Si algo permiten los períodos eleccionarios es abrirle la puerta a nuevos nombres que buscan meterse en el ámbito político, aportar nuevas ideas y eventualmente llegar a “cortar el bacalao”, como se dice en los pasillos de la política. Sofía de Hagen, politóloga y licenciada en Relaciones Internacionales, es un ejemplo de esos nuevos aires que buscan hacerse de un lugar en el Congreso.
Integrando el sector más juvenil de los precandidatos a diputados nacionales, Sofía de Hagen se dirige hacia las próximas Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) en el puesto 16° de la lista de Juntos por el Cambio en Buenos Aires, encabezada por el ex vicejefe de gobierno porteño Diego Santilli. Es oriunda de Chascomús, en donde su familia se dedica a la explotación agropecuaria.
“Si bien no estudié una carrera vinculada directamente al agro, siempre me sentí vinculada al sector porque tengo dos hermanos que son ingenieros forestales, uno que es agrónomo y otro que trabaja en el Mercado de Liniers”, contó de Hagen a Bichos de Campo. Y aunque también le interesaba la ingeniería forestal, los conflictos de 2008 terminaron por empujarla –para bien o para mal- al universo de la política.
“Lo que me impulsó fue lo que vi en 2008: ese quiebre entre el Estado y el campo. En mi familia había muy buenas ideas para implementar pero mucha apatía política. Yo quise romper con eso para lograr mejores políticas públicas para el sector agropecuario”, recordó.
-¿Considerás que desde ese momento de la 125 hasta ahora la representación del agro en el Congreso fue creciendo?- le preguntamos.
-Lamentablemente creo que no. En ese quiebre ingresaron al Congreso “agrodiputados” y legisladores en el Senado, algunos como Alfredo de Ángeli directamente vinculados al sector, pero eso no se mantuvo constante y de forma creciente en el tiempo. Hubo un estancamiento y te diría que hasta un declive. Es parte de nuestra responsabilidad y desafío como miembros del sector el involucrarnos en política para poder ser nuestros propios representantes e incentivar el involucramiento en la vida pública, porque sino después se toman medidas que no benefician al sector ni al país.
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-¿Por qué considerás que cuesta dar ese paso? Vos ahora te candidateas en un puesto de la lista con bajas chances de ingresar y aún así decidís hacerlo.
-Creo que va un poco por la personalidad o la forma de ser de la mayoría de los productores, que entienden a la política como una mala palabra o que es para otros, y la política la hacemos nosotros. Si no nos involucramos va a ocupar ese lugar otra persona que posiblemente no tenga los mismos valores o intereses. Creo que está ese miedo a corromperse por meterse en política.
Respecto a las problemáticas del sector, De Hagen reconoce las mismas que acusa el termómetro social: la falta de reglas claras y previsibilidad para los productores, además del alto nivel impositivo que dificulta la producción y la generación de empleo. En cuanto a su propia ciudad, afirma que hay una deuda con la infraestructura, tanto en lo que respecta a los caminos rurales como al dragado de ciertos ríos en zonas bajas.
-¿Considerás que las entidades rurales no pudieron darle respuesta a estas problemáticas?
-Es muy valioso el rol de las entidades y de las diferentes cámaras que representan a las industrias y economías regionales, pero la realidad es que se queda corto. Es importante que haya representantes del sector en la Cámara de Diputados. Tenemos 257 diputados y debe haber diez, siendo generosa, que defiendan o promuevan una mejora en la actividad agropecuaria.
En ese sentido, la precandidata sostuvo que el trabajo dentro del Congreso será casi “un trabajo de misionar”, en el que habrá que hablar hacia afuera para fomentar el involucramiento, pero también hacia adentro para contagiar el entusiasmo y mostrar la oportunidad que existe para el sector y el país.
-Si efectivamente conseguís una banca, ¿qué estaría al tope de tu agenda?
-Es muy importante darle previsibilidad a la producción agropecuaria. Es importante también que haya una ley de ganadería, que deje en claro que no se pueden intervenir los mercados, y una ley de desarrollo sostenible que incluya las buenas prácticas, el cuidado del suelo y la conservación de la biodiversidad. Y aunque sea difícil, es necesaria una reforma fiscal.