La última edición del INTA Informa trae consigo una noticia que debería preocupar (y ocupar) a toda la comunidad agropecuaria: una investigación del propio organismo detectó “presencia de plaguicidas en ocho de cada diez peces que nadan en aguas del Río Pergamino, en el corazón de la zona núcleo.
Un estudio iniciado en 2011 por el Instituto de Recursos Biológicos del INTA sobre el impacto de la actividad agrícola en el arroyo Pergamino,”detectó la presencia de plaguicidas en ocho de cada diez peces de la especie Jenynsia multidentata (o “”madrecita”) en la cuenca del río Pergamino”, informó el organismo.
“La implementación de buenas prácticas y franjas buffer en cada margen son indispensables para la preservación del agua y la biodiversidad”, recordó el INTA tras el hallazgo.
La investigación examinó la acumulación de plaguicidas en peces de la cuenca del río Pergamino. Detectó la presencia de fungicidas e insecticidas en el 81% de los ejemplares de “madrecita” de alrededor de seis meses de edad. Para el relevamiento, iniciado en 2011, se tomaron muestras en tres puntos del arroyo, antes de su pase por la ciudad.
Un equipo liderado por Julie Brodeur –que además es investigadora del Conicet– estudia el impacto de los fitosanitarios en anfibios, peces y aves como indicadores de calidad ambiental y salud en los agroecosistemas. El trabajo evidencia que la acumulación de pesticidas impacta en la salud y crecimiento de los peces.
De acuerdo con Brodeur, “el 58 % de los peces tenía más de dos plaguicidas en su cuerpo y esto se asocia a efectos negativos claros en su salud, por lo que es esencial encontrar la fuente de contaminación para preservar la integridad de los ecosistemas acuáticos”.
Brodeur explicó que relevaron la presencia de los insecticidas -diclorvos y pirimifos-metil, sustancias autorizadas solamente para el acopio de granos– que no deberían llegar a los cuerpos de agua bajo ninguna circunstancia, debido a que son muy tóxicos para la fauna acuática.
En este contexto, Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación en Recursos Naturales del INTA, destacó la importancia de “profundizar los estudios serios de toxicología ambiental para generar datos fiables que nos ayuden a determinar el real impacto de cada práctica agrícola, así como para la conservación del agua”.
“Es fundamental que el productor comprenda la importancia de implementar estrategias para proteger los cursos y cuerpos de agua. Para esto es indispensable respetar las zonas buffer y la vegetación propia de la ribera, aún en las nacientes”, explicó el profesional.
El estudio estuvo centrado en fungicidas e insecticidas y solo dos herbicidas (Atrazina y Acetochor) de los cuales hubo poca detección.
En cxambio, sí se detectaron “17 plaguicidas diferentes en los tejidos del 81% de los animales capturados; de los cuales contenían al menos una molécula de plaguicida”, detalló Brodeur, quien agregó: “Los insecticidas piretroides (fenvalerato y bifentrina) fueron los más frecuentes y se encontraron en el 41,8 y 36,4 % de las animales analizados, respectivamente”.
Para Gabriel Vázquez Amabile, coordinador del área ambiental de Aacrea,“el informe realizado por el INTA complementa lo que ellos hacen en cuanto a la medición de residuos en agua o en suelo”.
“Es fundamental la implementación de buenas prácticas agrícolas. Los piretroides son los menos tóxicos y se usan en agricultura”, expresó Vázquez Amabile, que advirtió: “Si llegan a un curso de agua significa que tenemos que reforzar los controles de escurrimientos con terrazas, franjas buffer, siembra directa, rotaciones de cultivos”.