Para el ingeniero agrónomo Juan Gaitán, quien es investigador del Conicet y de la Universidad Nacional de Luján, la salud de los suelos es casi una obsesión desde el inicio de su carrera profesional. Por eso se ha especializado en medir la degradación de tierras y su principal objetivo pasa por desarrollar un sistema de monitoreo constante, que permita recabar información para recomendar a los productores un mejor manejo.
Mientras eso sucede, en su rol de docente, sigue contagiando a otros estudiantes con su preocupación por los suelos, en la propia universidad que lo formó. Gaitán siempre recuerda cómo incidieron en su especialización los doce años de trabajo para recuperar los suelos de la región patagónica, visiblemente degradada por el sobrepastoreo.
“Luego de recibirme tuve la posibilidad de ingresar al INTA con una beca para trabajar suelos en la Patagonia, en la estepa patagónica. Esta es una región muy afectada por la desertificación, que es un proceso de degradación de tierras que la va convirtiendo en una zona con características similares a un desierto. Fundamentalmente por una combinación del clima árido y el sobrepastoreo, que va produciendo una degradación de los pastizales. Entonces trabajamos en el desarrollo de un sistema para monitorear y medir ese proceso con la finalidad de generar información para un mejor manejo y revertir esos procesos”, contó el investigador a Bichos de Campo.
No obstante el agrónomo afirma que la degradación de los suelos no es un proceso privativo de estas regiones marginales, sino que se trata de una problemática que afecta gran parte de la geografía nacional. Por eso su mayor preocupación radica en cómo esto lesiona luego la producción de alimentos.
“La degradación es un problema a nivel mundial y pone en riesgo la seguridad alimentaria. El suelo es la base para la producción de alimentos y tenemos un desafío muy grande, porque vamos a ser muchos más habitantes en los próximos años en el mundo. Entonces hay que aumentar considerablemente la producción de alimentos y para eso necesitamos suelos que se mantengan productivos y que se mantengan sanos”, remarcó.
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En este sentido, se refirió a la pampa húmeda y los procesos de degradación que ha padecido, a pesar de ser una zona productivamente privilegiada. “Los suelos pampeanos, también han sufrido procesos de degradación histórica. Lo hemos comprobado con la pérdida de carbono en los suelos. Justamente presentamos unos mapas de carbono de la década del ´70 y lo comparamos con mapas actuales y vemos pérdidas considerables de carbono en el suelo”.
“A nivel promedio en lo que es la región pampeana se han perdido 10 toneladas. Pasamos de un promedio de 65 toneladas de carbono por hectárea en los primeros 30 centímetros a 55 toneladas. Es decir una pérdida de 10 toneladas en esos 50 años. pero hay zonas donde se ha perdido mucho más. Por ejemplo, en el sur de la provincia de Buenos Aires, el sudeste, que son los suelos más ricos en materia orgánica, son también los que más perdieron”, detalló Gaitán.
Aunque esta situación de pérdida de carbono en los suelos se viene generando hace décadas, el investigador considera que las causas son principalmente principalmente climáticas. “Obedece fundamentalmente a las características agroclimáticas de la región. Como sabemos en el sur de la provincia es un poco más frío, entonces se acumula más carbono activo o fresco, que es el que se degrada y se descompone más rápidamente al entrar estas zonas en cultivos. También con el aumento de las temperaturas a nivel global, ese carbono fresco es el que más rápidamente se descompone, se degrada y se mineralizada. No obstante en alguna medida interviene la agricultura, porque los procesos productivos también aceleran la pérdida de carbono.
-Si bien esto de la degradación de los suelos un problema global, recién ahora con todo esto de medir la huella de carbono y la presión de los mercados es que se comienza hablar seriamente del tema. ¿Es asi?
-Es un problema que a veces queda por ahí un poco enmascarado, porque la degradación de tierras se traduce en una pérdida del potencial productivo. Pero lo que sucede es que cuando uno mira las tendencias de rendimiento de los cultivos en la región pampeana, ve una tendencia creciente. Están aumentando los rendimientos. Claro, pero eso obedece fundamentalmente a que se están usando más insumos, más fertilizantes, más agroquímicos, más herbicidas y mejoramiento genético de los cultivos. Entonces eso nos enmascara un poco la pérdida del potencial productivo de las tierras. Pero si nosotros lográramos reducir la degradación, la erosión, esa tendencia de aumento en los rendimientos sería mayor.
Por ejemplo, a través de del proceso de erosión hídrica, donde perdemos los primeros centímetros de suelo que son los más productivos, estamos perdiendo nutrientes y eso tiene un costo. Obviamente, esto lleva a una disminución de los rendimientos, pero que queda enmascarada a fuerza de aplicar cada vez mayores insumos al suelo.
-Te has especializado en medir esa degradación. ¿A qué conclusión has llegado con estos estudios y qué propones?
–Lo que proponemos es desarrollar un sistema de monitoreo de la degradación de tierras, que si bien existe es muy incipiente. Porque para estudiar estos procesos no lo podemos hacer individualmente si queremos tener una visión de región o de país, necesitamos organizarnos y conformar un sistema con protocolos comunes, con los datos que se puedan compartir con redes de medición amplias en el terreno. Eso no lo puede hacer una persona ni un grupo, sino que debemos organizar y trabajar a largo plazo.
-¿Sería sencillo?
-Tenemos cada vez mejor información, a través de imágenes satelitales que nos permiten estudiar los procesos. Pero necesitamos también datos medidos en el terreno como para poder validar y calibrar estos modelos que estamos usando, para hacerlos cada vez más precisos y que reflejen mejor la realidad. Entonces necesitamos consolidar una red de medición a campo, una red de parcelas permanente, que podamos medir siempre los mismos lugares periódicamente y a largo plazo, para que nos de información cada vez más precisa de cómo están evolucionando nuestros suelos. Y una vez que podamos entender cómo evolucionan, comprender las causas que hacen que en una determinada zona se esté degradando más o que unas zonas estén mejorando. Y eso nos da información relevante para el manejo.
-Se haba mucho de manejo, de hacer mucha rotación y dejar un poco el monocultivo ¿Pero vos sugerís hacer más rigurosa esa medición para que las recomendaciones sean más rigurosas, incluso exigentes?
–Sí, exactamente. Con datos técnicos, validados científicamente y también como para poder demostrar ante el mundo, también que está observando cómo producimos, este sistema. Y yo creo que debería tener una articulación público privada. Hay algunas experiencias en otros países, pero también son incipientes, no somos los únicos que tenemos este problema.
Para Gaitán cualquier esfuerzo por recuperar los suelos es valorable. Por eso en lugar de ver si se degradan acelerada o paulatinamente, prefiere mirar la mitad del vaso lleno y sobresaltar esos lugares donde se intenta hacer las cosas bien. La batalla no está perdida.
“Hay zonas que están mejorando, vemos procesos de mejora, en los últimos diez años en la región pampeana que ha comenzado a revertir un poco los problemas de degradación de tierras, a través de cambios en las rotaciones. Hemos visto mayor incorporación de cultivos de invierno, cultivos de servicio, cultivos de cobertura. tenemos experiencias positivas en el país, con la incorporación de la siembra directa, eso ha reducido las pérdidas por erosión y ha contribuido a fijar más carbono. Lo que pasa es que por ahí no estamos siendo lo suficientemente hábiles en en demostrar eso ante el mundo. Entonces por eso es fundamental poder medirlo y poder cuantificar estos procesos, terminó diciendo”, razónó el investigador.