Un operativo de emergencia se llevó a cabo en la tarde de hoy en muchos establecimientos agropecuarios argentinos, me confiesa un agrónomo que vive arriba de su camioneta.
En aquellos campos en los cuales no abunda la señal de celular, los trabajadores suelen hacer los más diversos malabares para acceder a la tan preciada conectividad, trepándose a instalaciones y/o árboles hasta poder enviar al menos un mensaje de WhatsApp.
Pero hoy, con la completa caída del servicio de mensajería, no fueron pocos los que temieron que, ante la imposibilidad de usar WhatsApp, muchos trabajadores podrían interpretar que el problema estaba en la falta de señal.
En uno de los campos que asesoro, me dijo el agrónomo, encontramos a un peón en la copa de un roble altísimo, quien, luego de subir en busca de señal, no sabía cómo bajar y hubo que llamar a los bomberos del pueblo para auxiliarlo.
El pobre hombre, que necesitaba enviar un mensaje urgente al encargado, no entendía como, si bien usualmente tenía algo de señal al trepar una o dos ramas, se encontraba ahora con el WhatsApp totalmente muerto a una altura tan elevada que dada miedo mirar hacia abajo.
Ya mandé a comprar una base de radio para que estén todos conectados sin tener que recurrir al WhatsApp, indicó el agrónomo, para luego agregar que el apagón del servicio los hizo recapacitar sobre el riesgo que estaban asumiendo.
En una ciudad o un pueblo –indicó– la gente tiene otros medios para enterarse que el problema era WhatsApp, pero en el medio de un campo sin señal eso no es posible y la gente puede entonces asumir conductas de riesgo.
Por supuesto, lo más conveniente sería que la conectividad esté presente en todas las regiones, pero en un país donde faltan neumáticos y algunos fitosanitarios, eso, por ahora, es mucho pedir.