Agobiado por el calor insoportable, estoy en un bar del pueblo tomando una cerveza helada, cuando veo pasar un Audi con patente nueva. Pregunto a mi amigo, quien vive en la zona, si se trata de algún político local.
“No”, dice. “Los políticos aún siguen de vacaciones. Ese que va ahí es el psicólogo del pueblo?
Mi amigo comenta, frente a mi sorpresa, que no se trata de cualquier psicólogo, sino de uno en particular que tiene una especialidad en “ansiedad climática”. Por un momento pensé que me estaba haciendo una broma, pero luego me juró que no.
“Hay gente en el campo que terminó muy mal de la cabeza, revisando pronósticos de diferentes fuentes, comparándolos entre sí, hablando constantemente del tema en grupos de Whatsapp”, explicó. “Algunos tienen varias aplicaciones meteorológicas en el celular que revisan de manera frenética cada dos minutos; incluso se levantan a la madrugada durante dos o tres veces para revisarlas”.
Está claro que, durante una sequía tan brava, los pronósticos meteorológicos pasan a tener una relevancia enorme. Pero, inclusive así, no puedo salir de mi asombro ante la realidad que me está relatando mi acompañante.
“El psicólogo dice que estos tres años seguidos de fase Niña fue lo mejor que le pasó en la vida: tiene clientes del campo que pagan fortunas para intentar mitigar la ansiedad climática: muchos son llevados por sus propias parejas porque no soportan convivir con alguien que habla todo el día de pronósticos climáticos”, cuenta mi amigo.
Que cagaso que le agarré a los pronósticos. Veo varios días de lluvia y me da un miedo que llegue el primer día del temporal, largue 15 mm y se disipen todos los siguientes. A varios les debe pasar, estoy seguro.
— Juan Facundo Torres (@JuanFaTorres) February 8, 2023
Además de trastornos graves de ansiedad, el psicólogo en cuestión también trata episodios de depresión generados por pronósticos de lluvias abundantes que finalmente no se cumplen.
“El consultorio del hombre siempre tiene decenas de personas esperando ser atendidas y además tiene una línea directa 24 horas que está para atender urgencias”, comenta.
Pregunto qué va a hacer de la vida de ese profesional cuando, Niño mediante, las precipitaciones se regularicen y todo vuelva, en términos generales, a la normalidad.
“El tipo es muy piola y ya se preparó para ese escenario”, cuenta mi compañero mientras bebe cerveza como si fuese agua; el calor extremo no afloja. “Se abrió consultorios en las zonas bajas de la provincia y, cuando se empiecen a inundar los campos, entonces empezará a tratar a pacientes afectados por estrés postraumático derivado de campos afectados por excesos hídricos”.
Pedimos la cuenta y nos vamos del lugar caminando despacito. Hace tanto calor que el cuerpo nos pesa. Pero, a pesar de lo embotado que estoy, las pocas neuronas que tengo operativas no pueden dejar de maravillarse por el hecho de que siempre hay personas que encuentran la manera de hacer negocios en los entornos más desafiantes.
Ya que estamos con el tema….
Alguien sabe cuando va a llover …!!??