Por Matías Longoni.-
Se formó esta semana la Mesa del Trigo y como en el resto de los casos habrá que verla trabajar, ya que el diagnóstico sobre lo que debería hacerse es archi conocido. Mejorar la calidad, renovar los lazos comerciales con Brasil, salir en busca de nuevos mercados de ultramar, etcétera. Hace años que la cadena triguera tiene que poner proa a un destino conocido pero la ha costado arrancar.
El ministro de Agroindustria, Luis Miguel Etchevehere, cree que ahora se podrá. “En poco tiempo hemos pasado del problema del trigo a la bendición”, resumió, dando a entender que el cereal que antes faltaba ahora es abundante. Dos cifras oficiales dan cuenta de esta situación. La última cosecha llegó al récord de 18.390.000 de toneladas y ahora se espera una producción también abundante, aunque algo menor. Y no hubo tampoco mayores problemas de colocación, pues se pudieron exportar 12.620.718 toneladas, el máximo volumen en la historia nacional.
Entre una agenda más que obvia para discutir para adelante, hubo una propuesta que llamó la atención. O por lo menos al autor de esta nota: la Federación de la Industria Molinera (FAIM) reclamó como eje concreto de trabajo que se analice la posibilidad de incrementar los reintegros a la exportación de harina de trigo, como una fórmula para ganar nuevos mercados extra Mercosur.
Le pedimos al presidente de la FAIM, Diego Cifarelli, que nos explique con mayor detalle en qué consiste la iniciativa. Y lo hizo largo y extenso:
En resumen, pues si quiere saber todo debería escuchar el audio, Cifarelli dijo que la industria molinera dio este año señales importantes respecto de su vocación exportadora, ya que volvió a meterse en el “club de los cinco” mayores exportadores del principal subproducto de la molienda de trigo, con embarques por 1 millón de toneladas en manos de 55 empresas, la mayoría Pymes.
“Pero lamentablemente cuando uno analiza los números inmediatamente descubre que somos muy poco competitivos en mercados de ultramar, porque el 97% de las exportaciones de harina fueron a Brasil y Bolivia”, aclara el presidente de FAIM.
La cámara que agrupa cerca de un centenar de molinos en todo el país se planteó un objetivo. Dice Cifarelli: “Nosotros tenemos un claro objetivo, que es conquistar el continente africano, donde se comercializan 3 millones de toneladas de harina al año, y donde Turquía y Kazajistán son líderes por una razón de costos”.
La conquista de África implicaría, según los cálculos de las empresas molineras, la posibilidad de duplicar las exportaciones hasta 2 millones de toneladas de harina. Pero ahí entra a tallar la falta de competitividad, por fletes, costos, impuestos y tipo de cambio atrasado.
“Para exportar a ultramar se necesita más competitividad. Por cada 100 dólares en harina que exportamos, 11 dólares son impuestos indirectos y 2 dólares son impuestos directos. Los impuestos indirectos deben de alguna manera ser reembolsados y desde 2017 nos reintegran 3 dólares de esos 11”, precisó Cifarelli. De allí el pedido a la flamante Mesa del Trigo para que se analice elevar los reintegros a la exportación de harinas.
“El mercado está y la Argentina tiene los fierros y la materia prima para exportar ese millón de toneladas de harina adicional”, se entusiasmó el empresario.
Habrá que ver, porque suele suceder que la Argentina tiene de todo, pero usualmente le falta un plan.