Los productores de carne porcina levantaron la voz de alerta por la falta de solución a los problemas que tienen largo arrastre, mientras se suma una apabullante oferta del producto importado desde Brasil, sobre todo de bondiola que es corte más consumido en el mercado local. Esto ha provocado un descenso de hasta 40% en los precios al consumidor, pero con un producto de menor calidad y poniendo en riesgo a los productores locales.
“La Federación Porcina Argentina (FPA) advierte con preocupación el fuerte aumento de las importaciones de carne de cerdo en septiembre, que alcanzaron 125 millones de dólares y 4.600 toneladas”, dice un comunicado de esa entidad.
El escenario es grotesco, porque en definitiva se destinan los dólares que faltan en la economía local para traer carne importada, para competir contra productores locales cuya producción viene creciendo todos los años. Es un verdadero sinsentido.
De la carne porcina que entra al país, el 98% llega desde Brasil. Del total, 2.000 toneladas son bondiolas. Según la FPA, eso es el equivalente nada menos que a la producción mensual de ese corte.
“Este ingreso masivo duplicó la oferta de bondiola en el mercado, afectando los precios y la rentabilidad de toda la cadena, en especial a los despostadores y distribuidores, que además de comercializar enfrentan una competencia creciente de productos importados de menor calidad”, advirtió la entidad.
La Federación agragó que la bondiola brasileña “viene congelada y contiene agua, lo que afecta la percepción del consumidor y la imagen del producto porcino en general”.
“La situación se agrava por la competencia desleal derivada del uso de ractopamina, un promotor de crecimiento que aumenta la productividad en un 6%” prohibido en Argentina y permitido en Brasil”, añadieron los productores locales.
El consultor porcino Juan Uccelli confirmó esta situación. En un informe afirmó que “las importaciones tuvieron un total de 3.843 toneladas, representando un aumento del 24.3% con respecto a agosto y del 74.2% con respecto al mismo mes del año pasado”.
“Los compromisos asumidos con anterioridad aumentaron la cifra esperada, más allá que ya no es tan negocio la diferencia con la producción nacional. Mientras tanto este año se destruyó el valor de la bondiola, negocio y mérito construido por el sector argentino y hoy tiene un valor entre un 30% y 40% inferior del que siempre tuvo. Lo mismo ha sucedido con el pechito y carré con hueso y no se puede recomponer el valor de la media res, por no tener mercados interesantes de los cortes de menor valor”, explicó Uccelli.
Mientras esto sucede, está cajoneada la atención de los reclamos de vieja data que tiene el sector: “Lo que pedimos es que nos den una mano y que nos saquen el pie de encima. Si vamos a competir en el mundo es esencial que estos temas se resuelvan y que haya una situación crediticia adecuada a las inversiones que requiere el sector y tiene pendientes”, dijo Adolfo Franke, directivo de la FPA.
Luego agregó: “Cuando invertimos hundimos mucho dinero y estas cuestiones siguen sin resolverse, lo que limita el crecimiento. Pedimos por favor no volver a perder el tren”.
Entre los temas pendientes que sofocan a la producción porcina está la elevada carga fiscal. La Federación Porcina, en este sentido, evaluó que “el potencial de crecimiento choca con trabas estructurales que frenan la inversión”.
“La primera es el régimen actual de IVA que, en los hechos, funciona como un impuesto a la inversión: los productores venden con una alícuota del 10,5%, pero compran insumos y bienes de capital con el 21%. El resultado son saldos fiscales inmovilizados y un sobrecosto cercano al 19%, que desalienta proyectos productivos y encarece cualquier inversión, desde genética hasta tecnología”, se explicó.
Mientras sigue entrando carne porcina desde Brasil el crecimiento local se ve acotado también por la falta de créditos a tasas razonables frente a la rentabilidad del sector. Y a estas cuestiones se suman la imposibilidad de exportar menudencias a China, porque no se avanza con el protocolo sanitario, lo que parece cada vez más lejano en tanto el gobierno nacional se siga alineando con Estados Unidos.
Otra cuestión pendiente es la erradicación de la enfermedad de Aujeszky. La Federación todavía espera de la autoridad sanitaria “la adecuación de las normativas vigentes con financiamiento propio, que aún espera la aprobación definitiva”.
La Federación Porcina considera que “la cadena atraviesa un momento clave. El Plan Estratégico Porcino (PEP) proyecta hacia 2032 inversiones por más de 1.600 millones de dólkares, con la meta de duplicar la producción, generar más empleo y aportar divisas genuinas”, pero para eso se requiere que se les dé una mano para salir a flote y no que se les ponga un pie en la cabeza.