María Alejandra Schnidrig es una productora santafesina que suele decir ligeramente que es una maestra jubilada con 30 años de experiencia en la docencia. Sin embargo, más allá de las palabras, el interlocutor puede percibir que detrás de todo ese cúmulo de sapiencia, lo que abunda en ella es la pasión por enseñar. La vocación innata de llevar el saber a los que deciden vivir más cerca de la naturaleza.
Y es que para Alejandra, quien también es asesora pedagógica, la enseñanza en el medio rural tiene sus particularidades y requiere de docentes capacitados. Junto a su amiga y colega Luciana Arnaudo, han diseñado una diplomatura para acompañar al maestro que enseña en las escuelas rurales.
“Mi pasión es educar en contextos rurales, lo mismo en escuelas primarias que en escuelas de enseñanza agropecuaria. Al docente rural lo mueve la vocación”, destaca la experimentada docente en su diálogo con Bichos de Campo, lo que va a tono con su formación profesional enmarcada en los nuevos paradigmas socioculturales.
El proyecto, que estaría en funcionamiento durante el período lectivo de 2024, nace a través del vínculo de esta docente con la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNL (Universidad Nacional del Litoral), y su larga trayectoria en los grupos CREA de escuelas, para validar el trayecto de muchos docentes y puedan certificar sus saberes y obtener los puntajes correspondientes, necesarios dentro del ámbito docente.
-¿Que tiene de particular esta diplomatura? ¿En qué se distingue de la enseñanza convencional, de la enseñanza en las escuelas urbanas?
– Es diferente a otras propuestas porque está basada en la realidad de la ruralidad, y pensada por gente que conoce el entorno. Lo que tiene de particular es un fuerte enfoque en la importancia que tienen los vínculos entre los actores sociales en las comunidades rurales. El docente en la comunidad rural sigue siendo un referente en la zona, cosas que con otros docentes no pasa.
Acompañar al docente y generar una red de contención entre las escuelas rurales es de las aspiraciones de Alejandra por lo que en sus años de actividad se sintió aislada: “No me gusta la soledad”, dice. y es por eso que metodológicamente ha diseñado la diplomatura desde el concepto de rurbanidad, una categoría filosófica que ofrece una “mirada entre lo rural y lo urbano”, aclara.
Usted es una docente consagrada en la enseñanza rural, además de productora, y puede reconocer las virtudes y falencias de la educación en el medio rural. ¿Esta diplomatura está motivada por alguna necesidad en particular?
– Muchos docentes han vivido en la ciudad, y eligen enseñar en el medio rural, por lo tanto llegan al medio rural queriendo imponer sus maneras, sus convicciones, sin respetar las tradiciones, y chocan con una pared. Esto es lo que queremos modificar. La idea es dotar a estos docentes de herramientas para trabajar en el contexto rural, y que fomenten el arraigo.
El sueño de Alejandra y su compañera Luciana es bastante ambicioso, y han pensado el proyecto desde la virtualidad, y así extenderlo a otras sedes. Aunque inicialmente será aplicado en la red escolar de los departamentos santafesinos de La Colonia, La Capital y Castellanos, en los cuales viven muchas familias que se dedican al trabajo en los tambos.
– ¿La diplomatura tiene alguna inclinación para que el maestro rural mantenga a los estudiantes viviendo en el entorno rural?
Es importante educar a los chicos en el conocimiento de su contexto. Trabajar en el campo ya no es solo trillar u ordeñar, el campo demanda de otras profesiones. Con todas las tecnologías que existen hoy, podés trabajar en el campo y para el campo dese otras áreas. Ya no es necesario ser solamente un ingeniero agrónomo o veterinario para tener trabajo en el campo.