El frigorífico Recreo debe su nombre, como tantas otras empresas, a la localidad santafesina en la que se emplaza. Sus directivos lograron la apertura del mercado europeo a donde comenzarán a exportar carne de calidad desde este mes, pero desde hace ya varios están vendiendo cortes vacunos a China. Tienen clientes sobre todo en el sur de ese gigantesco país, que además es el principal destino de la carne argentina.
A los chinos este grupo de santafesinos les venden de todo: carne, huesos y ahora esperan por la apertura de ese mercado a las menudencias, lo que les permitirá una mejor integración económica de la res y en definitiva del negocio.
Gustavo Quirelli es el gerente comercial de esta empresa que cuenta con 500 empleados y que gracias a la apertura del mercado chino en 2018 obtuvo beneficios que los “obligaron” a la reinversión, al crecimiento y desarrollo de nuevos productos. Esto tiene que ver con las formas del consumo de alimentos y de carnes en particular en ese país, que es muy diferente a lo que estamos acostumbrados en esta otra punta del globo.
Quirelli estuvo la semana pasada con otros directivos de la firma a la feria SIAL de Shenzhen, ciudad que a fines de los 70 era una aldea de pescadores y que hoy se ha convertido en el Sillicon Valley de China. Su población es de 12 millones de habitantes. “Es la ciudad del mundo con la mayor cantidad de multimillonarios, porque son más de 50.000”, contó el directivo de Recreo, que relató sus experiencias a Bichos de Campo.
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“En China están preocupados porque no se volvió al ritmo de consumo previo a la pandemia todavía, y por eso tomaron algunas medidas como devaluar la moneda, lo que no tiene nada que ver con lo que pasa en Argentina. Allá una devaluación es de 1 o 2%”. Esa recuperación lenta es la que limita las subas de precios internacionales de la carne.
Pero, además, las empresas argentinas tienen otros problemas que complican el negocio, como el retraso en el tipo de cambio oficial, los derechos de exportación y la pérdida de confiabilidad como abastecedor, que son clara consecuencia de las restricciones oficiales a las exportaciones, que siguen manejándose con cupos y cortes prohibidos.
“Para ellos la carne de Brasil es de mejor calidad, pero no porque sea mejor el producto sino porque tienen el concepto de que calidad es estabilidad y volumen de provisión. Nuestra carne es mejor, pero ellos no piensan lo mismo porque el concepto de calidad es otro”, indicó el empresario.
Quirelli explicó cómo se consume la carne vacuna en China. “Los cortes premium van a restaurantes, a barbacoas que por lo general son australianas o japonesas. Y en los restaurantes, en las mesas hay una especie de horno o parrillita con carbón mineral. No te traen un bife sino pedacitos, ya que se come con palitos. De todos modos, esto sucede en el sur de China, las formas de consumo varían según la región”, aclaró.
Otra forma de consumo es a través del Hot Pot, que es una especie de gran olla donde se hierve el producto durante largas horas. “Es una especia de fondue con una salsa muy picante. Se usa la grasa del pecho de la vaca que se paga muy bien para su cocción y te traen cortes como chingolo, marucha o el trimming (recortes del troceo)”.
“Toda la carne se industrializa de una u otra manera. Una forma por ejemplo es poniendo una capa de carne sobre otra de grasa y luego otra de carne, se van pegando y luego eso se vende como si fuera un fiambre”, añadió Gustavo.
La carne también se vende en bolsas como si se tratara de un snack. Aquí lo que podrían ser papas fritas o maní, allí se vender “con el mejor packaging y dentro hay pedazos de carne macerados y secos, tendones, garras de pollo. Eso lo llevan de regalo a sus familias cuando viajar a festejar el Año Nuevo” chino.
En este curioso contexto, uno de los negocios que las empresas argentinas desarrollaron en los últimos años fue la exportación de huesos.
“Antes vendíamos el hueso a las fábricas de harina y recuperábamos 30 pesos, pero con la venta a China recuperamos 100”, dijo el empresario. Y agregó: “Cuando se abra el mercado a las menudencias se producirá un efecto similar, porque ellos pagan menudencias como el librillo a 9.000 dólares la tonelada, mientras que el lomo no lo pagan más de 6.000 dólares”.
En tal sentido, el empresario elogió: “Fue muy buena la gestión que hizo el vicepresidente del Senasa, Rodolfo Acerbi, para la venta de menudencias que esperamos se concrete pronto. Lograríamos muy buenos precios por librillos, tendones o mondongos”, arriegso. Por ahora, y desde hace años, esos productos entran a China pero vía triangulación a través de Hong Kong.
Quirelli indicó que así como la venta de huesos los llevó a crecer, esta apertura y la posibilidad de tener la habilitación para la Unión Europea hará que el frigorífico Recreo y las demás industrias realicen más inversiones. “Es muy importantes seguir invirtiendo y visitando mercados para desarrollar más el negocio”, aseguró.