Con 1.600 productores, la actividad en el “macizo citrícola” -ubicado en el departamento de Federación, Entre Ríos-, es el motor económico de la región. Ahora, después de muchos años de trabajar a pérdida (como cuentan los productores), los precios empezaron a ser más razonables: de los 10 pesos el kilo de naranja puesto en el Mercado Central que les pagaban hasta hace unos meses ahora pasaron a 30. Un número que si bien no los “salva” les permite dejar de perder.
“Nuestro producto siempre dependió de la oferta y la demanda y estuvimos mucho tiempo trabajando a pérdida porque no hay un precio de mercado; cuando falta fruta, el precio sube. Pero si no, baja muchísimo hasta precios irrisorios”, dice Exequiel Tisocco, tercera generación de productores de citrus en Chajarí.
“Ahora la cosa está mejorando por dos motivos, porque en este momento hay menos fruta (no estamos en época de campaña) y además ha aumentado el consumo debido a la necesidad de la gente de tomar vitamina C por todo este tema de la pandemia”, agrega.
El 65% de la producción del macizo citrícola va a mercado interno para consumo en fresco; el 20-25% a la industria de jugos y el resto a exportación. El 45% de la producción es de mandarina, el 50% de naranja y el 5% restante se reparte entre limón y pomelo. “El 80% de la superficie de nuestro municipio está dedicada a la citricultura y genera 3.000 puestos de trabajo”, grafica Carlos Dalzotto, secretario de Gobierno de Santa Ana. Así que, todo “impulso” al sector es una buena noticia.
“Si en un mes y medio, que estaremos en plena campaña, el consumo se estanca, el precio va a bajar. Pero si el consumo aumenta, los precios se van a mantener”, reflexiona Tisocco. “Cuando fue lo de la gripe A que se promovió el consumo de cítricos también logramos buenos precios”, compara.
“En 2019 el precio estuvo muy bajo y dejó muy poca rentabilidad y hubo poca demanda, pero hoy con lo del coronavirus esto está cambiando porque la gente empezó a consumir más cítricos, hay que ver si se mantiene”, dice Gonzalo Lovatto, también tercera generación de citricultores y con 38 hectáreas en producción. “Ahora está todo parado por la cuarentena… Veremos qué pasa cuando termine porque el consumo puede volver a caer porque no hay plata”.
Por su lado Lucas Piana, que tiene 43 hectáreas de mandarina y naranja y 400 plantas de limón, dice: “Hoy el limón anda muy bien de nuevo, pero uno nunca sabe qué va a pasar por eso vamos despacio. Producimos mandarinas variedad Nova que es ideal para exportar porque tienen cáscara firme y soporta bien el tiempo de traslado. Mis cítricos van a Filipinas, Canadá, Rusia, Brasil y Estados Unidos. Ahora el mercado interno parece estar repuntando, pero la situación sigue siendo difícil porque los insumos mantienen precios caros”.
Según Diego Panozzo Mela, de Colonia La Fraternidad y con 47 hectáreas en producción, el valor está mejorando un poco pero también porque la naranja de verano o variedades tardías ya se están terminando y por eso los números se levantan. “No estamos tan tirados como el año pasado”, describe. “Creo que este año va a ser mejor con un precio más estable. Eso sí, los costos siguen altos, así que si nos bajan los números de nuevo caemos en apenas poder sobrellevar la situación. Si te pagan 1.500 pesos el bin, ya la cosa no anda, ni cubrimos los costos”.
“Vendemos las naranjas al mercado interno pero también nos interesa exportar. Acá se da bien la naranja Valencia Late que aguante mejor en la planta hasta febrero, que es cuando hay menos naranjas en el mercado y sube el valor”, cuentan Ismael y Ariel Roncaglia, padre e hijo dedicados a la citricultura. “Lo que nos pasa es que acá, en Colonia Freitas, tenemos menos rindes que las otras zonas citrícolas debido a que los suelos son más densos y arcillosos, y a que hay más heladas pero a la vez lo bueno es que hay menos chacras y entonces menos contagio de pestes, así que también tiene sus ventajas”.
Daniel Calgaro era citricultor hasta que una gran helada le estropeó toda su producción y no pudo repuntar. Dice que extraña ser productor pero, mientras tanto, se ocupa de apoyar a los que siguen en el campo con su cargo de presidente de la cooperativa Procitrus: “Estamos armando un galpón de empaque colectivo que nos permitirá organizarnos diariamente, tener mayor capacidad de trabajo con responsabilidades compartidas y tener maquinaria mejor que nos permita hacer el proceso completo: toda la fruta saldrá encerada (por estética y por protección) y el galpón estará habilitado para exportación”.
En resumen, la citricultura parece estar repuntando en parte “gracias” al coronavirus y a que la gente siente que consumiendo vitamina C tiene más chances de permanecer sana. Algo similar a lo que ocurrió con la gripe aviar, cuando el sector vivió otro buen momento. Hoy, aún en medio de esta “primavera de precios”, la duda es qué pasará luego de la cuarentena, con los bolsillos deprimidos por la falta de ingresos y los costos de los insumos que no son muy solidarios con los vaivenes económicos.