No nos cansamos de leer aquello de que “las legumbres son uno de los tipos de alimentos más nutritivos que existen”, pero así y todo, y a diferencia de Brasil que las incorpora de manera cuantiosa y diaria a su dieta, los argentinos no consumimos más de 120 gramos anuales por habitante. Ese es el dato que a 2016 informaba la Cámara de Legumbres de la República Argentina (Clera).
¿Puede esta cifra crecer en un país como Argentina? El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa), que realiza controles sobre la calidad y la inocuidad de las legumbres, alienta su consumo.
“Las legumbres son realmente semillas poderosas. Las lentejas, garbanzos y frijoles o porotos de todo tipo nos otorgan numerosos aportes nutricionales. Y además, no contienen gluten, por lo cual son una excelente alternativa para las personas celíacas, aunque en este caso, se recomienda comprar opciones envasadas que tengan el logo ´sin TACC´, ya que en los alimentos sueltos puede haber contaminación cruzada”, dijo a Bichos de Campo Gabriel Amura, ingeniero agrónomo de la Coordinación General de Piensos y Productos Granarios del Senasa.
Traídas principalmente por los inmigrantes, en la Argentina se producen dos tipos de legumbres: en verano porotos y en invierno garbanzos y lentejas. Entre sus beneficios nutricionales, Amura destacó también que “favorecen la creación de energía porque son ricas en carbohidratos complejos, micronutrientes, proteínas y vitamina B; ayudan al control de peso porque su contenido de fibra vuelve más lenta la digestión y genera satisfacción por más tiempo; aumentan los niveles de hierro en el organismo ya que la vitamina C es un elemento que ayuda a fijar el hierro en el cuerpo; y controlan la tensión arterial porque tienen niveles adecuados de proteína”.
Si miramos los números de producción, la Secretaría de Agroindustria informa que en 2016 se sembraron 600.000 hectáreas de porotos con una producción de 660.000 toneladas, cifra de la cual se exporta casi la totalidad producida, siendo Brasil el principal destino. En suma, muy poco se destina a consumo interno, y tampoco es tanto lo que se produce. Aunque en 2015 Argentina pudo ocupar el sexto lugar como exportador de porotos en sus diversas formas (fresco/congelado; procesado y grano seco), y el quinto en exportación en seco.
De acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), la Argentina se ubica al final de la tabla de los productores mundiales de legumbres, encabezando la lista la India. Y lo mismo ocurre con la tabla de exportaciones mundiales, en donde Canadá se lleva el podio según informa la Dirección General de Estadísticas de Comercio del gobierno de la India.
A contramano de lo que sucede aquí, la demanda mundial de legumbres en el mercado de alimentos es cada vez más creciente: para 2030 se espera que 1.590 millones de habitantes consuman 26.700.000 toneladas. La India seguirá siendo el principal importador, pero la Argentina no figura entre sus proveedores.
Si miramos el escenario internacional actual, las legumbres no tienen un buen presente. La campaña 2018/19 plantea el combo fulminante completo: retenciones, quita de reintegros y problemas climáticos. Imposible así poder competir con jugadores (Brasil, Canadá, Rusia, Ucrania, Etiopía) mucho más grandes que encima generan gran volumen de producción que desinfla los precios.
En Argentina la incidencia de las retenciones en el precio que recibe el productor por las legumbres es alta y sólo se tamiza en la medida en que aumenta el precio del producto. Pero si no eso no sucede, vienen las complicaciones de rentabilidad.
El Senasa dispone de un área de vigilancia y alerta de residuos y contaminantes tanto en lo que se importa como en lo que se exporta. Según Amura, “las legumbres son productos de intervención obligatoria en decretos como el 815/99, la resolución ex-SAGyP 1075/1994, la resolución IASCAV 409/96, entre otras. Nuestra área de vigilancia se realiza bregando porque se cumpla con las exigencias nacionales e internacionales”.
Cuando las legumbres se exportan, la inspección se realiza tanto en planta (origen) como dentro de las terminales de carga (puerto) con una verificación documental y física de la mercadería. “En estos casos, nuestros inspectores realizan la inspección y certificación acerca de las condiciones sanitarias y de calidad de la mercadería y de los medios de transporte. Una vez finalizado este proceso, la mercadería va acompañada de documentación oficial y privada”, afirmó el funcionario.
En definitiva, las legumbres son alimentos saludables con muchos beneficios que pueden consumirse frescas, secas y en harina. Inclusive su ingesta, por lo tanto, puede incluirse en cualquier época del año, pero el hecho de que pueda consumirse más cantidad en Argentina, depende más de una cuestión cultural que económica.