Fabián Gamba es un agrónomo que tiene su empresa consultora especializada en el monitoreo de cultivos en el centro-norte de la provincia de Santa Fe. Cerca de la localidad de Rafaela asesora varios campos agrícolas, una actividad que alterna con la coordinación de la Red de Manejo Integrado de plagas de AAPPCE (Asociación Argentina de Protección Profesional de Cultivos Extensivos). Gracias a esa red, los miembros de la asociación tienen la posibilidad de seguir de cerca la evolución de la chicharrita del maíz, de forma simultánea, en distintas partes del país.
Sin embargo, la premura de Gamba y sus colegas de la red, es contener lo mas rápido posible el impacto del insecto vector de la Spiroplasma, por los graves daños que esta enfermedad provoca en el país. Por eso, aunque reconoce el valor de los relevamientos en el terreno, también siente una fuerte sensación de impotencia, al no poder darle una solución definitiva al productor y no haber previsto el avance arrollador de la plaga en la campaña 2023/24, que ya está finalizando.
“Estamos muy descolocados, apenas el impacto empezó a notarse. ahora estamos en el período de incertidumbre y buscando aprender y desaprender. Esto es disruptivo”, indicó.
“Desde mi percepción, esta situación es muy similar a cuando apareció la pandemia de COVID. En aquel momento los profesionales de la salud tenían varios libritos de distintos médicos hasta que llegaron a un consenso generalizado de cómo resolver la situación. Nosotros con la chicharrita estamos en ese camino, en el aprender, en tratar de buscar situaciones de países como Brasil, como Paraguay, que son endémicos y a partir de ahí adaptar un poco a la situación de Argentina, que es bastante más compleja”, dijo el agrónomo a Bichos de Campo.
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Mientras tanto, desde la red interna de AAPPCE y en conjunto luego con otras entidades y organismos se van procesando los datos con el objetivo de elaborar una estrategia de contención del vector de cara a la campaña venidera. “Vamos a generar un protocolo aprovechando el alcance territorial que tiene la asociación con sus sus profesionales para ver justamente cuál es el alcance territorial que tiene el vector, pero más asociado a las enfermedades que transmite”, explicó Gamba.
En este sentido el especialista contó que la novedad no es la aparición del insecto sino su propagación en las zonas productivas del centro norte del país, donde ha sido más fuerte el impacto. “Estuvimos repasando una variable que yo creo que es clave: las fechas de siembra en las distintas zonas agroecológicas y cómo en la medida que fue pasando la fecha de siembra, la incidencia, la severidad de los cultivos y el daño fue mayor”, detalló.
-Dijiste que la situación de Argentina frente a la chicharrita del maíz es mucho más compleja que en otros países. ¿Por qué?
–Es más compleja porque ellos tienen otra zona agroecológica. Ellos tienen un sistema mucho más intensivo de tratamiento de aplicaciones de insecticida en el cultivo de maíz, sobre todo en la parte vegetativa. Y aparte, la situación argentina para el maíz, si uno se plantearía este hacer aplicaciones sucesivas todas las semanas para controlar el vector desde lo económico, no sería factible, pero además desde lo logístico. No tenemos esa capacidad de pulverización. Hay otras cuestiones acá que tendríamos que adaptarlas.
-Entonces no hay que copiar la experiencia brasileña…
-Es así. Ellos ya han aprendido y nosotros estamos tomando la experiencia y adaptándola a nuestra zona. Estamos trabajando justamente ahora por grupos, que se han dividido por zonas agroecológicas, para alguna manera definir el top five de medidas de manejo para cada zona. En esa medida están trabajando ahora los grupos para ver si tenemos una primera aproximación a cada región agroecológica y si se presenta la problemática, lo estaríamos resolviendo.
-¿Si embargo entre los asesores y miembros de AAPPCE hay un consenso de seguir haciendo maíz a pesar de esta situación?
–Sí, en realidad uno sabía que el productor en pleno problema lo considera un riesgo económico y productivo muy alto, con lo cual la negación sería lógica, porque sembrar maíz es muy caro. Pero nosotros como asesores empezamos a ser más cautelosos y en medio de la situación de incertidumbre vimos que era importante tener en cuenta la fecha de siembra en cada zona agroecológica, donde se va a sembrar maíz. pues los datos nos dan casi un 75% de que el maíz de primera se va a hacer. Después es ir viendo lo que va pasando con el transcurrir del tiempo con el maíz tardío que había empezado posicionarse sobre todo la zona centro hacia el norte, como una de las alternativas en la rotación de cultivos.
-¿Crees que en medio de este escenario hay una especie de reivindicación de la agronomía?
–En ese camino estamos. Hoy ya con más datos, con mayor análisis del dato que brinda el socio estamos encontrando de alguna manera la forma de manejar el cultivo de maíz y que no desaparezca, porque además es una utopía pensar eh en Argentina sin producción de maíz o en la rotación de productores, con todas las ventajas que tiene y las bondades que tiene el maíz dentro de una rotación.
En base a este razonamiento, Gamba insistió que antes de comenzar la siembra, los agrónomos estarán en condiciones de ofrecerle al productor, al menos, una batería de recomendaciones para un mejor manejo.
“La visión es ser muy cautelosos. Obviamente que va a haber errores en esta primera campaña y el tiempo nos va a ir proporcionando la información de manejo adecuada para cada zona, porque vuelvo a decir, esto es algo que nos ha sorprendido. Pero pensamos en un manejo cultural que sería con la eliminación del maíz guacho. Sabemos que eso es una cuestión cultural y que no se cumple completamente. Por el lado de las estrategias químicas, sería aplicar cuando hace falta, de acuerdo a las condiciones ambientales en función de lograr un manejo integrado”, enfatizó.