Desde Las Lajitas en Salta hasta Bahía Blanca en el sur bonaerense, el emprendimiento social Siclo Rural se encarga de levantar el plástico de silobolsas que muchas veces suele dejarse abandonado en el campo. Para lograr este objetivo, Sergio Ortiz, su fundador ha habilitado hasta ahora ocho centros de acopio.
Si bien la iniciativa tiene un marcado impacto ambiental, el joven también se propuso “dignificar el trabajo del recolector” de esos plásticos. Por eso insiste en transformar los silobolsas en la materia prima para elaborar fundamentalmente bolsas de residuos. Además trabaja para utilizar ese plástico recuperado en los mismos campos convertidos en polietileno de invernáculos, mantas para proteger maquinarias, mallas de riego y otros productos.
La recuperación de silobolsas que se inicia con la recolección y transporte a las distintas plantas de tratamiento, es una actividad que genera empleo para más de 80 familias que “redistribuyen equitativamente el valor del plástico” permitiéndoles generar el 50% de sus ingresos.
“Empecemos a ubicar, a buscar fábricas que tengan un fin sustentable, que cuiden el agua, la energía y a la gente que hace la recolección. Que lo hicieran (la recolección) de manera digna, que se formalizaran, que tuvieran monotributo y los elementos de protección personal. Que tranqueras adentro el productor sepa quién va a trabajar en su campo”, contó Ortiz a Bichos de Campo.
Si bien Siclo Rural, se propuso generar riquezas, trabajo y cuidar el ambiente a partir de su esquema de triple impacto en el año 2009, sus antecedentes se remontan a inicios de siglo. Justo en el año 2000, “en pleno boom del silobolsa”, cuando su fundador, que por entonces era empleado de Ipesa, una de las más grandes empresas fabricantes del recipiente diseñado para almacenar granos.
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“Me llamaban los clientes y me mandaban una foto quemando el material ¿me decían qué hacemos con el material? Y nadie sabía nada, No había una conciencia ecológica. En el año 2000, se le ocurrió a la empresa reciclar el material y en 2004 pusimos la primer planta de reciclado en Argentina y ahí empezó. Pero no funcionó por varias razones. Argentina tienen una extensión muy grande y el costo del flete era imposible. Además entraba Ipesa, una gran empresa como el resto de las que hacen silobolsa, en un mercado muy informal”, explicó.
Con el fin de cubrir este vacío y aprovechar su experiencia en el circuito de reciclaje, Ortiz logró juntar – tiempo después- en su proyecto Siclo Rural a aquellos recolectores que quedaron sin empleo y algunos productores conscientes con el cuidado del medio ambiente. Arrancaron en 2009 y con más de una década de existencia siguen con la misma misión.
“Nosotros retiramos el plástico del campo, ofrecemos el servicio gratuito al productor, así le limpiamos el campo. Después le entregamos un certificado de disposición final, auditado por la fábrica y una certificación de Restauración Ecológica, porque plantamos 10 arboles por cada tonelada de plástico reciclada. Ya llevamos bosques enteros plantados, hemos recibido premios a nivel internacional. Hay también una proyección de inversión que venga de afuera para poder poner una planta modelo”.
No obstante, una de las premisas del proyecto es crear productos a base de esos plásticos; pero que no tengan contacto con niños ni tampoco con alimentos. Por eso el quipo de trabajo se encarga de coordinar los viajes de recolección y así garantizar una trazabilidad del proceso de recolección y reciclado.
El desafío de Siclo rural es reinventarse todo el tiempo y diseñar nuevos productos, también sobre el principio de hacer nuevas cosas sin reprocesar el plástico. “Todos los años tenemos cosas nuevas. En la pandemia creamos un acopio en Santiago del Estero, allí se utiliza el agua para hacer las bobinas de plástico. Luego esas bobinas se dan a distintos emprendedores que hacen bolsas, mochilas, bolsitas para el auto”, detalló Sergio Ortiz.
El emprendedor explicó, que la idea es generar trabajo genuino en las zonas de recolección y destacar el papel del productor en el proceso de recolección. “Esto es un beneficio que directamente se le otorga al productor. En realidad el objetivo social del productor no es la venta del silobolsa. O sea, no pagamos el material, sino que hacemos acciones bien identificadas que le generan un impacto social y ambiental al productor que hoy para las exportaciones es un montón, porque el mundo va hacia eso”.
-¿Y finalmente sentís que el productor le da valor a esta acción de sustentabilidad?
– Somos hijos del rigor. Hasta que no sale una ley, no lo entienden. Ahora con la nueva ley de bidones de agroquímicos se empezó a llevar los bidones al CAT (Centro de Acopio Transitorio). Nosotros trabajamos mancomunadamente con CampoLimpio, llevamos todos los bidones a los CAT que tenemos cerca y le ofrecemos al productor la alternativa de que le retiramos el silobolsa y también los bidones de agroquímico. La idea es que el productor sepa que tiene la opción de abrir un silobolsa y nos puede llamar para retirarlo del campo. Y así saber que ese plástico tiene una trazabilidad, sabe dónde va a estar reciclado y que con la plata de ese plástico no solo planta árboles, sino que ayuda a miles de familias.
Que buen trabajo, esto si es hacer ecologia.
Excelente creo debería hacerse en todo el país