En los últimos tres meses, se ha hecho muy visible en el mercado local la presencia de grandes cantidades de limones importados, sobre todo de Chile pero también desde España.
La noticia no llamaría la atención de no ser porque la Argentina es una potencia mundial limonera. Desde Tucumán y otras provincias del NOA, se produjo en 2023 el 21,5% del limón de todo el mundo, según las estadísticas de Federcitrus, la entidad que agrupa a las empresas citrícolas.
El año pasado, en el país se logró una producción de cerca de 2 millones de toneladas. La mayor parte se utilizó en la industria, con 1,45 millones de toneladas. Otras 220 mil toneladas fueron exportadas como fruta fresca, y finalmente el mercado interno absorbió unas 317 mil toneladas.
En la suma de los cítricos, es decir sumando las naranjas y las mandarinas, la Argentina produjo en 2023 unas 3,88 millones de toneladas, mientras que del otro lado de la cordillera Chile solo obtuvo una 412 mil.
Las cifras sobre la oferta local de limón son tan apabullantes que sería imposible pensar en que quede espacio para la importación. Pero en los últimos meses, luego de una campaña 2024 (la fruta se cosecha desde abril hasta septiembre) hubo fuertes pérdidas y el cítrico duplicó sus precios en el mercado de abasto.
Esta fuerte suba de los precios y el visible atraso cambiario que se registra en la Argentina (donde los precios en dólares de cualquier cosa son históricamente altos), provocó que se abriera una ventana de oportunidad para la fruta de origen chileno. Según estadísticas de Senasa, desde la nada misma los ingresos de limón fueron en octubre de 709 toneladas, luego en noviembre treparon a 3.024 toneladas y ahora en diciembre ya superaron las 3.651 toneladas.
En el último trimestre, en resumen, el ingreso de limón importado orilla las 7.500 toneladas, y la inmensa mayoría de ese volumen provino de Chile aunque también hubo ingresos de fruta desde España. Nunca antes se había producido una corriente importadora de esta fruta. En 2021, hubo registros importantes, pero limitados a 2.680 toneladas en todo un año.
Pero lo realmente importante, más allá del ingreso de limón de otros orígenes en la principal potencia limonera del mundo, pasa por entender las causas de este desaguisado: la poderosa economía regional que otrora enorgullecía a los argentinos atraviesa una severa crisis desde hace tres o cuatro campañas, que da lugar a estos tropiezos.
Por un exceso de producción global, lo cierto es que a partir del año 2022 se registra una acelerada caída de la producción local de limón, ya que muchas hectáreas ocupadas con el cítrico fueron erradicadas y reemplazadas por otros cultivos. No es que falta la fruta, nada que ver. Simplemente comenzó a haber baches para cubrir los diferentes flancos del negocio.
Según cálculos del INTA Famaillá, en la temporada 2024 la superficie total con limones ha sido de 42.317 hectáreas en Tucumán, mostrando una contracción de 7,5% respecto de la de dos años atrás. Pero fuentes extraoficiales hablan de otras 15 mil hectáreas -especialmente de productores independientes- que están literalmente en proceso de abandono, porque el bajo precio de la fruta no llegó a compensar los costos productivos. Para muchos, incluso, la decisión este año fue no cosechar para no perder plata.
Este cuadro de situación, al que se sumaron algunas fuertes heladas, provocó esta suerte de insólito “desabastecimiento” en el mercado interno y habilitó la ventana para estas curiosas importaciones.
Decididamente una noticia ácida en un país que desborda de limones.
Los limones chilenos son de muy mala calidad. La parte de pulpa es significativamente inferior a la de los limones nacionales. A pesar de eso, supermercado como La Anónima, ofrecen este producto, estafando a los consumidores ya que venden un producto que, en su mayoría , es cáscara sin aprovechamiento. A esto se le agrega que dicha cáscara se quiebra al exprimirlo, imposibilitando la extracción adecuada del jugo