“Tenemos la maldición de exportar alimentos”, sostuvo esta semana la economista y diputada nacional Fernanda Vallejos, por lo que es “imperioso desacoplar precios internacionales y domésticos, ya que los domésticos deben regirse por la capacidad de compra (en pesos) de los argentinos”.
Legiones de personas dedicaron tiempo para intentar explicar por qué Vallejos está equivocada, sin advertir, lamentablemente, que se trata de una tarea fútil. Porque Vallejos no está equivocada: su misión es crear una narrativa que permita justificar uno de los objetivos centrales del sector socialista que integra la coalición de gobierno presidida por Alberto Fernández.
Es importante que entendamos que la Teoría Monetaria Moderna –una manera elegante de denominar a la emisión descontrolada– es el paradigma económico de las personas que están encargadas de tomar decisiones en el gobierno argentino. Y la pandemia fue la excusa ideal para dar rienda suelta a esa tentación.
Pero la emisión descontrolada, además de una inflación crónica, en algún momento decanta en la destrucción de la moneda nacional para dar curso a una dolarización de facto, como ocurrió recientemente en Venezuela.
Para que el gobierno pueda mantener el control de la economía en tal escenario, es indispensable que tenga el dominio total de las fuentes de generación de divisas, aunque eso implique destruir buena parte de la maquinaria generadora de ese recurso vital.
El dictador venezolano, Nicolás Maduro, dijo esta semana, sin ponerse colorado, que en 2020 las exportaciones de esa nación fueron de apenas 743 millones de dólares, cuando en 2013 –año en el asumió el gobierno– habían sido de 56.000 millones de dólares.
La expropiación de Repsol-YPF para controlar Vaca Muerta iba a ser gran la fuente de divisas para financiar la continuidad del proyecto kirchnerista. Pero el mundo decidió entonces apostar por el motor eléctrico y los valores internacionales del petróleo cayeron a niveles inviables para el desarrollo de yacimientos no convencionales.
El año pasado, con el intento de expropiar a la concursada Vicentin, volvió a resurgir el sueño de la propia canilla de divisas. Pero finalmente desistieron cuando advirtieron que se estaban comprando un problema enorme (y los hechos recientes relativos al concurso preventivo así lo demuestran).
Si pudiesen elegir, recrearían la Junta Nacional de Granos, pero, en el mundo en el que vivimos, eso implicaría transformar a la Argentina en un paria en el comercio internacional de commodities agrícolas, además de promover, con el tiempo, la relocalización de la producción argentina hacia otras regiones.
Hasta tanto encuentren la manera de lograr su objetivo, tienen todo el tiempo del mundo para diseñar “peajes” en las diferentes instancias de los procesos generadores de divisas presentes en la economía argentina. Peajes tributarios, cambiarios y regulatorios. Si a esta altura del artículo alguien quiere explicar que eso genera pérdida de divisas por destrucción de incentivos y esto y lo otro, es porque no terminó de entender que no les interesa el monto (cuánto más, mejor, obvio), sino el control total del recurso. Más vale pájaro en mano propia que módulo ajeno de granja avícola.
Para que ese proceso sea exitoso, tanto en términos políticos como económicos, es indispensable pauperizar a la mayor parte de la población, de manera tal que sus exigencias vitales vayan acompañando la progresiva menor disponibilidad de divisas, además de promover una dependencia creciente de las fuentes asistenciales provenientes del Estado.
La no actualización del esquema del régimen de monotributo, que representa un incremento impositivo bestial para trabajadores, comerciantes y profesionales de clase media, va precisamente en ese sentido. Si la pandemia no pudo con todos ellos, este año habrá un refuerzo doble para los sobrevivientes.
Los peronistas tradicionales que integran la coalición gobernante, lamentablemente, en lugar de seguir los dictados del “Primer Trabajador”, están más preocupados por aparentar ser más socialistas que los propios socialistas, como si quisiesen decirnos algo así como “mejor nosotros que los gurkas que quieren nuestros cargos”.
Así que no pierdan horas preciosas de su vida intentando explicar a socialistas cuestiones que les resultan irrelevantes para el desarrollo de su programa. Dedíquense, mejor, a intentar entender qué es lo que quieren y qué acciones vienen llevando a cabo para intentar lograrlo. Inviertan mejor sus energías y su tiempo.