Como todas las economías regionales y la actividad frutícola en general, la producción de durazno para industria en la Argentina atraviesa una profunda crisis. En el mendocino Valle de Uco se observa una disminución del número de productores y los pocos que quedan aumentan la superficie de siembra. A eso se suma un significativo envejecimiento de los montes frutales, que implica una baja producción y mala calidad del fruto.
A este escenario, que incluye bajos precios por el kilo de la fruta que no alcanzan para hacer frente a los altos costos de producción, se suma que las agencias de marketing le han declarado la guerra a las latas, el envase en el que históricamente se ha comercializado el durazno, según una investigación realizada por el colega mendocino Pablo Pérez Delgado.
Los publicistas argumentan que ese sistema de conservación y venta es la causa por la que actualmente se apilan en los almacenes de las grandes cadenas de supermercados alrededor de 25 a 30 millones de etas latas sin vender. En ese diagnóstico parecen ignorar que viene cayendo el consumo, porque hay otros postres, como el helado, que resultan más atractivos a las nuevas generaciones.
La realidad, según dice Pérez Delgado, es que en el corto plazo no se vislumbra un mejor escenario y los analistas de la industria plantean un año muy complicado. Se espera una fuerte caída de consumo del durazno en almíbar y existen pocas chances de exportar. Al mismo tiempo que estiman que habrá 80 millones de latas de durazno que los argentinos no van a comer.
En este contexto, a los productores de durazno, además de lidiar con las cuestiones propias de la producción, pareciera que les toca el desafío de tener que idear una estrategia para que el durazno vuelva a despertar interés en los consumidores. En este aspecto han sido muy firmes en su posición de continuar con “la vieja lata”.
“La lata va a convivir. De hecho, en otros países sigue vigente. Lo que pasa es que está en el estante de más bajo en la góndola”. dijo al medio Pulso Rural, el agrónomo Alain Boulet, en respuesta a la propuesta de que se sustituya este recipiente por otros donde se pueda observar el producto, como pude ser plástico transparente o vidrio.
Por su parte Alfredo Boroni, gerente de FEPEDI (Federación Plan Estratégico de Durazno Industria), está convencido de que la solución no solo pasa por envasar en vidrio para que el consumidor vea que hay dentro. “Puede servir para un sector, para un producto gourmet, para un producto diferenciado y demás, pero no para la realidad de los 100 millones de latas que elabora la Argentina todos los años. Esos 100 millones de kilos no van a salir todos en un frasco de vidrio, ni van a salir todos en Plastic Cup.”, dijo al medio Alterrados.
La cuestión es que mientras se discute sobre el envase, las industrias buscar revertir el déficit que tuvieron en 2024, cuando se pagó muy bien el kilo de durazno industrial pensando en que iba a haber una devaluación que nunca llegó. Además de pagarse cara la materia prima, la lata, el azúcar y el resto de los insumos, el año pasado cayó el consumo, prolongando un escenario de crisis estructural.
Se estima que Mendoza cuenta actualmente con unas 3.500 hectáreas del cultivo, cuando en 2017 había 6.800. Además, del total de superficie sembrada el 60% de los montes son viejos. Todo esto sin contar la posibilidad de que los pequeños productores se verán obligados a abandonar la actividad, luego de que la cosecha de este año se adelantara por cuestiones climáticas y se esté pagando el kilo de la fruta a solo 25 centavos de dólar.
“Si hoy hiciéramos un censo, encontraríamos como mucho 300 productores, pero la verdad es que los que realmente producen no son más de 80. Y allí se genera una importante concentración. La poca cantidad de hectáreas que quedan está en manos de pocos. El 80% de la producción está en manos de 26 productores”, precisó Boulet.
Por otra parte el agrónomo lamentó el atraso tecnológico que desafía esta producción. “Ahora estamos haciendo plantaciones con variedades nuevas, pero van a producir dentro de cinco años. Combinación de factores: atraso tecnológico varietal, atraso tecnológico productivo, y reducción de la superficie, la tormenta perfecta que va llevando a que cada año va a haber menos durazno industria en Mendoza”.