En Bichos de Campo hemos venido publicando varios tramos del capítulo destinado a los decisores de políticas públicas contenido en el libro “El Agro y el Ambiente”, que fuera coordinado por Ernesto Viglizzo y Roberto Casas, y editado por la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria. Como nos parece un valioso aporte a la discusión que los argentinos nos debemos sobre estos asuntos, insistiremos hasta el final.
Aquí, entonces, los consejos de la Academia respecto de un asunto muy espinoso: ¿Cómo protegemos la famosa biodiversidad?
La conservación de la biodiversidad constituye un factor que se ha convertido en prioridad de cualquier política ecológica y ambiental. Globalmente, se compone de unas 1.837.526 especies descriptas por la ciencia, aunque se estima que la cifra real puede oscilar entre 3.000.000 y 13.000.000 (ver capítulo 9 elaborado por Jorge Crisci, Claudio Bertonatti y Liliana Katinas).
En la Argentina se han descripto 3.303 especies de vertebrados y 10.221 especies de plantas superiores, aunque siempre el número total es mayor al descripto.
La biodiversidad puede ser definida como la variedad (inter-específica) y variabilidad (intra-específica) de los seres vivos y de los ecosistemas que éstos integran. Los componentes de la diversidad biológica de mayor interés para la conservación, se organizan en tres niveles: el de los genes, que constituyen las bases moleculares de la herencia; el de las especies, que son conjuntos de organismos afines capaces de reproducirse entre sí y el de los ecosistemas, que son complejos funcionales formados por los organismos y el medio físico en el que habitan.
Muchas de las especies de nuestro planeta se extinguen por causas humanas a una tasa que supera largamente a la tasa natural de extinción. Si bien la extinción es un fenómeno natural vinculado a la historia de la vida en el planeta, estaríamos ingresando en una sexta etapa de extinción masiva. La pérdida de especies compromete la viabilidad de los ecosistemas y afecta a los humanos a través de su valor económico, estético, científico, ético, socio-cultural y biológico.
Un reciente informe de IPBES indica que las acciones humanas hoy amenazan a alrededor del 25% de las especies, lo que sugiere que alrededor de 1 millón de especies ya se enfrentan a la extinción, a menos que se tomen medidas drásticas para atenuarla o detenerla. Los principales usos que el ser humano hace de las especies animales y vegetales están relacionados con su alimentación, vestimenta, producción de energía y distintos tipos de materiales.
Cerca del 75% de la población mundial depende casi exclusivamente del uso de las plantas para el cuidado de la salud. Entre las causas directas de la pérdida de biodiversidad aparecen la fragmentación y eventual pérdida del hábitat, la sobreexplotación de los recursos naturales, la introducción de especies exóticas invasoras, la contaminación del complejo agua-suelo-atmósfera y el cambio del clima mundial. Las causas indirectas incluyen el crecimiento de las poblaciones humanas, las políticas y los sistemas económicos y jurídicos, la evaluación de la biodiversidad en escalas de tiempo inadecuadas, la exclusión social y la insuficiencia de conocimientos científicos o su mal uso.
Las estrategias para la conservación de la biodiversidad pueden abordarse desde: (i) la ciencia, (ii) la política, (iii) la educación y (iv) las prácticas agrícolas. Desde el campo de la ciencia, el Impedimento Taxonómico es el concepto utilizado para definir los errores y deficiencias en nuestro conocimiento y que afectan nuestra capacidad para conservar y utilizar la biodiversidad. Como el conocimiento actual de estos organismos (útiles y dañinos) es limitado, es necesario intensificar el estudio de la biodiversidad desde la Sistemática, la Biogeografía y la Ecología para acceder a marcos conceptuales que permitan manejar criteriosamente los ambientes modificados por la actividad humana.
Cualquier política destinada a conservar la biodiversidad debe orientarse a reducir la pérdida y fragmentación del hábitat, la sobre explotación de los recursos naturales, la invasión de especies exóticas y la contaminación. Debe combatir el cambio climático, establecer marcos económicos y jurídicos que asignen el verdadero valor a los recursos naturales, proyectar políticas de largo plazo, combatir la marginación social, tomar decisiones basadas en el conocimiento científico. En materia de educación, se necesita un esfuerzo importante para crear una conciencia global de los problemas que afrontamos.
Desde el punto de vista de las prácticas agrícolas, gran parte de los biomas naturales se han convertido en biomas antropogénicos, es decir en mosaicos paisajísticos heterogéneos y fragmentados, como áreas urbanas incrustadas en áreas agrícolas, bosques intercalados con tierras de cultivo y viviendas, y vegetación administrada.
Las políticas en esta materia deben apuntar a ordenar el uso de la tierra según las condiciones locales de humedad y temperatura, a intercalar cultivos con especies nativas o naturales, y a utilizar modelos como los de la Alianza del Pastizal, surgidos como resultado de la pérdida de especies de aves, mamíferos, reptiles y anfibios de los pastizales del bioma Pampa debido a cambios en el uso de la tierra y ciertas formas de producción ganadera.
Tema largo y complejo, pienso que el estado puede vender bonos verdes a empresas contaminantes, con ese dinero comprar grandes extenciones de suelos poco productivos y tratar de recuperarlos y a la vez dejarlos como fuente de biodiversidad.
Creo que todos se benefician de esa manera, tal vez no sea lo ideal, pero si uno espera lo ideal, siempre se va a quedar sin hacer nada.