El óxido nitroso (N2O) es uno de los gases de efecto invernadero (GEI) que más contribuye al calentamiento de la atmósfera y es el principal responsable de destruir la capa de ozono. Si bien se emite naturalmente desde suelos y océanos, la actividad agrícola aporta el 40% de las emisiones totales.
En la Argentina, existe muy poca información sobre la emisión de N2O desde los agroecosistemas. Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) en la Región Pampeana trata de cubrir este vació y midió cuánto N2O emiten suelos sembrados con diferentes cultivos extensivos. Los mayores valores del GEI se registraron en la soja.
“La concentración de los gases de efecto invernadero está aumentando en la atmósfera, con lo cual se agravan las consecuencias del calentamiento global sobre los ecosistemas y las actividades humanas. El óxido nitroso tiene un doble efecto negativo. Por un lado, es el tercer gas de efecto invernadero más importante de los de origen humano, luego del dióxido de carbono y del metano, y hoy es responsable de un 6% del calentamiento global. Por otro lado, tiene la particularidad de romper la capa de ozono en la atmósfera”, explicó Tomás Della Chiesa, docente de la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la FAUBA, citado por el sitio de divulgación Sobre la Tierra, que edita esa alta casa de estudios.
“El óxido nitroso se produce de forma natural en los suelos y los océanos a partir de la acción de microorganismos que descomponen la materia orgánica. Sin embargo, el aporte humano es cada vez mayor. La agricultura es la principal fuente antropogénica de este gas, ya que al reemplazar la vegetación natural por cultivos se modifican la temperatura del suelo, los ciclos del agua y de los nutrientes. Junto con otros investigadores de la FAUBA, quisimos generar información para pensar cómo contrarrestar las emisiones de este gas desde la agricultura, que es una actividad fundamental para la economía argentina”, contó Laura Yahdjian, docente de la cátedra de Ecología de la misma Facultad e investigadora del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas a la Agricultura (IFEVA, UBA-Conicet).
En dicha medición, el cultivo de soja fue el que emitió más N2O por hectárea por año. En orden descendente, la lista continuó con la rotación trigo-soja, el maíz y el pastizal natural
En este sentido, Della Chiesa y sus colegas analizaron la cantidad de N2O que emitieron los suelos de un campo de la Región Pampeana sembrado con diversos cultivos extensivos. El investigador resaltó que la mayor emisión de N2O ocurrió en suelos con soja, seguido por suelos con rotación trigo-soja y por lotes con maíz.
Además, agregó que mientras en los pastizales naturales se emite 1 kilogramo de N2O por hectárea por año, durante el ciclo de la soja se pueden emitir hasta 4 kilos anuales por hectárea. Parte de estos resultados fueron publicados en la revista Journal of Environmental Quality y forman parte de la tesis doctoral de Della Chiesa, dirigida por Gervasio Piñeiro, investigador del IFEVA.
Asimismo, el estudio determinó en qué etapa de los cultivos se emitió más N2O. “En soja, las etapas críticas son la primavera, cuando está emergiendo, y el otoño, cuando el cultivo está madurando. Los picos de emisión de óxido nitroso del doble cultivo trigo-soja ocurrieron al emerger el trigo y también al fertilizarlo con nitrógeno. Por su parte, las máximas emisiones del gas en suelos con maíz sucedieron luego de las fertilizaciones, de la cosecha y durante el barbecho”, enfatizó Della Chiesa.
Sobre este aspecto, añadió que las mayores emisiones se dieron cuando coincidían altas cantidades de nitrógeno en el suelo con condiciones de elevada temperatura y humedad. “Entre otros factores, esta combinación incrementa la actividad de los microorganismos del suelo que consumen nitratos disueltos en el agua del perfil y liberan óxido nitroso. Eso explica el mencionado pico otoñal de emisión del cultivo de soja que ocurre hacia el final de su desarrollo, justo cuando se está descomponiendo parte de su biomasa rica en nitrógeno, y la temperatura y la humedad aún son altas”, indicó el investigador.
Como parte de su tesis doctoral en la Escuela para Graduados de la FAUBA, Della Chiesa elaboró y calibró un modelo de simulación que le permitió ver cómo variaron las emisiones desde distintos cultivos y pastizales a lo largo de un año, en base a las mediciones mensuales del gas en los campos. “A partir de las fotos de cada mes pude armar la película entera de cómo evolucionaron las emisiones a lo largo del año”, indicó.
Yahdjian, a su vez, detalló que para establecer la emisión de N2O del sector agropecuario midieron la cantidad de este gas en suelos cultivados y lo compararon con el gas que emiten los pastizales de la zona. Las emisiones naturales representaron el 21% del total emitido en campos de soja y el 32% del doble cultivo trigo-soja.
Por último, Laura destacó que el estudio avanzó en el conocimiento de los factores que controlan la emisión de N2O y que aportó información que supera los límites de la Región Pampeana. “Formamos parte de una red nacional, en colaboración con el INTA y universidades nacionales, que investiga las emisiones de este gas desde cultivos, pastizales y otros ecosistemas naturales. Estamos midiéndolo en 9 sitios ubicados en la principal región agrícola de la Argentina para terminar de entender su comportamiento en diferentes suelos, ecosistemas y en relación con diversos factores ambientales. Estamos pensando alternativas para reducir las emisiones”.