Ya son casi 60 los años que la citrícola Vicente Trapani, una de las grandes firmas de ese rubro en Tucumán, se dedica a la producción de limones y a su industrialización para extraer su aceite y jugo. Aunque podrían ser muchos más, según sus dueños, si se tienen en cuenta el tiempo que su fundador dedicó a esa producción mucho antes de constituir formalmente su empresa.
“Mi abuelo nos inculcó a todas las generaciones la excelencia, ‘ponerle el moño’, como decía. Hoy tenemos una empresa modelo y nos sentimos orgullosos. Somos fanáticos de ir buscando la mejora constante”, celebró José Domínguez, descendiente y director de Vicente Trapani, la tercera generación de productores limoneros.
Para el empresario, el éxito de la firma radica en la calidad que logran en cada producto, que fue movilizada casi totalmente por la exigencia de los mercados. Tal es así que aún en los tiempos en que no eran de las principales empresas del sector, sus directivos lograron obtener la primera certificación GlobalGAP del país en ese rubro.
Aunque el limón es todavía el corazón del negocio familiar, el interés por diversificarse los ha enfrentado con nuevos y tentadores proyectos.
Uno de los más interesantes es el que se encuentran desarrollando en una finca en Santa María, en los Valles Calchaquíes de Catamarca. La iniciativa, según contó José a Bichos de Campo, nació en la década de 1990, cuando se compraron estos campos con el objetivo original de producir pistachos. Luego de ese intento, frustrado por diversas razones, hoy se aboca a la producción de vid.
“Fue un campo de 800 hectáreas pensadas para pistacho. Se probó con 200 hectáreas con riego por goteo y tecnología de variedades traídas de Estados Unidos, pero no funcionó. Tuvimos problemas de fertilización porque en pistacho se hace de manera anemófila por el viento, y aquí el viento trae mucho polvo, lo que baja la producción. Entonces hicimos una reconversión. De las 200 hectáreas de pistacho pasamos a 55 de vid”, contó Domínguez.
Tanto le gusta al empresario ese proyecto que ha decidido conducirlo personalmente y todas las semanas cruza de Tucumán a Catamarca por las sierras del Aconquija, pasando por el bellísimo Tafí del Valle para luego descender a los valles Calchaquíes. “Es una zona hermosa productivamente hablando. Estamos a 1900 metros de altura, tenemos un agua espectacular y en cantidad, porque estamos cerca del río Santa María. Así que la vid se da bien”, añadió.
Actualmente producen las variedades Malbec, Cabernet, Torrontés y Cabernet Franc, aplicando tecnología y eficientizando procesos.
“No hay grandes emprendimientos en la zona, porque no ha tenido buen marketing a pesar de tener la misma aptitud (vitivinícola) de Cafayate (en Salta). Sin embargo, tiene muy buena aptitud agroecológica y está renaciendo”, indicó el empresario tucumano.
Pero la colocación de huevos en diferentes canastas no termina ahí, y Trapani también está incursionando en la producción de naranjas, así como en ganadería, motivados en parte por el techo al que ha llegado la producción limonera.
“A nivel mundial, hemos llegado a un techo de producción muy alto y hoy estamos atravesando una crisis. Lamentablemente algunos productores no están pudiendo hacer ni lo mínimo indispensable y están abandonando muchas fincas. Gracias a Dios, creemos que la estamos pasando mejor que algunas otras empresas”, sostuvo Domínguez sobre el crítico momento del limón.
En cambio, reveló que “hoy en día el precio de la naranja se ha disparado, producto de que algunas zonas que eran por excelencia productoras, como Florida, en Estados Unidos, han decaído en su producción por el HLB”.
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En efecto, en Tucumán muchas hectáreas de limón están siendo arrancadas, principalmente aquellas de baja productividad, que pierden la pelea contra las que están logrando rindes superiores.
“Es cierto que cada vez son más productivas las tierras, y que hoy con menos hectáreas se produce la misma cantidad que producíamos antes. Eso se debe a varios factores. Hay una conciencia del riego por goteo, del fertiriego, que ha mejorado mucho la productividad. También hay un uso mejor del agua, y un uso de algunos pie que son fruto de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres. Entonces se nos permite plantar más plantas por hectárea que produce mayor cantidad por metro cúbico de copa. Uno puede tener un árbol muy grande, pero tiene poco limones. Hoy a lo que se tiende es a una planta más chica con muchos limones por metro cúbico de copa”, detalló el directivo de Trapani.
En cuanto al proyecto ganadero, la firma realiza algo de cría al norte de la provincia, donde destinan parte de los desechos de la industrialización del limón, como pulpa y otra materia orgánica de descarte. “Lo separamos y se lo damos a los animales y es un excelente alimento. Tiene mucha fibra”, afirmó Domínguez.
“Hemos entendido que había que diversificar con mucho cuidado, sin olvidar que el centro es el limón”, concluyó.