En la provincia de Tucumán, hace 114 años se investiga sobre plagas y enfermedades agrícolas en la Estación Experimental Agropecuaria Obispo de Colombres, la más longeva del país. Allí trabaja Alejandro Vera, entomólogo que lidera un equipo especializado en investigar el comportamiento de los insectos que impactan en la actividad agrícola, principalmente en los cultivos extensivos.
Con años de experiencia en Dalbulus maidis, el investigador habla de la chicharrita con total naturalidad y es escuchado por decenas de ingenieros agrónomos que se confiesan desconcertados. La plaga avanzó en la campaña 2023/24 desde el norte hacia al región núcleo y se llevó puestas 12 millones de toneladas de maíz. Pero para Ver es una vieja conocida: se trata de un insecto vector que monitorea hace mucho tiempo.
“La famosa chicharrita del maíz es una plaga que siempre estuvo presente y se vienen estudiando hace más de 30 años. Sin embargo, se convirtió en una plaga nacional. La chicharrita estaba confinada a lo que era el NEA y ocasionalmente la veíamos en la zona centro o en la zona núcleo. Hoy está presente hasta Chubut. Era una plaga secundaria del maíz de no mucha relevancia. Pero este año la catapultó a ser la más importante en Argentina. El hecho de ser un vector de enfermedades hace que hoy sea una cuestión de Estado y que toda la Argentina esté pendiente de la chicharrita”, comentó Vera a Bichos de Campo en el marco de un encuentro de la Asociación Argentina de Protección Profesional de Cultivos Extensivos (AAPPCE).
Mirá la entrevista completa a Alejandro Vera:
Tomando como base su propio conocimiento y la experiencia de Brasil -un país donde el insecto es casi endémico-, Vera se atreve afirmar que para erradicar este insecto de las principales zonas agrícolas “no hay recetas mágicas”, sino que la solución depende de múltiples factores.
“Lastimosamente no se ve una solución cortoplacista. Por lo menos se visualiza que si nos apoyamos en la parte genética del maíz, quizás en tres años podamos tener algún material que sea tolerante. A priori lo que vemos es que es una mesa de muchas patas y necesitamos ir hacia un manejo integrado de plagas”, señaló.
Al respecto continuó explicando. “Necesitamos monitorear para saber cuál es su dinámica poblacional. Necesitamos saber cuántas chicharritas están enfermas en diferentes momentos del año cuando está implantado el maíz y cuando no está el cultivo. Necesitamos saber que las herramientas químicas sería la cúspide de la pirámide, sería lo que de alguna manera vemos controles que de alguna medida en algunos puntos son erráticos, que en otros son contundentes. Pero no me tendría que solamente apoyar en eso. Entonces nos desafía verdaderamente a utilizar muchas herramientas. La solución no está en una sola. La solución es importante que la apoyemos en varias”.
-En Brasil están más acostumbrados a la chicharrita ya que tienen una agricultura más tropical y usan mucho agroquímicos. ¿Argentina no podría hacer lo mismo?
–El modelo de Brasil es importante tomarlo en consideración, pero no es aplicable en lo que es Argentina por múltiples factores. Lo importante que tienen ellos y que a nosotros si nos sirve de alguna manera, no es la cantidad de aplicaciones sino las dosis. Nos dimos cuenta que las dosis que teníamos registrados de productos no eran suficiente. Entonces nos desafió a que los semilleros, las empresas, las instituciones en Argentina que regulan toda la parte de insecticida, tengan que hacer un incremento de dosis.
-¿Hay que concentrarse en combatir la chicharrita o podemos buscar otros remedios?
-Hay que tener una visión holística en esto. Todas las cuestiones de manejo que estuvimos practicando hasta las campaña pasada, hay que tratar de dar una vuelta de rosca y hacer algo diferente. Por decirte, en nutrición empezamos a entender que una planta bien nutrida se va a enfermar, pero va a poder transitar la progresión de la enfermedad de una manera más digna. Después tendremos que desarrollar una estrategia de cómo combatir la chicharra.
-¿Cómo empezarías?
-Lógicamente el vector solamente se alimenta del maíz, entonces necesita el maíz para alimentarse y para reproducirse. Si yo corto ese cultivo, que en el caso de invierno sucede con los maíces guachos, le estoy imposibilitando que pueda alimentarse y que pueda reproducirse. Entonces tengo que poner en consideración también esa estrategia.
Además de estas herramientas, Vera hace énfasis en el manejo localizado. “Nos tenemos que apoyar en el manejo regional. No es suficiente lo que yo haga en forma individual. Necesito sumar esfuerzos de todo lo que es mi zona. No es suficiente que yo controle o tome acciones de manejo, por ejemplo de maíz voluntario guacho, si el vecino no lo va a hacer. Entonces nos tenemos que unir en el agro, es la única manera de superar esta problemática. Después vamos a agregar herramientas como el genotipo del maíz, como el tratamiento de semilla o el foliar. Entonces ahí vamos a poder garantizar de alguna manera el éxito. Pero la base de esta pirámide es regional y es erradicación de maíz guacho”, indicó el especialista.|