Este es el caso de un productor cuyo establecimiento agropecuario está situado en General Pinto, Buenos Aires. Javier, como muchos productores, llegó a Grupo Cencerro con un gran desconocimiento de lo importante que es la gestión a la hora de tomar decisiones como empresario.
Además de no poseer una gestión económica financiera ordenada, es decir trabajar con presupuestos y flujos evaluando la rentabilidad de cada unidad de negocio de su empresa para saber “al dedillo” si gana o pierde dinero, este productor vive lejos de su establecimiento, situación que lo obliga a no estar diariamente en las instalaciones. Dato no menor, Javier tomó la decisión de mejorar sus números para administrar se negocio más fácilmente desde la ciudad donde vive.
“En este campo las cosas siempre se hicieron así”… Si bien no es una frase que alguien le haya dicho alguna vez así textualmente, era la concepción que Javier tenía en su cabeza sobre muchas decisiones (y omisiones?) en su empresa familiar dedicada a la explotación agropecuaria. Las rotaciones, el manejo de los cultivos, la forma de comprar y vender, las remuneraciones al personal y otras cuestiones parecían no poder romper una inercia de más de 30 años.
En los últimos años, los tiempos evidentemente han cambiado y el sector tuvo la oportunidad de tecnificarse incorporando tecnología de insumos y procesos. Algo de eso había logrado penetrar las tranqueras de los establecimientos mixtos que trabajaba la empresa de su padre y que desde hace dos años tenía bajo su mando luego de iniciar el tan demorado traspaso generacional.
Pero había un tema que a Javier lo desvelaba. Si bien el mayor potencial de la empresa se expresaba en su negocio agrícola y la capacidad de producir trigo, maíz y soja, el feedlot siempre le llamó la atención. Religiosamente, cada animal que salía para venta, debía pasar por el corral para lograr una terminación adecuada (y muchas veces excesiva).
Esto no respondía a una cuestión comercial o pedido de los frigoríficos, sino simplemente a un gusto personal del mayordomo de la estancia que con orgullo miraba subir esos novillos y vacas super terminados a los camiones jaula. Lo que a Javier lo interpelaba era la decisión unilateral de incorporar kilos a animales sin evaluar la coyuntura del negocio, solo por costumbre. ¿Les suena conocido?
En definitiva, lo que atormentaba a Javier no era el sistema de recría elegido sino la falta del análisis previo a la toma de decisiones.
Si bien la empresa había adoptado alguna nueva tecnología en los últimos años, lejos estaba de medir la gestión económica de las decisiones que se tomaban. ¿La cría ganaba dinero? ¿El feedlot era rentable? ¿En qué época era más conveniente recriar y/o terminar un animal?
Después de las suficientes horas de camioneta atravesando los caminos rurales, Javier se convenció de que, por lo menos para él, analizar el número de esa práctica cuyos costos estaban en dólares e ingresos en pesos era sumamente importante.
El análisis de la recría y terminación: El esquema que Javier debía analizar contemplaba una recría de los animales recién destetados sobre verdeo de avena. La carga por hectárea era de 3.5 cabezas con un ADPV de 750 gramos durante 120 días, para luego terminarse a corral con maíz por 45 días ganando 1.2 kilos diarios.
Logró identificar que la rentabilidad económica de todo el ciclo era del 14.10% y el margen por hectárea, sin contemplar el costo de oportunidad de la tierra, superaba los 300 dólares.
Volcando estos datos en un flujo de fondos, quiso entender el resultado financiero de esta decisión de inversión. Se enfrentó una vez más a la disyuntiva de recriar y esperar o vender su destete en marzo y hacerse de liquidez pero esta vez lo hizo con los números en la mano.
Dejando de lado la cuestión impositiva, calculó que la TIR (Tasa Interna de Retorno) anual era del 46%, hacha y tiza con la inflación de las consultoras privadas. Kilo más, kilo menos sus números le decían que estaba acompañando la inflación y seguía parado sobre su mercadería ante cualquier sacudón del dólar.
Tener los números ordenados le permitió a Javier ver con mayor claridad tanto el presente como el futuro de su empresa. Los escenarios en Argentina siempre están cargados de incertidumbre, pero tomar decisiones empresariales sobre una base de información confiable nos ayuda a dormir tranquilos.
muy bien por Javier !!! descubrio la polvora, la rueda y el fuego !!!