En Bichos de Campo ya hemos hablado varias veces de “las pymes de la soja”. A diferencia de una decena de grandes conglomerados industriales que muelen la soja para exportar el aceite y la harina desde la Hidrovía, este segmento está formado por docenas de empresas pequeñas y medianas que usualmente están ubicados en pequeñas localidades del interior, donde reciben pequeñas cantidades de soja y le aplican otro tipo de proceso industrial, el extrusado, para luego vender los subproductos en el mercado doméstico.
Del extrusado de la soja, que es un sistema mecánico que no utiliza solventes para extraer el aceite del poroto, se obtiene un subproducto llamado expeler, que es muy requerido como alimento por productores de leche, cerdos, pollos o feedlots.
Mientras millones de argentinos, el martes feriado, celebraban el triunfo de la selección en el mundial de fútbol, directivos de las cámaras de extrusores de Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos y Córdoba mantenían una reunión de emergencia para sentar su posición por una nueva crisis que vive ese sector, y que amenaza la supervivencia de varias fábricas. De hecho, según testimonios de los empresarios recogidos por este medio, ya hay varias a punto de definir su cierre, con la consecuente pérdida de puestos de trabajo.
Su último gran dolor de cabeza ha sido, curiosamente, que Sergio Massa estableciera un tipo de cambio especial o “dólar soja” para estimular las ventas de ese grano por parte de los productores, reactivando así las exportaciones y generando un ingreso acelerado de divisas en el Banco Central. El primer operativo en septiembre llevó el valor de la soja de unos 50 mil a cerca de 70.000 pesos por toneladas. Luego Economía reedito el operativo en diciembre, y la soja llegó a tocar los 100.000 pesos.
Este acelerado encarecimiento del principal grano producido en la Argentina no perjudica a las grandes aceiteras exportadoras nucleadas en Ciara-CEC, que fueron las que acordaron este sistema con Massa, pues a ellas el Banco Central les compensa rápidamente la diferencia entre el tipo de cambio oficial y el dólar soja. Pero a las Pymes de la soja las parte al medio.
¿Por qué? Primero porque al tener que comprar la soja mucho más cara, y no tener compensación alguna del gobierno, tienen que vender el expeler mucho más caro también a sus clientes, los productores de proteínas animales. El valor del producto ya supera los 500 dólares por tonelada y se constituye en inalcanzable para muchas de las actividades que producen carne o leche, y que tienen como principal mercado el interno, venden en pesos. Por eso hay una búsqueda desesperada de productos sustitutos para formular las raciones animales. Y caen las ventas de manera estrepitosa.
Algunas de las Pymes de la soja también son exportadoras, pero lo que venden al extranjero es la llamada “soja texturizada”, que es un producto con mayor valor agregado pues apunta directamente al mercado de consumo humano. En este caso, la situación es peor, porque están comprando la materia prima con un dólar artificial de 230 pesos pero cuando venden el subproducto deben trocar sus dólares al dólar oficial de 170 pesos. Es decir, pierden de entrada unos 60 pesos por dólar exportado.
“A las empresas que exportamos texturizados nos están generando un desfasaje importante. Y al resto se le complica porque los expeller se venden a lacteos , porcinos, pollos y feedlot, y todas esas economías se ven muy complicadas con la suba de sus costos. Estamos creando un problema financiero enorme, porque cuando el tambero ya no pueda pagar más va a ser tarde”, advirtió un empresario del sector, que avisó: “Es posible que haya alguna que planta que cierre y si cierre es gente sin trabajo, en la calle”.
En la nota que consensuaron las cámaras de las cuatro provincias productoras, el sector le recordó a Massa que “días atrás fuimos invitados por ustedes a una reunión la cual vimos con buenos ojos y de donde salimos muy conformes con una promesa de compensación del valor de la soja, lo cual nos hizo creer que habían entendido nuestra participación en la cadena agroalimenticia del país y en la generación en origen no solo de valor agregado sino también de empleo en localidades pequeñas”.
En efecto, cuando anunció la reedición del programa del dólar soja en diciembre, el ministro de Economía realizó una reunión con los diversos sectores que podían verse afectados por la situación, y anticipó que la Secretaría de Agricultura trabajaría en una serie de compensaciones para evitar el impacto de la suba de los precios internos de la soja. Pero han pasado más de tres semanas de aquella promesa. Y de las compensaciones no hay rastro.
“Dicha promesa, que nos permitiría seguir trabajando, se desvaneció con el transcurrir de los días, quedando a la vista que las grandes empresas marcan el rumbo definitivamente”, agregaron las cámaras de extrusoras, apuntando a que Massa solamente pactó con las grandes exportadoras de la soja, dejando a las pymes a un costado.
Este es el comunicado en el que las pymes de la soja reclamaron al ministro Massa y al secretario de Agricultura Juan José Bahillo que “tengan a bien convocarnos de manera urgente a una nueva reunión con el objetivo de encontrar una solución a los inconvenientes generados a fin de no agravar más la situación de muchas pymes extrusoras y por ende de muchos puestos laborales”.
NOTA CAMARAS EXTRUSORAS ARGENTINAS