En un añoso álbum de fotos que atesora, Jorge Ascuaga inmortalizó las tristes postales que dejaron algunas de las inundaciones históricas que vivió el partido de 9 de Julio, y que llegaron a cubrir de agua todo su establecimiento por varios años. Hoy la situación no es la misma, todavía, pero los caminos están imposibles y se le hace muy complicado llegar a la misma casa que tuvo que abandonar cuando el agua arrasó y luego reconstruir para volver a empezar. Otra vez, una vez más. Hasta que la próxima lluvia dictara su destino.
Por eso es que Jorge, ahora a sus 71 años, dice ya no temerle al agua pero sí a los políticos, cuya inacción y negligencia ha condenado a toda la zona de 9 de Julio a una situación recurrente: Cada vez que llueve de más, no hay caminos, pierden los productores y la gente queda aislada. Esa es su “normalidad” desde hace décadas.
Eso fue lo que pasó con la temporada de precipitaciones iniciada en marzo, que ha dejado a gran parte de la red vial del partido anegada, y a toda una población “a la buena de Dios”.
En la recorrida que hizo Bichos de Campo por la zona se topó con la historia que esconde el establecimiento “El Recuerdo”, fundado por el padre de Jorge en el año 1955. Un claro ejemplo de esa Patria olvidada en el interior bonaerense.
La peor parte de esa historia quedó retratada en un viejo ejemplar del diario La Nación que muestra a Jorge mucho más joven que ahora, en 2001, junto a uno de sus vecinos ingresando a su campo en lancha.
Ahora llueve desde hace semanas y, para alguien que vivió los desastres de 1987 y del 2001, terribles inundaciones que tuvo la región, Jorge parece muy tranquilo. Y hasta bastante positivo, porque no deja de ir todos los días a su campo en La Niña, haciendo lo imposible por transitar los caminos intransitables. “Cinco años de mi vida ya los tengo en el agua, no me va a asustar un chaparrón”, se agranda el productor. Pero todos sabemos que es una mascara. Las inundaciones ahogan por dentro.
Lo cierto es que, para alguien que llegó a visitar su propia casa en lancha, la situación actual no es sorpresiva. Jorge tiene muy grabado en la retina aquel 3 de agosto de 1987 cuando tuvo que agarrar algunas de sus cosas y cerrar la puerta, para recién poder abrirla tres años después. O lo que sucedió aquel fatídico 2001, cuando el agua sólo le dejó 30 hectáreas en pie, a las que no pudo acceder por dos años.
Como otros tantos productores de la zona, él perdió mucho tiempo de vida (y de producción) por las inundaciones. Pero, más que hablar de la naturaleza, prefiere referirse a los otros responsables, que son los dirigentes de todos los partidos políticos.
“Desde Bernardino Rivadavia hasta ahora siempre nos afanaron”, señala Ascuaga, que ha pagado impuestos y tasas toda su vida, pero nunca ha tenido caminos dignos para poder trabajar. Es lo que dicen todos los productores de 9 de Julio sobre la inundación actual. Luego de las obras que se hicieron con el Canal Mercante, esta nueva lluvia no hubiera provocado los trastornos actuales si hubiera seguido un buen mantenimiento. Pero no lo hubo.
Parece que nada aprendimos de las lecciones anteriores, porque aunque no sea todavía comparable con aquellas experiencias, la situación actual en 9 de Julio y alrededores complica a una gran porción de los vecinos. Hay escuelas aisladas, profesionales que no pueden salir de su casa y cientos de hectáreas sobre las que nadie puede trabajar porque es imposible llegar. Se estima que 60% del partido de 400 mil hectáreas está afectado.
Esa postal es la que ha dejado años de abandono sobre los 3000 kilómetros de red vial y todos los canales que tiene la zona, con equipamiento y maquinaria deficiente y obras que ahora son más paliativas más que estructurales.
Cuando sí se han hecho trabajos importantes, también se los echó por tierra. Es el caso del famoso canal Mercante, que se construyó tras el desastre del 87, bajo la gestión que Antonio Cafiero en la provincia. Las compuertas originales, que eran de madera, cedieron al poco tiempo y la falta de mantenimiento hizo que cuando empezó a llegar nuevamente agua, todos los campos de la zona se inundaran. El canal que era para desagotar, así se convirtió en el que los inundaba.
Tanta agua llegó a acumularse a raíz de eso que en aquel momento alguno se avivó y montó un negocio de la pesca de pejerreyes. Tal vez esos datos y anécdotas formen parte en algún momento de algún libro de historia que cuente el lado b del interior productivo.
Mirá la entrevista completa con Jorge Ascuaga:
“Los partidos políticos, en su conjunto, han sido desastrosos, ineficientes e incoherentes. No hay palabra para calificarlos, los intendentes se han reído de la gente”, lanzó Jorge, que ha sido partícipe de cada una de esas postales del abandono.
Al igual de lo que sucede en otras localidades del partido, como 12 de Octubre, El Jabalí y Quiroga, a él y al resto de los vecinos de La Niña sólo les queda esperar que los pocos caminos en pie no los dejen totalmente incomunicados. Tal vez Jorge ya no necesite una lancha para llegar a su casa, pero sí está seguro que está condenado a sufrir los efectos de las impericias políticas cada vez que llueve un poco de más.
Aún así, a sus 71 años, no va a perder el entusiasmo por producir y el fuerte arraigo que tiene por aquella finca que fundó su padre. “El tren ya pasó y yo no subí”, dice a modo de excusa, porque se quedará ahí, donde nació, a pesar de todo.