Si uno transita las rutas de Misiones en época de campaña electoral podrá escuchar en algunas radios un jingle que elogia a Carlos Rovira, ex gobernador y actual “conductor” del oficialismo local, escrito sobre la música de la marcha peronista. Para muchos eso podría constituir un sacrilegio. Pero en Misiones todo se naturaliza y son muy pocos los que se atreven a discutirle al actual presidente de la Legislatura provincial lo que está bien y lo que está mal. Si él quiere la marchita, tendrá la marchita.
En ese misma lógica, casi nadie se resistió a que el hombre fuerte de la política misionera impusiera una valorable ley de apoyo a los bioinsumos, pero que además establece un plazo de dos años para la prohibición total del glifosato en la provincia. Solo del glifosato, no de otros agroquímicos que pueden ser mucho más tóxicos y peligrosos si son mal manejados.
En sus argumentaciones a favor de esa ley, que finalmente fue aprobada y cuyos plazos están corriendo, Rovira y otros políticos hablaron maravillas de los preparados orgánicos para tratar a los cultivos que está desarrollando una empresa instalada en el Parque Industrial de Posadas, llamada Agro Sustentable, donde ya se están ensayando y comercializando diversos bioinsumos. De hecho, diferentes planes de la provincia están distribuyendo esos bioinsumos gratuitamente entre los productores.
El gran problema es que dicha empresa no tiene en el mercado ningún producto que cumpla con las funciones herbicidas que tiene el glifosato, es decir que sirva para el control de malezas que compitan contra el cultivo objetivo, que es lo que hace un herbicida (homicida de hierbas). Lo venimos diciendo desde Bichos de Campo pero nadie parece reparar en esta cuestión. Los políticos misioneros, en cambio, hablan de los maravillosos resultados de otros bioproductos, que cumplen funciones.
La firma bendecida por Rovira y sus seguidores, en rigor, ofrece actualmente dos productos en su página web dos productos: un biofertilizante y un insecticida biológico, pero no un bioherbicida. Como en los cines, para “próximamente” anuncia un complejo de microorganismos llamado Biomo y un fitorregulador llamado BioRetard. Pero de un milagroso bioherbicida que puede reemplazar los usos del glifosato (y detrás del cual está toda el sisteme agrocientífico global) no informa nada.
La lógica diría que lo recomendable hubiera sido que Rovira y el resto de los diputados misioneros votaran a favor de una ley de promoción de los bioinsumos, que aporte beneficios a las empresas que los produzcan y a los productores que los adopten. Pero “prohibir el glifosato” sonaba mucho más cool y políticamente correcto. Eso a pesar de que todo el arco productivo de Misiones desaconsejaba tomar esa medida, justamente porque no había ningún productor en el mercado que pudiera sustituir al más difundido de ldo herbicidas.
“Hasta el momento no hay nada que lo reemplace en la misma forma, Hay uso de coberturas vegetales aún no demostradas su eficacia y eficiencia, al igual que coberturas plásticas (para que no crezcan las malezas), que también indirectamente afectan el medio ambiente”, opinó un especialista en un grupo que discutió este asunto. “La cobertura vegetal muerta la usamos en invernáculos con cultivos hortícolas con bastante buen resultado. Por ejemplo, rastrojo de arroz material muy abundante. Pero reemplazar el Glifo en todos sus usos va a ser complicado”, añadió otro. “A nivel extensivo por el momento, no es viable” este reemplazo, sentenció otro.
Frente a la evidencia de que todavía no hay nada mejor que sustituya el glifosato (salvo volver a esquemas arcaicos de roturado de la tierra, que producen muchas veces una erosión tanto más grave para el ambiente), ahora la Sociedad Rural Argentina (SRA) ha amenazado con llevar esta controversia a la Corte Suprema de Justicia, mediante un complejo artilugio legal.
Pero, como suele suceder, el más certero golpe contra la discusión berreta impulsada por Rovira y quienes entonan su misma marchita ha llegado desde los mercados. Es que las empresas exportadoras de té de Misiones han recibido una carta de la Tea Association of te USA Inc., el organismo que regula la comercialización de esa infusión en el país del norte, en la que se advierte que ese mercado no aceptará las hebras de cultivos tratadas con sustancias que no cuenten con autorización oficial.
El glifosato, mal que le pese a muchos, está aprobado por Senasa y sus modos de uso están regulados (aunque no siempre se respeten). Los bioinsumos también deben contar con un registro ante el organismo oficial, aunque hay muchos y caseros que no están cumpliendo con ese trámite. Lo que dicen con claridad los importadores de té de Estados Unidos es que no aceptarán que su mercadería este tratada con menjunjes que no cuenten con permiso.
“Toda sustancia química que se utilice en la producción de té con destino a ese país del norte debe estar homologada y si se utiliza un insumo no autorizado, el producto será considerado adulterado por Estados Unidos y se impedirá su ingreso”, fue la advertencia de los importadores norteamericanos, que son los que compran el 70% del té que exporta la Argentina, especialmente para hacer blends o mezclas con tés de otros orígenes.
¿Existe en Misiones el fabuloso bioherbicida que logrará reemplazar al glifosato? ¿Lo conoce la firma Agro Sustentable, que tiene sus otros productos habilitados por Senasa? ¿En caso de existir, cuenta el mismo con autorizaciones aceptadas internacionalmente? Los importadores de té estadounidenses aclararon, según informó el medio local MisionesOnLine, que no exigen la utilización de glifosato y que tampoco están en contra del uso de bioinsumos. Solo quieren homologaciones para estar seguros de lo que compran.
Lo mismo deberíamos pedir nosotros de nuestros políticos, más allá de cualquier marchita.