Todos los informes vienen advirtiendo que los rendimientos de la soja serán muy desparejos, según cada zona y cómo haya impactado allí la sequía.
Martín Goizueta es productor de la localidad de Guerrico, en el partido de Pergamino, al norte de Buenos Aires, donde se suele pensar que salen los mejores rindes por hectárea a nivel país, tanto en soja como en maíz. Pero el productor aseguró que esta campaña nada de eso estaría ocurriendo.
“En soja de primera saqué 20 a 25 quintales por hectárea cuando lo esperado era sacar arriba de 40 quintales. La pérdida es del 40% en soja de primera, mientras que esperamos pérdidas del 70% para soja de segunda”, expresó Goizueta a Bichos de Campo.
El productor explicó que hubo lluvias pero las mismas se dieron en zonas muy puntuales. “Donde llegó el agua los rindes estuvieron en 35 a 40 quintales por hectárea, pero la mayoría de los productores y sobre todo en mi zona, Guerrico, Conesa o Pérez Millán, anduvimos entre los 20 a 25 quintales por hectárea”, dijo.
Según el productor del norte bonaerense, entre los problemas climáticos y las retenciones, este año el resultado viene muy desparejo. “Quizás en 2 mil o 3 mil metros de un campo a otro y dependiendo de la aptitud de los suelos y por cómo venían con las rotaciones podría haber alguna diferencia pero el panorama general no es alentador, y más porque a las pérdidas debemos sumar el pago de derechos de exportación”, manifestó.
En cuanto al maíz de primera, la campaña agrícola 2020/21 dio rindes de entre 4200 a 6000 kilos por hectárea de acuerdo a las lluvias que favorecieron sólo algunos sectores muy puntuales. “Con esos números los márgenes brutos son muy acotados y nos da pérdidas. Imagínense que un rinde muy bueno estaría en 8000 a 9000 kilos por hectárea”, declaró.
En cuanto a los lotes de soja de segunda, Goizueta indicó que “hay lotes que no se podrán recolectar y otros que ya se trillaron están dando rindes de entre 600 a 1200 kilos por hectárea cuando lo ideal era obtener 2500 a 3000 kilos”.
El maíz tardío también tuvo perjuicios por las altas temperaturas y el déficit hídrico pero de acuerdo a Goizueta todavía falta para ser trillado, con lo cual hay que esperar. Acerca de los sorgos, el productor informó que en su zona anduvieron con rindes de 5.500 a 7000 kilos por hectárea.
Goizueta tiene un campo de 122 hectáreas en Guerrico y lo destina por completo para hacer agricultura. Algunos años hace arveja, otros años apuesta al coriandro, al maíz pisingallo, al sorgo para un semillero local y hace soja.
En su relato comentó que hace dos años que decidió dejar de hacer trigo por la incertidumbre que puede haber con las retenciones o con un probable cierre de registros de exportaciones. Por eso puntualmente esta campaña hizo arveja y soja de primera y de segunda.
Hace 25 años que apuesta a la siembra directa permanente y afirmó que nunca tuvo rotura del suelo y que trata de llevar una rotación lo mejor posible para beneficio del mismo. Todavía se lamenta de haber tenido que vender un campo ganadero en el que supo tener con 50 madres.
Su pedido a los políticos, para poder continuar al frente de su actividad es que se acabe con las retenciones. “El campo no debe pagar derechos de exportación. Argentina es de los pocos o el único país que las impone, y eso constituye un saqueo fenomenal en los precios. Este año muchos productores perderemos dinero y sin embargo el Estado se llevará el 33% de lo poco o mucho que produzcamos y eso influye mucho porque. Si no tuviésemos retenciones, con estos pocos kilos que sacaremos la ecuación podría ser diferente”, se quejó.
Para Goizueta tampoco hay reglas claras que permitan hacer proyecciones de cultivos a largo plazo. “Un día no sabemos si cerrarán los registros de exportación y no sabemos tampoco si podremos sembrar maíz, ya que no hay certezas de que al momento de la cosecha te metan más retenciones”, manifestó.
Una medida concreta que el productor cree que debería aplicarse para el agro es “una política de estimulo a la fertilización y que se pueda desgravar del impuesto a las Ganancias. Lo mismo con el combustible”.
Goizueta cuenta que siempre tuvo el sueño de poner un molino harinero en Guerrico y poder producir un determinado trigo específico para producción de masitas, fideos o pan dulce. “Con eso podríamos hacer derrame en nuestra zona, ya que tendríamos la posibilidad de procesarlo y de darle más valor, pero lamentablemente eso es una utopía porque no hay reglas claras en este país”, lamentó.
Otra queja de Goizueta reside en que no hay créditos accesibles a largo plazo. “Por más que ahora hayan bajado (las tasas), siguen siendo inviables. Y tampoco tenemos un seguro multirriesgo. En eso debe participar también el Estado ya que las empresas privadas no pueden solventar todo”, dijo.
En cuanto a infraestructura, para Goizueta la misma es deficitaria tanto en rutas nacionales, como provinciales y caminos municipales. “Por todas estas cuestiones se vuelve muy desmotivador seguir viviendo en el campo, la mayoría se va y no hay incentivos para quedarse. En Estados Unidos la situación es diferente, allí tratan de que te quedes, te dan internet de calidad, gas natural envasado y subsidiado, los colectivos pasan a buscar a los chicos para ir a la escuela. Pero acá nada de eso pasa”, comparó.
Otro aspecto a tener en cuenta para que no sigan desapareciendo productores, según esta visión, es que debería haber incentivos para los productores dueños de parcelas que las trabajan, y castigos para quienes ceden su campo en arrendamiento a grandes pooles de siembra.
“Deberían dar estímulos a quienes trabajamos nuestra tierra y poner impuestos más altos a quienes los cedan en arrendamiento a grandes empresas, para que de ese modo tengamos productores genuinos y no grandes pooles que lamentablemente son los que se quedan con mayoría de superficie para producir”, concluyó.