En las zonas más altas de Sudamérica existen unos raros “bosques de Polylepis”, de cuya extensión original solo queda el 3%. El tema es que estos bosques son la fuente principal del sistema de aguas de la región porque sus ramas son como peines que recogen la niebla y las precipitaciones, sus raíces retienen a los suelos de montaña y, además, secuestran carbono, por lo que contribuyen a mitigación el cambio climático.
En Córdoba, en las Sierras Grandes, hace años que se realizan acciones de restauración de una de las especies Polylepis: el tabaquillo, árbol de la familia de las rosáceas. Esta tarea hoy día la hacen varias instituciones no gubernamentales, principalmente Acción Serrana, Fundación Bosquizar, Ecosistemas argentinos y Bosques por el Agua.
“En muchos sitios de las Sierras Grandes los suelos se están perdiendo en forma acelerada y la erosión se evidencia por la aparición de extensas áreas de rocas donde antes había suelo”, explica Daniel Renison, biólogo perteneciente al CONICET y Ecosistemas argentinos. “Estas rocas expuestas por la erosión del suelo hoy ocupan el 20% de la superficie de las Sierras Grandes y ha ocurrido por la tala de los bosques nativos, el sobrepastoreo, el uso excesivo del fuego para producir el rebrote de los pastos, el pisoteo del ganado y de las personas, y una susceptibilidad propia debida al clima de altura, el tipo de roca y las pendientes”.
-¿Por qué es importante restaurar?
-Todas las plantas consumen agua para vivir pero los árboles nativos consumen menos agua que los exóticos de crecimiento rápido. Los días con neblina son comunes en estas montañas y los árboles aumentan el aporte hídrico actuando como una red de hojas y ramas donde se condensa la neblina; por ende, los árboles aumentan la cantidad de agua captada por las montañas. A la vez, los árboles atajan las gotas de lluvia evitando que peguen con fuerza en el suelo arrastrándolo pendiente abajo, sus raíces sostienen al suelo disminuyendo el avance de las cárcavas y sus copas disminuyen la velocidad del viento reduciendo la erosión eólica. Los árboles, vegetación asociada y suelos en buena condición filtran el agua que escurre a los ríos y arroyos, haciendo más económica su potabilización para el consumo humano. La reforestación reduce nuestra dependencia de la energía necesaria para filtrar el agua en las plantas potabilizadoras y reduce el costo del agua potabilizada.
-¿Qué acciones realizan?
-Juntamos semillas de sitios donde juzgamos que la regeneración natural es escasa por pastoreo o por encontrarse el árbol semillero en un sitio rodeado por bosque donde no hay lugar para la regeneración, producimos arbolitos en viveros especializados que luego plantamos en zonas previamente preparadas y protegidas. Realizamos control de especies invasoras, manutención de los alambrados y trabajos para frenar el avance de las cárcavas. También damos charlas a todo público y clases en escuelas, entre otras cosas.
.¿Por qué decidieron trabajar con el tabaquillo (Polylepis australis)?
-Porque es la especie arbórea que domina los bosques en las Sierras Grandes, por encima de los 1.600 msnm. Los árboles de este género crecen únicamente en las montañas de Sudamérica, están adaptados a las condiciones de vida en las alturas y no prosperan en sitios bajos; en Bolivia crecen hasta los 5.200 msnm, formando los bosques más altos del mundo. En las Sierras Grandes de Córdoba se encuentran extensos bosques en algunas zonas como el Parque Nacional Quebrada del Condorito y el río Los Tabaquillos, pero en la mayor parte del área encontramos tabaquillos aislados o en grupos pequeños en sitios protegidos del fuego y la ganadería. Tenemos la esperanza de que plantando la especie dominante se recupere el resto de los elementos del bosque ya sin intervención asistida.
-¿Cuánto hace que está plantando tabaquillos en las Sierras Grandes?
-Comencé en 1997 y durante todos esos años ayudaron miles de voluntarios. A partir de 2007 algunos de esos voluntarios comenzaron a reforestar en áreas nuevas. Hoy existen 15 áreas en reforestación.
-¿Cuántos ejemplares se han plantado?
-En la Quebrada de los Refugios, donde comenzamos a reforestar, plantamos 25.000 arbolitos nativos, la mayoría tabaquillos. Tardamos 10 años en alambrar sus 22 hectáreas para que no accedan las vacas de los vecinos; cuando se involucró más gente de a poco se fue plantando más y más. En 2019 llegó la ayuda monetaria y en capacitación de la organización Acción Andina y todo se aceleró y profesionalizó. Ya hay plantados 500.000 arbolitos y solo para este 2022 está programado plantar unos 353.000 más. La actividad sigue siendo principalmente voluntaria porque el pago por árbol plantado es muy poco, no incluye alambrar para sacar la ganadería y no incluye cuidar a los alambrados ni lo plantado. Entonces los que trabajan lo hacen principalmente por compromiso y dependen muchísimo de que otra gente los ayude de forma voluntaria para lograr los alambrados y cuidar todo.
-¿Han observado algún beneficio palpable desde que comenzaron?
-He invitado a colegas de la Universidad Nacional de Córdoba a que evalúen en qué medida se está recuperando la zona de la Quebrada de los Refugios, que es la restauración de bosque más antigua de Córdoba y creo que de toda la Argentina. Esto se hace evaluando los beneficios que brinda el área en una zona control donde no hemos intervenido, en la zona de reforestación donde va encaminado el bosque, y en una zona que llamamos de referencia que es de bosque nativo cuyos beneficios son los que queremos recuperar. Con solo ver las fotos de antes y después ya es evidente que en la zona de reforestación se pierde mucho menos suelo, lo cual es muy importante para seguir reteniendo el agua de lluvia. Con las fotos también se nota que allí hay mucho carbono capturado de la atmósfera y que ahora constituye en parte las raíces, troncos y hojas de los árboles. Estudios más detallados indican que se están recuperando las comunidades de aves, hongos y líquenes del bosques, o sea, la biodiversidad.
-También trabajan en tierras privadas. ¿Cómo fue el acuerdo? ¿Los propietarios tienen conciencia ambiental o por qué aceptaron?
-La primera reforestación la hicimos en tierras privadas, al igual que muchas de las más nuevas; otras están en tierras públicas, principalmente administradas por Parques Nacionales y por Vialidad. Se hace un acuerdo por escrito con los propietarios pero lo principal es la confianza. Está claro que los propietarios ceden sus tierras por conciencia ambiental, ya que no obtienen beneficio alguno por dedicar sus tierras a la restauración de bosques, salvo beneficios que van por el lado de lo espiritual.
-¿Qué comentarios recibió cuando empezó con esto?
-En los comienzos había mucha resistencia: me decían que estaba loco, que los árboles nativos crecían muy lento, que al sacar la ganadería de la zona estaba perjudicando a los dueños de los animales y que con los alambrados estaba perjudicando a la fauna y al paisaje del lugar. Era todo verdad pero igual seguí para adelante. Luego se corrió un rumor de que yo alambraba para quedarme con las tierras y eso sí me produjo algunos problemas con gente que me amenazaba. Fue muy duro y pensé en dejar de plantar… pero la mayoría de la gente siempre me felicitó y cuando me dieron el Premio al Cordobés en 2015, eso me motivó mucho a seguir adelante.
-¿La comunidad local qué opina?
-Las Sierras Grandes están escasamente pobladas. En el primer proyecto de reforestación tenemos tres casitas vecinas de pobladores, una a 3 kilómetros y las otras dos a 5 kilómetros por sendero peatonal (no hay caminos de auto). Uno de los vecinos nos comenzó a cobrar para pasar por su campo y acceder a la zona en reforestación, así que con permiso de otro vecino elegimos un camino más largo y seguimos pasando sin pagar para hacer nuestros trabajos de reforestación. Hasta el día de hoy nunca nos cobran para pasar (a nosotros ni a nadie) y nos llevamos muy bien. Están muy agradecidos con todos los que vamos a reforestar porque les consumimos sus ricas empanadas y sin querer hicimos de sus casas un centro de atención a miles de turistas que van a visitar la zona para caminar y escalar, aprovechando el sendero que ahora sale de sus casas; hay quienes me conocen con el nombre de “El tabaquillero”. Algunos temen que los pumas se escondan en el bosque que hemos creado pero igual se ponen contentos cuando nos encontramos por allí y charlamos un rato. Y yo me pongo muy contento cuando me los encuentro. Más contento aún me puse un día que me dijeron que el bosque estaba “muy lindo”.
-¿En qué etapa están hoy?
-Ahora que hay 15 reforestaciones tenemos muchos más vecinos. Algunos trabajan en las reforestaciones y otros me cuentan que habían plantado tabaquillos ya de antes. Mucha de la gente local insiste en que sus animales no comen a los tabaquillos, lo cual es falso y nunca termino de entender por qué lo dicen. Otra gente local me ha dicho que los tabaquillos no andan bien en las partes plana de pampa, lo cual tal vez sea verdad y con colegas del Conicet lo estamos investigando. Hace muchos años planté unos 100 tabaquillos en una parte plana de la Pampa de Achala al lado de camino alta cumbres donde no hay ganadería. Y ahora hay un pequeño bosquecito. Pero nuestras primeras investigaciones han demostrado que el viento en las partes planas les demoran mucho su crecimiento, así que allí los pobladores han acertado.
-En lo personal, ¿qué significa todo esto para usted?
-Tengo 54 años y me doy cuenta de que ha sido muy importante tener objetivos de vida, como dedicar algo de mi tiempo libre a la restauración del bosque nativo además de cumplir con mi trabajo en el CONICET y ser partícipe de una linda familia toda involucrada en restauración y cuidado del ambiente. En particular los trabajos de restauración de bosque en las Sierras Grandes le hicieron mucho bien a mi cuerpo, que se mantuvo sano y en movimiento por estos 25 años gracias a todos los trabajos en la montaña. También me hicieron bien mentalmente porque las actividades al aire libre te curan un poco la locura y estar en actividad hace que quede poco tiempo para “hacerte la cabeza” y sobre todo porque al conocer tantas personas proactivas y trabajadoras, uno se motiva. Cuando la gente me habla de los robos y los asesinatos yo me acuerdo de toda la gente que conocí en la montaña y se me pasa rápido la amargura; cuando me hablan de lo mal que anda la economía, me acuerdo de un voluntario, Julio Domínguez, que abandonó todo para dedicarse por 10 años de su vida a ayudarme con las reforestaciones y luego comenzó con las suyas sin tener ingreso económico. Julio me enseñó que es pobre aquel que aspira a más de lo que tiene.