Ubicada en pleno camino a las Sierras Grandes, en la incierta localidad de Atos Pampa, Quinta Esencia es una parada obligada cada vez que Bichos de campo visita el Valle de Calamuchita. El emprendimiento lo fundó el ingeniero agrónomo Felipe Villa Abrille, que está abocado a la producción y destilado de aromáticas, herbáceas y forestales: le busca la quinta esencia a todas las cosas.
Y si éste es una parada obligada para el periodismo, es porque en su laboratorio siempre hay un nuevo proyecto en marcha. Recientemente Felipe -que ya destila esencias para la elaboración de una línea de cosmética 100% natural- se ha embarcado tras un objetivo mayúsculo: busca en el destilado de diversos vegetales los ingredientes que puedan reemplazar los ingredientes de síntesis que todavía se deben utilizar a escala mundial en la elaboración de perfumes.
Y si, no existe el perfume 100% natural. Todos tienen algún componente necesario que viene de la química. En yunta con un reconocido perfumista, Felipe ha sumado ese objetivo a su vasta producción compuesta por aceites, cosméticos, hidrolatos, jabones y hasta cervezas.
No es un científico solitario. Felipe continúa el legado que había empezado con su compañera de vida junto a sus hijos, Victoria y Augusto, ya adultos y también metidos de lleno en la experimentación agropecuaria. “Somos muy gasoleros, vivimos de esto”, afirma este investigador del agro, mientras sujeta a su nueva mascota, un cordero enorme que lo sigue a todos lados como si fuera un perro.
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La de Felipe es una larga vida de “agrónomo no muy tradicional”, como a él le gusta describirse. Vive entre cuadernos, frascos y experimentos, porque es un auténtico alquimista que tiene en el agro es su campo de estudio. “La vida me fue llevando a esto”, señala, a propósito del cambio que decidió hacer hace dos décadas, cuando desde La Plata se mudó al kilómetro 15 de la ruta 109, en la localidad cordobesa de Athos Pampa.
Con mucho esfuerzo, su emprendimiento se volvió una marca conocida en la región, y son muchos los turistas que lo visitan el salón de exposiciones para adquirir sus productos o forman parte de las celebraciones que organizan, como la fiesta de la lavanda. La base de todo radica en la economía circular y la inventiva para obtener cosméticos, esencias, bebidas, productos de uso diario y hasta biofertilizantes libres de aditivos químicos y completamente naturales. Para ello, trabajan con especies nativas, como la peperina, el suico, el aguaribay y el espinillo, y hasta exóticas, como la lavanda, el romero, el vetiver y el lemon grass.
“La naturaleza es un laboratorio impresionante”, afirma el ingeniero, que es un innovador, un estudioso y un entusiasta: para él siempre se puede hacer algo nuevo, todo es reutilizable, y lo importante es experimentar. El método que emplea es la destilación por arrastre de vapor, utilizado para extraer esencias de plantas aromáticas, conocidas, explica, por sus “propiedades terapéuticas y espirituales”.
Se entusiasmó con la idea cuando conoció a Jorge Ringuelet, uno de los profesores de la cátedra de fitoquímica de la Universidad de La Plata y referente en el destilado. Desde entonces, no ha hecho más que abonar a su pasión y, en eso, supo hacerse desde abajo. “Empezamos con los residuos forestales de las coníferas como ciprés, pino, cedro y eucaliptus”, destacó. Hoy, en sus 8 hectáreas de campo tiene también una importante porción destinada a los cultivos que son su materia prima para destilar, como lavanda, romero, juníperos y vetiver.
Para Felipe, Quinta Esencia es un modo de catalizar toda su experiencia de vida en su trabajo. Ya no es un alumno que cursa ingeniería agrónoma en La Plata, pero no se ha apartado nunca de su interés por investigar. “Es difícil, hago muchísimas interconsultas y siempre ando molestando a colegas”, asegura.
De hecho, para empezar a trabajar en su primera línea de perfumes 100% naturales se sumergió en la historia de la región porque, explica, “las mujeres de los pueblos comechingones eran muy coquetas y se perfumaban con suico”.
Es así como, junto a un especialista en la elaboración de fragancias, el ingeniero ahora quiere “lograr un perfume con una impronta local y con aceites naturales”, y utilizará como base los conocimientos de los pueblos originarios. Es un modo de salir de su zona de confort, pues asegura que es un arte que no domina, y que el objetivo de hacerlo sin aditivos sintéticos ni derivados del petróleo hace que el proyecto sea cuesta arriba.
El suico, o Tagetes minuta, es una especie muy extendida en todo Sudamérica y muy valiosa para el proyecto de Felipe, ya que, según señala, “da un aceite con un olor muy particular y tiene cualidades de fijación de aromas”. Mientras ultima detalles para mantener la identidad de su fragancia, su trabajo va sobre ruedas y ya ha obtenido las primeras muestras. Todo indica que en la próxima visita a su emprendimiento el perfume 100% natural ya será un hecho.
Pero, más allá de la cosmética, la familia de Quinta Esencia también se ha introducido en los hongos comestibles, y ya producen gírgolas, una fuente importante de proteínas, vitaminas y minerales. “Empezamos a trabajar en esto porque tenemos mucho residuo del destilado, sobre todo vapor sobrante, que podemos usar para pasteurizar o esterilizar sustratos”, explicó Felipe, quien además señaló que contar con vapor no es un hecho menor, pues es un “cuello de botella” de la mayoría de los productores de hongos, dados los conocimientos y equipos que requiere.
De ese modo, a pulmón, el alquimista prevé dar un paso más e incorporar las especies Melena de León y Reishi, conocidas por sus capacidades medicinales y adaptógenas, pero también por ser muy buenos ingredientes para las comidas. A la primera, producida desde hace más de 60 años en China, se le atribuyen beneficios para el sistema digestivo y la creación de neuronas, en tanto la segunda se utiliza para el tratamiento de enfermedades crónicas, como el Alzheimer, cáncer y diabetes.
“Siempre trabajamos dentro del modo artesanal, familiar, chico y didáctico”, explica Felipe, que tiene principios claros y sostiene que la base del proyecto es la economía circular, una palabra hoy en boga pero que el productor defiende como estilo de vida hace décadas. A fines de los setenta, en la Base Marambio de la Antártida Argentina, buscaba cómo aprovechar el calor de una usina para derretir hielo y generar agua líquida; hoy, le da valor a los residuos de su quinta a través del biol y el biogás. Lo suyo no es sólo pasión, sino también convencimiento.
El agrónomo participa activamente en congresos de ingeniería ambiental y producciones alternativas, y en septiembre será parte del segundo Congreso Aromático Sudamericano, que se llevará a cabo en Misiones. Sin embargo, el tiempo para investigar siempre es prioritario en su agenda.
–¿Con qué especies exóticas estás trabajando?
-Estamos trabajando con vetiver, una planta nativa de la India, cuya raíz tiene cualidades depuradoras de aguas contaminadas. El aceite de esa raíz es espectacular, es muy exótico y oriental. El vetiver es una planta de múltiples propósitos, porque sirve para fijar taludes y para descontaminar napas.
-¿Y cómo funciona? ¿Lo hace la planta sola?
-Sí. La planta lo hace todo sola porque tiene un sistema radicular muy particular, con una colonia de bacterias que hace que tenga esas propiedades de depuración de las aguas. Si se lo une a una laguna bien diseñada, por ejemplo en un hotel o en un complejo de cabañas, se puede hacer que todas las aguas grises o negras sirvan para riego y cero lixiviación en las napas.
Que gente genial, fuera de serie…. Gracias bichos de campo por abrir el “campo” a éstas experiencias sin igual!!