gente de las vacaciones, la mayor demanda de carne pondría en evidencia un faltante que será mayor al que hoy se ve en el mercado. Eso dispararía los precios de la hacienda en mayor medida y luego, al menos algo de ese incremento, se trasladaría a la carne.
Teniendo en cuenta la vulnerabilidad del consumidor argentino hay que ver cómo se reacomodan los tantos, es decir, quien reduce márgenes en el negocio. Hasta ahora lo vino haciendo el comercio minorista.
Al carnicero que opera en la formalidad le es casi imposible trabajar y eso deriva es más comercio por el otro canal, el negro o informal, y al mismo tiempo la concentración en supermercados y cadenas de carnicerías en los sectores urbanos de más poder adquisitivo.
También es probable que matarifes primero y frigoríficos con faena propia después deban hacer el ajuste, y eso se da en un contexto de ingresos nulos por los subproductos que lleva al cobro del servicio de faena.
Como si fuera poco, la desregulación de los combustibles impulsada por el gobierno aumento el costo de este insumo esencial para el reparto de carne, siendo otro dato que ajustará el margen de los frigoríficos y faenadores.