Hugo Fretes, agrónomo recibido en la Universidad del Noreste, nació en Laguna Blanca y conoce muy bien esa zona de Formosa, ubicada muy cerca de Clorinda y de la frontera con Paraguay. Quisieron las vueltas de la vida que hoy a Hugo le tocara trabajar ahí mismo, en su pueblo, como parte de la agencia de extensión rural del Inta. Trabaja en una zona fronteriza caliente.
Cuenta Fretes, de 38 años, que nueve municipios dependen de su experimental y que el 82% de los 3.000 productores que atienden son minúsculos, pues se ubican en una franja de menos de 25 hectáreas. Se ríe Hugo cuando le decimos que la percepción más común entre los legos es que el territorio formoseño está dividido entre unos pocos terratenientes.
Desbarata Hugo otro preconcepto: aquel que dice que Formosa es calurosa y extremadamente seca. “Tenemos el mayor régimen pluviométrico y llueven de 1.200 a 1.400 milímetros anuales”, aclara. Y añade: “Acá crece de todo”.
Fretes una vez conoció el clima frío y ventoso de Bahía Blanca. Fue a hacer una maestría sobre desarrollo rural enviado por el Inta, donde ingresó como becario en marzo de 2007. De allí sacó muchas herramientas que hoy le permiten hacer lo que hace en la frontera caliente: extensionismo rural. “Somos quienes elaboramos los proyectos con la gente. Nosotros escribimos, pero son los productores los que nos dictan”, afirma.
Un extensionista es un promotor del desarrollo rural. Fretes explica que no dan respuestas tecnológicas sino que las buscan junto a quienes las necesitan. “Hay un alta demanda de asistencia técnica, pero nosotros no nos especializamos en nada: tenemos que saber un poco de todo”, sostiene.
Fretes dice que en Formosa nadie hace soja: “Antes lo que más se hacía era algodón y ahora todo se inclinó hacia la ganadería. En realidad tenemos muchos productores que hacen varias cosas: mucho para autoconsumo”.
La frontera es complicada y el Pilcomayo resulta una tentación de tan fácil de cruzar. El tema del contrabando cruza el trabajo cotidiano. Antes era por el peligro de la aftosa, ahora porque ingresan cítricos desde Paraguay y está rondando la HLB. Además porque casi todo es más barato: una electrobomba que acá vale $ 3.000 allá se consigue a $ 1.000. Y a veces ingresan agroquímicos que ni siquiera están registrados.
El comercio no solo llega del norte. Más del 80% de la fruta y verdura llega desde otros puntos de la Argentina y hasta los huevos, los pollitos y el alimento balanceado se importan desde Entre Ríos. Hugo cree que en Formosa las posibilidades de desarrollo de los productores están directamente vinculadas con crear un circuito que les permita producir alimentos para sus propios vecinos.
El agrónomo siente que el encanto de su tarea está ahí, en generar oportunidades para que la agricultura pueda competir con actividades menos nobles pero más lucrativas. “Los productores que están en la ribera del Pilcomayo son de subsistencia. Si el contrabando anda bien, dejan de ser productores”, describe Hugo.
Nota públicada en el suplemento Agro de Télam del 7 de julio de 2017.