En la zona de las Sierras del Este, en el departamento de Lavalleja y a 150 kilómetros de Montevideo, se ubica Doña Teresa. El establecimiento hace 4 generaciones que pertenece a la familia García, siempre con ganadería sobre campo natural (¡atención! porque estas dos palabras son el corazón de esta nota).
Varias décadas atrás el sistema productivo era ganadero mixto con altas cargas de vacunos y ovinos para la producción de lana. Este manejo implicaba tener los campos “casi pelados” prácticamente todo el año debido a un sobrepastoreo crónico, que no permitía superar los 90 kilos de carne por hectárea al año. Sumado a esto, frente a cualquier evento extremo, como una sequía, el sistema colapsaba.
Pero en los últimos 20 años el establecimiento empezó a transitar un sistema que maneja la premisa de tener y gestionar pasto para aumentar la producción de carne y reducir el efecto de la variabilidad climática.
“Se busca elevar el resultado económico pero con foco en el cuidado de los recursos naturales”, describe Santiago Scarlato, ingeniero agrónomo a cargo del campo. “El nuevo esquema productivo se basa en Aberdeen Angus, con un sistema criador con venta de los terneros machos al destete con 6-7 meses y engorde de vacas y vaquillonas de excedente para venta a frigorífico”.
Con este sistema, en los últimos 10 años lograron un promedio de 130 kilos de carne por hectárea al año. Lo interesante, además, es que como el aumento de la producción se realizó sin incrementar costos se tradujo directamente al ingreso neto, que aumentó en promedio un 80%. Al mismo tiempo, el impacto de las últimas sequías fue muchísimo menor y la recuperación del sistema, más rápida.
La carga promedio que manejó el predio durante los últimos 15 años fue de 340 kilos de peso vivo por hectárea, oscilando entre años de 320 y 350, unas 0,9 UG/ha aproximadamente. Se entoran por año de 260 a 270 vientres, con niveles de preñez promedio de 90%.
Las 600 hectáreas del campo están divididas en 23 potreros que varían entre 10 y 50 hectáreas. Emplean una combinación de distintos métodos de pastoreo, intercalando manejos rotativos semanales o de pocos días, pastoreos alternos, diferidos y en algunos casos pastoreo continuo. Esto se va ajustando según el momento del año y las distintas categorías de animales, pero siempre poniendo foco en manejar buenas alturas de pasto que permitan maximizar la producción y consumo de forraje.
“Luego de muchos años de estudiar el tema comprobamos que los métodos de pastoreo son excelentes herramientas para manejar las variables que determinan la producción y el consumo de pasto”, enfatiza Santiago. “Su rol central es maximizar la producción de pasto a través de controlar su altura, y ayudar a regular la forma en que se da la posibilidad de consumir ese pasto a las distintas categorías de animales a lo largo del año”.
-Usted mencionó que, hasta hace poco, en Uruguay era mal visto trabajar con campo natural. ¿Por qué?
-Porque para gran parte de productores y técnicos el campo natural era un mal necesario que había que mejorar o sustituir. Es paradójico que el campo natural, que ha sido un pilar fundamental de la ganadería uruguaya desde sus orígenes, se haya investigado tan poco y la política pública haya priorizado sustituir las especies nativas por foráneas. Hasta hoy, la mayoría de las alternativas tecnológicas para la ganadería en Uruguay implican sustituir parcial o totalmente el campo natural. Durante años he escuchado a más de un “erudito” afirmar que el campo natural no aumenta su producción frente a cambios en el manejo, como si nuestros pastos fueran de otro planeta y no respondieran a los principios básicos de la biología.
-¿Por qué ocurre esto?
-Los técnicos hemos sido parte responsable de esta situación. En una visita técnica a un predio ganadero es frecuente que nos dediquemos casi exclusivamente al área de pasturas sembradas, que a veces no llega ni al 10% del campo. ¿Y el restante 90% que es campo natural? ¿Está todo bien? ¿Sabemos cuánto está produciendo? ¿Tenemos algo para mejorar su manejo? ¿Los técnicos tenemos algún elemento para aportar? Creo que ahí vale una autocrítica profunda hacia nosotros como técnicos. Por suerte, en las últimas décadas se han desarrollado equipos de investigación con nuevos enfoques de trabajo que le dieron un vuelco al conocimiento del campo natural y su manejo. A esto se le suma que muchos productores comienzan a ver su potencial de producción y de recuperación luego de las crisis climáticas.
-¿Será que también hay más información disponible?
-En parte sí porque existe mayor información científica que demuestra que existe un enorme margen de mejora de producción de nuestros campos naturales. Se han implementado proyectos de investigación en predios de productores, con resultados realmente impactantes. Ya no es solo tener buenos resultados en una parcela experimental, ahora contamos con procesos de mejora de predios ganaderos realizados por los propios productores, con equipos de investigación que monitorearon y evaluaron esos impactos desde las más diversas áreas de conocimiento. Además, el incremento de los costos de los insumos y la reducción de los márgenes de ganancia posicionan a la producción pastoril como altamente competitiva. Especialmente para quienes logran buenas producciones con su campo natural, con ventajas a causa de sus bajos costos y altísima resiliencia frente a la variabilidad climática.
-¿O sea que la variabilidad climática ha sido una gran “sponsor” del campo natural?
-Es que la capacidad de respuesta que se ha visto luego de las sequías extremas son sorprendentes y la producción de un campo natural bien manejado (sin gastar más que ‘neuronas’ a la hora de manejarlo) iguala o supera la producción de algunas pasturas sembradas. Y creo que la presión por parte de los consumidores por contar con alimentos que sean saludables y cuya producción afecte lo menos posible el ambiente, ya es una realidad.
-Por favor, destaque tres ventajas de trabajar con pasto natural.
–Primero, su capacidad de producir a muy bajo costo, o sin costos, si nos referimos a los insumos; segundo, su enorme resiliencia frente a eventos climáticos extremos, principalmente sequías; tercero, su rol fundamental en la conservación de los suelos y la biodiversidad vegetal y animal asociada.
-¿Cómo trabaja en su campo?
-En el manejo del pastoreo la principal premisa es aumentar la altura o biomasa de pasto respecto al manejo tradicional. Básicamente porque para producir cantidad de pasto hay que tener mucha biomasa de hojas verdes capaces de captar luz y una red de raíces que explore la mayor proporción de suelo posible para captar agua y nutrientes. Además, el animal ante una pastura más alta es capaz de consumir más pasto con menos esfuerzo y gasto energético, lo cual se traduce en mayor productividad. Cuando hago este planteo, casi automáticamente un colega o productor me dice: “Pero con ese esquema de manejo utilizás muy poco pasto… se desperdicia mucho”.
-¿Y usted qué responde?
-Ahí entramos en otro punto interesante. A nivel de la agronomía se ha insistido mucho en la eficiencia de utilización o cosecha del pasto, cosa que está bien. Pero cuando uno, con el afán de cosechar mucho pasto, termina condenando a una pastura durante gran parte del año a tener en promedio 3 o 4 centímetros de altura, podrá ser un buen ‘utilizador’, pero sobre una pastura que produce muy poco. Cosechar un porcentaje alto de poca producción, no es buen negocio. Y encima esa pastura será más vulnerable a sequías, responderá más lento frente a condiciones climáticas favorables y pondrá al animal en el enorme desafío de llenarse de a bocados ínfimos.
-¿Esto se aplica para campo natural y pastura sembrada?
-Sí, y para cualquier método de pastoreo, ya sea rotativo, alterno o continuo. Si no manejamos alturas de pasto adecuadas para maximizar fotosíntesis y consumo animal, vamos a estar lejos del potencial de nuestros sistemas pastoriles. Esto que para muchos es obvio al momento de pastorear un raigrás sembrado, ¿porque no lo es para el campo natural? El paspalum notatum o el axonopus affinis son tan gramíneas como el raigrás, precisan área foliar para captar luz y aumentan notablemente su producción si las dejemos expresarse. Por último: la mejora del manejo del campo natural por optimización del pastoreo es compatible y con el uso de insumos, en los casos que se deseen emplear. Un sistema que produce y consume mucho pasto, con la inclusión de suplementación estratégica puede ver un enorme impacto en su productividad. Por el contrario, pretender suplir un mal manejo del pasto natural a través del uso de pasturas sembradas o suplementación, puede llegar a ser un pésimo negocio.
-En su formación de agrónomo ¿estudió en la facultad la importancia del pasto natural?
-Cuando yo cursé, hace 20 años, la carrera prácticamente carecía de formación en este tema. A excepción de algún curso optativo, casi no se hablaba de campo natural y cuando se hablaba era para criticar su supuesto bajo potencial productivo. Eso ha ido cambiando, aunque todavía falta mucho camino por recorrer. La formación agronómica tiene un papel central a la hora de promover la jerarquización y un mejor uso del campo natural.
-¿Y cómo llegó usted a este tema?
-Relacionándome con grupos de investigación o profesores vinculados al campo natural y luego, al momento de hacer una maestría, me acerqué al grupo de Ecología del Pastoreo de Facultad de Agronomía, donde aprendí mucho. En paralelo, el trabajo con productores ganaderos y estar al frente de un emprendimiento productivo han sido fuentes de aprendizaje y motivación.
-¿Qué le diría a quien aún desconfía del pasto natural?
-Que conozca a productores que vienen trabajando en esta línea porque nada mejor que ver a un par haciendo algo distinto y mejor que uno. Que busque información, que se contacte con técnicos, investigadores y organizaciones que trabajan con el tema, como la Asociación Uruguaya de Ganaderos del Pastizal (AUGAP).Y por sobre todo, que le dé a nuestro campo natural la oportunidad de expresar su potencial productivo.
Nota fundamental para los que quieran ver lo burro que somos para hacer ganadería, gastar a Troche moche cuando la naturaleza hace todo… Usár más neuronas y no más recursos… Alii radica la pobreza de éste país querido, se gasta mucho recurso porque se utiliza poca neurona. iluminadora nota, gracias bichos de campo ..!
Muy interesante y cierto la naturaleza hace todo gracias