La aplicación de agroquímicos mediante el uso de aviones es una de las actividades más cuestionadas por la sociedad en los últimos tiempos. Semejante presión genera la necesidad a las empresas de ese sector de dar respuestas y ofrecer garantías, de explicar lo que hacen. Los aeroaplicadores se sienten en la mira. Están a punto de ser derribados. De hecho, ya en muchas zonas han prohibido directamente ese tipo de trabajo.
“Nosotros somos los más expuestos” a los riesgos de trabajar con agroquímicos, afirmó a Bichos de Campo, Diego Martínez, un piloto con más de 20 años de experiencia en la actividad, argumentando que al estar en contacto directo con los productos que aplican extreman todos los cuidados posibles. No en vano, recordó, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya definió el riesgo de esta actividad: “Está directamente relacionado al grado de toxicidad de los productos y al grado de exposición a los mismos”, indicó.
Mirá la entrevista completa realizada a Diego Martiínez:
Martínez es actualmente el vicepresidente de la Federación Argentina de Cámaras Agroaéreas (Fearca), que representa a buena parte de la dotación de aplicadores aéreos, pero no a todos, porque sigue existiendo un buen porcentaje de ellos que no están debidamente registrados. El piloto no oculta esa situación sino que insta a las autoridades a enfrentarla y resolverla.
Aprovechamos la charla con Martínez para hacer varias preguntas básicas sobre la actividad. Por ejemplo, si necesitan un permiso básico para realizar este tipo de aplicaciones. El dirigente de los piltoos explicó que no necesitan una sino dos habilitaciones. Por un lado “necesitan una habilitación nacional aeronáutica”. Por el otro, “una habilitación agronómica provincial”.
“Además, los pilotos tenemos una revisión anual obligatoria físico y mental”, aclaró.
A través de esa especie de VTV anual exigida a quienes desafían la gravedad, Martínez considera que se dan garantías a la población sobre el buen uso de agroquímicos, las óptimas condiciones de los equipos y la capacitación de los profesionales que llevan a cabo esta tarea. A pesar de eso, parte de la comunidad que no acepta el modelo agrícola con agroquímicos y ve a los aviones como un gran peligro.
En este marco, el aviador del sur de la provincia de Córdoba aceptó que deberán revertir los cuestionamientos y miradas negativas sobre el sector, porque sino “todos estamos condenados”. Contó que para lograrlo “tenemos una relación franca con las autoridades yles exigimos, tanto a las nacionales como a las provinciales, que nos controlen. Pero a todos”, reclamó.
Martínez señaló que desde Fearca también se reclama a Senasa, que es la autoridad que aprueba los insumos, “que si hay un problema específico con algún principio activo (como el glifosato) defina la situación, porque somos los primeros en reclamar a si el uso del agroquímico no nos da garantías”.
La actividad agroaérea en el país tiene alrededor de 90 años, y hay registradas unas 800 empresas de las cuales el 60 o 65% son socias de Fearca. “Respetamos las reglamentaciones para darle seguridad a la población. Hemos hecho muchas demostraciones, sobre todo frente al temor de la deriva y comprobamos que es absolutamente controlable”, concluyó el piloto.