Justo era el día de su cumpleaños 42, sin embargo Leandro Graziano, tercera generación de apicultores de la ciudad de Pellegrini, en Buenos Aires, nos recibe igual y de buena gana. Incluso, con agua caliente para que cada uno se arme el mate, que en este tiempo de pospandemia ha cambiado su consumo.
En total, la empresa tiene 5.000 colmenas repartidas en más de 50 campos: la mayoría en Pellegrini, la otra parte en Neuquén y 500 en un campo de 15.000 hectáreas en la cercana provincia de La Pampa. ¿Por qué aquí? Porque son las que están en transición a la producción orgánica y para certificarse como tal deben estar a un radio de al menos 3 kilómetros de campos donde no se utilicen agroquímicos.
Es la primera vez que la familia Graziano incursiona en este tipo de producción certificada, ya que siempre produjo miel de forma convencional. Pero los tiempos y las demandan cambian y por eso decidieron dar este paso.
“El mercado cada vez más quiere productos sanos. El tema es que muchas veces no se pueden trasladar esos costos al precio del producto final”, explica Leandro. “Además, en este caso, no fue fácil encontrar el lugar porque como es algo a largo plazo necesitaba un campo confiable, que no cambiara de manos y así fue que encontré a un vecino de acá que tiene este campo ganadero y llegamos a un acuerdo”.
Parte del manejo es ir a visitar estas colmenas cada 20 días o cada vez que haga falta y, por supuesto, tomar recaudos especiales según lo que pida la empresa certificadora de orgánico, que en este caso es la OIA (Organización Internacional Agropecuaria). “Hay que tener mucho cuidado en la manipulación de la miel para no contaminarla, lo mismo que en la sala de extracción”, describe el apicultor. Ante la clásica pregunta responde: “Y a la varroa la controlamos con manejo”.
Leandro afirma que los rindes son iguales y hasta un poco mejores que en la producción de miel convencional y que el promedio general de todas las colmenas es de 25/30 kilos por temporada. “En la década del ochenta se sacaban hasta 80 kilos de miel por colmena, porque había mucha alfalfa y girasol, mientras que ahora hay soja y la abeja ahí no puede comer”, resume.
En la empresa hacen sus propias reinas y tienen una selección genética que ya lleva 90 años y de forma periódica traen genética italiana, más precisamente del Valle de Liguria, donde hay un criadero de reinas muy antiguo.
En cuanto a las ventas, son a granel y el 100% va a exportación, siendo los principales destinos Estados Unidos y Alemania. Recientemente han comenzado un proyecto de miel fraccionada, que saldrá al mercado con la marca propia. “El consumo de miel está en constante crecimiento, incluso a nivel local, y se siguen prefiriendo las de color claro”, explica Leandro.
“Dentro de este proyecto también pensamos como diferencial que el cliente pueda ver la trazabilidad de nuestro producto. Para eso los envases tendrán un código QR que al escanearse direcciona a la página de la empresa y ahí está toda la información de ese frasco de miel: dónde se produjo, cuándo y cómo se cosechó, todo para que el cliente sepa exactamente qué está consumiendo”.