Un mes atrás el horizonte productivo de trigo argentino había bajado a 20,1 millones de toneladas por la falta de agua en unas 650.000 hectáreas. Pero las recientes lluvias cambian de dirección a la campaña.
La Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) asegura ahora que puede esperarse una cosecha de 20,5 millones de toneladas gracias a las tormentas que comenzaron el 1 de setiembre y que se extienden hasta la presente semana en buena parte de la zona pampeana.
“Numerosas localidades del centro bonaerense han superado los 90 milímetros acumulados durante estos días. El 60% de Buenos Aires recibió entre 45 y 70 milímetros, lo mismo el 57% de La Pampa y el 90% de Entre Ríos”, apuntó el informe de la BCR.
Pero en Santa Fe, las lluvias sólo se registraron en el centro-sur y una franja del este de la provincia, mientras que en Córdoba lo más favorecido fue el sur de la provincia y norte del departamento Marcos Juárez con 45 a 60 milímetros. La zona productora de San Luis también cambia abruptamente de escenario con más de 45 milímetros.
Sin embargo, el noroeste argentino quedó fuera de alcance. Las zonas productivas del este de Chaco y oeste de Santiago del Estero apenas recibieron un puñado de milímetros.
“Los cultivos en general están sanos, con una presencia muy baja de enfermedades, sin plagas importantes ni problemas de malezas por la buena implantación”, explicó el informe.
“Con la excelente fertilización realizada este año, se espera una recuperación muy importante tras las lluvias. En general, se espera llegar a espigazón con buenos números de macollos y en muchas áreas ya se habla de pisos de rindes que son muy superiores a los del trigo del año pasado”, añadió.
Buenos Aires, La Pampa, Entre Ríos y buena parte de Córdoba y Santa se perfilan con un potencial muy bueno en términos de rendimiento.
En cambio el déficit hídrico se agrava en el norte del país: Chaco, Santiago del Estero y Tucumán son las provincias más afectadas. El trigo está transitando etapas de alta demanda hídrica con escasas reservas y muy castigado por las fuertísimas heladas de fines de julio, cuando nevó en el sur de Brasil. Prácticamente el cultivo se ha hecho con las reservas de agua que dejó el otoño. Los cuadros más atrasados ya están espigados y llenando granos los más adelantados.