Cuando salió de su casa camino a la Yerra Tradicional, Francisco “Pancho” González se llevó solamente su lazo, su guante de cuero y un poco de abrigo. No necesitó más que eso para ser uno de los protagonistas de la jornada que cada año empieza muy temprano con la principal actividad: el pialado y castración de terneros y potros.
Y necesita abrigo porque hasta en eso respeta la tradición el organizador del evento anual en su campo de La Carlota, Arnaldo “Cachi” Pra. Originalmente, las yerras tenían lugar en otoño ya que es una época ideal por la baja temperatura y la ausencia de moscas, dos aspectos clave al momento de castrar y marcar a fuego los animales y evitar infecciones y enfermedades.
Hoy, los terneros ya no se marcan de ese modo y la castración en el corral con el animal “pialado” es sólo una excusa para este evento anual. Pero también es una de las atracciones que congrega a visitantes de todo el país y hasta extranjeros que llegan a ver la habilidad de los gauchos para tirar el lazo y atrapar los terneros y potros.
Para ser bueno, no hace falta ser adulto, ni “grandote”. Al menos así lo demuestra “Pancho”, que tiene 19 años, no le importa ser arrastrado dentro del corral, y se ha anotado a varios animales en su recuento de la jornada.
“Lo que más me gusta es tirar el lazo”, resume el joven, que viene de familia de trabajadores rurales y los primeros recuerdos de su infancia los tiene arriba de un caballo. La técnica para pialar la aprendió a los ocho años, casi al mismo tiempo que en el colegio le enseñaban a multiplicar y dividir.
“En la cancha se ven los pingos”, reza la popular frase del turf, que aplica también a lo que sucede en la yerra organizada en el pueblo de La Carlota, ubicado en el sur de Córdoba. Y es que entre los 15 o 20 gauchos que pasan toda la mañana corriendo a los animales con su lazo, la “pica” está en quién logra atrapar la mayor cantidad, y no hay distinciones de edad porque todos compiten.
El reconocimiento al esfuerzo llega al final de la jornada, cuando se elige al pialador campeón.
“Es práctica y fuerza”, resume “Pancho”, que prefiere voltear terneros, que son más livianos que los potros, pero se le anima a ambos animales. La clave está en que el lazo alcance las patas delanteras del animal y que el pialador tenga muñeca suficiente para hacerlo caer.
Mirá la entrevista completa con Francisco “Pancho” González:
“El lazo se tira un poquito adelante del animal. Cuando va a pasar se calcula un metro”, señaló el pialador estrella. Para la “armada” se lo saca en redondo y tiene una argolla metálica que facilita el cierre al tirar. El lazo se usa más largo en el caso del potro.
El equipamiento lo completa el guante de cuero, que evita quemarse las manos cuando el animal tira y hay que tensar la soga.
Esa técnica que en otra época fue parte de la diaria, se cristalizó en una actividad ocasional, que practican los amantes de las tradiciones más arraigadas de la ruralidad. En el fondo, no hay muchos secretos, más que práctica y constancia, insiste “Pancho”, que acumula varias yerras en su haber y asegura que seguirá haciéndolo varios años más.