Este año que termina ha sido maravilloso para mí. Porque en Bichos de Campo nos propusimos viajar, por lo menos una vez por mes, para hacer entrevistas por las diferentes provincias de nuestro amado país. Mi tarea es ocuparme de la pre-producción de las notas: es decir buscar producciones agropecuarias pequeñas, medianas y grandes, intensivas y extensivas, convencionales y agroecológicas. Todo nuevo para mí, que como muchos saben vengo del palo del folklore.
Así fue como anduvimos por Tucumán, por Córdoba, por la provincia de Buenos Aires, y hace muy poco por Santiago del Estero.
En todos los casos nos maravillamos de encontrar a personas que a diario emprenden, arriesgan y siguen apostando al trabajo y a la producción a pesar de las adversidades que todos conocemos. En todos los casos hallamos un común enemigo: los gobernantes de turno, que despliegan políticas con permanente esquizofrenia. Es decir, con una suerte de doble personalidad: una que propone programas de desarrollo, pero en paralelo otra que no se ocupa de que haya seguridad jurídica, estabilidad económica, reglas de juego claras, previsibilidad, infraestructura, educación y capacitación, buenos caminos, trenes, seguridad policial, acceso al crédito y tanto más.
Esto me remonta al personaje “El Contra”, de Juan Carlos Calabró. Vieron que todos nos cruzamos con personas que van a hacer siempre lo contrario de lo que les pedimos, y que como no dejan de hacernos la contra, nos obligan a pedirles que hagan lo contrario a lo que nosotros deseamos que hagan, para que, finalmente, al hacernos la contra, hagan lo que nosotros queríamos que hicieran.
Así hemos llegado a escuchar que si les damos a las y los gobernantes mil ideas de cómo salir de la crisis, pues ellas y ellos se ocuparán de hacer todo al revés, porque de eso se trata: de impedirnos crecer, como cuando alguien nos pone un palo en la rueda, por envidia, celos o vaya a saber qué oscura motivación.
Alguien, con mucha malicia, demonizó al “campo” con una generalización odiosa e injusta. Nos resultó maliciosa, porque en el campo están los peones, los propietarios chicos, medianos y grandes, los ricos que lo son por su talento o buena suerte y algunos mafiosos que tienen mucho poder porque hacen trampa. De estos últimos, los hay en todos los sectores privados e incluso en el Estado.
El campo genera divisas, pero no logra agregar valor a través de la industrialización de la materia prima, que generaría mucho más. Seguimos siendo el granero del mundo. Todos queremos ganar más y nadie se negaría a agregar valor para aumentar sus ventas. Y de nuevo llegamos a la conclusión de que los gobernantes nos llevan a una inflación desmedida, a endeudarnos, a saber que es más seguro invertir en la especulación financiera que en el trabajo y la producción.
Tenemos pocas opciones. O comenzamos a proponer a los gobernantes que queremos más inflación, más inseguridad, más desigualdad, más pobreza, para ver si, por hacernos la contra, se equivocan y empiezan a hacer lo que verdaderamente necesitamos y queremos. O si no, deberíamos empezar a pensar en buscar otros caminos alternativos a la partidocracia, que más bien se ha convertido en “dedocracia”. No puede ser que todos los que pasan por nuestra casa de gobierno se equivoquen siempre en nuestro perjuicio y nunca hagan lo que cualquier ciudadano sensato haría.
Los invito a escuchar una obra poética y musical de excelencia, escrita por el poeta uruguayo, Horacio Ferrer, quien se aquerenció en nuestro país, la Argentina, y le cantó a esta cultura común, la rioplatense. La música es de Astor Piazzolla y la obra se titula Milonga del Trovador. La dedico a toda esa gente que sigue apostando desde muy temprano, al trabajo y a la producción, sabiendo que es nuestra única salida a la mayor crisis de nuestra historia.
Pero también se la dedico a los jóvenes que se están yendo de nuestro pago, en busca de un futuro mejor para sus vidas. A todos les deseo Feliz Año Nuevo y les dedico la bella versión del grupo vocal Cantoral junto a Rubén Juárez en voz y bandoneón. Y además, les dejo la letra para que la aprendan a cantarla en el mundo entero:
Milonga del Trovador
Letra: Horacio Ferrer / Música: Astor Piazzolla
A León Benarós
Soy de una tierra hermosa
de América del Sur,
en mezcla gaucha de indio con español.
De piel y voz morochas
vi en mi guitarra
que al mundo van las coplas, y me fui yo.
Con un rumor de nido
volaban tras de mí,
aquellos pañuelitos en la estación.
Pero soy peregrino
y a mi nostalgia
le canto así en la oreja del corazón:
Vamos a la distancia, sí,
que soy el trovador,
si la distancia llama,
yo jamás veré ponerse el sol.
Vamos a la distancia, ya,
y si no llego, amor,
vos le darás mi alma
de argentino y de cantor.
Mi casa es donde canto
porque aprendí a escuchar
la voz de Dios que afina en cualquier lugar,
ecos que hay en las plazas
y en las cocinas,
al borde de una cuna y atrás del mar.
Si en esta andanza un día
me espera la vejez,
ya mi niñez le hará la segunda voz;
y al fin con dos gargantas,
a mi agonía,
le cantaré en la oreja del corazón:
Vamos a la distancia, sí,
que soy el trovador,
si la distancia llama
yo jamás veré ponerse el sol.
Vamos a la distancia, ya,
y si no llego, amor,
vos le darás mi alma
de argentino y de cantor.