El tema es harto conocido en el sector. Se reitera en reuniones, paneles y mesas redondas, y la conclusión es siempre la misma: hay que hacer algo urgente con los caminos rurales. La pregunta es cómo involucrarse y qué exigir, y eso es lo que se debatió en el 5° Congreso Argentino de Caminos Rurales, que organizó la Asociación Argentina de Carreteras (AAC) en Paraná.
Respecto al tema, entre los productores no hay medias tintas. “Los caminos rurales son los caminos olvidados, quedan fuera de la asignación de presupuesto y son el último orejón del tarro de la red vial”, aseguró a Bichos de Campo Tomás Palazón, quien además de ser director de la Sociedad Rural Argentina, también coordina el Comité de Caminos Rurales, una de las comisiones técnicas de la AAC.
Es paradójico: el congreso se celebró en el marco del 50° aniversario del primer “Simposio sobre Caminos Vecinales” que organizó la asociación, y parece que poco ha cambiado desde entonces. No hay mantenimiento, ni presupuesto ni proyectos para las trazas que no sólo unen pueblos y producciones, sino que permiten que la vida misma se desarrolle.
Mirá la entrevista completa:
Pensar en los caminos rurales como recurso es parte del proceso de visibilización que lleva adelante el área que dirige Palazón. “Sin caminos rurales, la vida no se desarrolla. La gente se termina yendo a los bolsones de pobreza en el conurbano de las grandes ciudades y abandonan los campos”, detalla el referente.
Con sólo alejarse unos pocos kilómetros de Capital Federal, queda demostrado que el país entero depende de los caminos rurales. Por allí se mueve el personal de salud, los niños que van a la escuela, los trabajadores y, sobre todo, la producción misma. Para un país en el que la agroindustria es clave para la generación de riquezas, no contar con trazas e infraestructura es pulsión de muerte.
Lo señala Tomás, que lo vive a diario en su intercambio con productores: “Es una barrera para la eficiencia”, afirma. Y lo que tiene de paradójico lo tiene de lamentable porque, en silencio, el mal estado de los caminos impide cumplir contratos de entrega, obstaculiza producciones intensivas y complica el transporte de alimentos básicos como los granos, la leche y la carne.
Pero no se trata de una decisión gubernamental o una crisis pasajera, sino que ya es un problema estructural en Argentina. “La red vial en sí es una problemática”, asegura Palazón, que no le sorprende que esa gran bola de nieve se lleve puesto también a los caminos rurales.
Si se toma una foto del estado actual, lo que se ve es falta de mantenimiento, abandono y presupuestos fantasma. Pero no hay que dejarse engañar por la imagen estática, porque en este caso es mejor ver la película completa. “Echarle la culpa a la situación coyuntural en realidad es sacarse el saco de encima y no hacerse cargo del problema”, dispara el productor, que asegura que “los recursos están” gracias a leyes provinciales y nacionales en vigencia.
Eso introduce un matiz más a la cuestión, porque, si la legislación contempla a la infraestructura del agro, entonces está habiendo serios inconvenientes en las administraciones municipales, provinciales y nacionales. En ese complejo mapa, pueden destacarse, por ejemplo, casos que sobresalen de la media, y que demuestran que hay otra manera de hacer las cosas.
“Córdoba y Chaco tienen consorcios donde los productores intervienen y planifican”, explicó Palazón, que también citó una legislación vigente en la provincia de Buenos Aires que obliga a generar comisiones viales con el fin de planificar la administración del recurso.
El relevamiento de la red de caminos rurales bonaerense, ensayado en 2019, iba en línea con esa disposición, pero, lamentablemente, ha sido una iniciativa más en un mar de confusión e improvisación. “No se trata solamente de construir caminos, sino de tener un programa orgánico de mantenimiento para que no se deteriore”, exige Tomás.
De hecho, para el referente, que también integra la Mesa Nacional de Caminos Rurales, gran parte del deterioro se atribuye al exceso de carga y la falta de relación entre insumo y potencia. Si, a diario, camiones que están preparado para transportar 20 toneladas circulan con más del doble de lo permitido, no hay camino que aguante.
Los caminos de tierra son, literalmente, tierra de nadie. “No existe un relevamiento adecuado. Si yo hablo con un intendente o un director de obras públicas de un municipio, capaz que no sepan cuál es el tamaño de su red, ¿cómo va a planificar las obras que tiene que realizar?”, se lamentó Palazón.
Las consecuencias se caen de maduras, y el productor asegura que “en los últimos años, nos comimos la poca infraestructura vial que teníamos”.
Sin caminos rurales no hay agrodivisas: Se derrumbó el ingreso de camiones con granos a los puertos
El freno a la obra pública y los recortes de la coparticipación dispuestos por el Gobierno no hacen más sencilla la búsqueda de respuestas. En este “sálvese quien pueda”, la creación de consorcios entre privados parece ser la opción más viable, aunque el coordinador del área se encarga de advertir que el tema no es nuevo y la problemática no surgió hace 10 meses. “Hace años venimos con esto”, señala.
Por lo pronto, el diagnóstico de situación demuestra que lo que hay por delante es un camino cuesta arriba, porque no alcanza con mejorar las trazas existentes, sino que urge crear nuevas. En ese sentido, Tomás estima que “la cantidad de vías en Argentina debería triplicarse” porque estamos muy lejos de los índices de conectividad vial que necesita un país funcional.
“Hoy tenemos lugares a donde no podemos llegar y campos a los que no se puede acceder, pero, por suerte, los productores tenemos inventiva”, destacó el empresario con los números en mano: se quintuplicó la producción a nivel nacional y se hizo óctuple en la provincia de Entre Ríos. Y eso que cuentan con una infraestructura deficiente.
-¿Qué es lo que puede llegar a aportar el sector agropecuario en este proceso?
-Los productores rurales podemos participar e involucrarnos en las comisiones. Tenemos que focalizarnos en lo que sabemos hacer, que es producir. Ya pagamos impuestos y destinamos una parte de los producido para que se generen caminos, por eso no sería ideal que participemos en consorcios.
-¿Cuán urgente es su involucramiento?
-Si no nos involucramos y esperamos sentados a que el problema se resuelva sólo, nunca vamos a salir adelante. Cada uno debe involucrarse en su jurisdicción para poder trabajar en las comisiones o en donde sea necesario para generar las obras que se requieren.