Con inocencia Gustavo Romagnoli sacó una foto de la unión entre cuatro lotes del campo de 267 hectáreas que alquila en Monte Buey, en el sudeste de la provincia de Córdoba. ¿Qué quiso decirnos con esa imagen? En principio, este ingeniero agrónomo y productor mostró así su adhesión a los principios del cuidado del suelo, al aplicar sobre esa superficie una intensa rotación de cultivos y también cultivos de servicio.
En esos cuatro lotes, en rigor, hay un mosaico de alternativas productivas que coinciden en una misma época del año: Hay un maíz sembrado sobre una soja de segunda, un trigo que sigue a la soja de segunda, un centeno como cobertura a la soja de segunda, y una vicia como cultivo de servicio que va a maíz. Cada una de esas opciones aporta su cuota para el cuidado del recurso suelo.
La que puede no ser tan inocente es la pregunta que acompaña a la foto: “¿Le faltará (al planteo) una quinta pata? ¿Pasturas consociadas con vacunos?”. Esta humilde periodista infiere que más que una duda es una declaración: Romagnoli propone aprovechar además los cultivos de cobertura de la mano de una producción ganadera.
Ilustración gráfica de rotación agrícola. Mz sobre sj2, trigo a sj2, centeno cob/sj2, vicia cob a mz… no necesariamente en ese orden… Le faltará una quinta pata? Pasturas consociadas con vacunos? pic.twitter.com/9VD0kIPFMG
— Gustavo R (@Gpromagnoli) December 7, 2020
El lector podrá pensar, mientras lee estos párrafos, que los establecimientos con producción mixta no son para nada una novedad, y en efecto no lo son. ¿Qué pasa entonces si lo que se busca es vincular a la ganadería con la regeneración de los suelos? En ese caso debemos retroceder algunos pasos.
“La foto muestra una intersección de lotes y es ilustrativa para mostrar las distintas secuencias que se hacen en agricultura de acuerdo a la rotación de cultivos, para darle una diversidad al mismo predio y a cada uno de los lotes en simultaneo. El objetivo de los cultivos de cobertura es tener el suelo verde la mayor cantidad de tiempo posible. El suelo está protegido y se aporta materia orgánica para mantenerlo saludable y productivo”, explicó Romagnoli a Bichos de Campo.
Contrario a la idea de que un campo agrícola es sólo producción de soja y maíz, este esquema plantea distintas secuencias de cultivos en función de sus ciclos, y así poder dejar a un lado los lotes de descanso y los barbechos químicos.
“Además de coberturas que protejan la erosión, la idea es generar permanentemente raíces vivas que generen, no sólo absorción de agua que conduzca a mantener las napas, sino exudados que ayuden en la formación de agregados y aumento de la materia orgánica en profundidad. De algún modo uno trata de imitar cuestiones de la biodiversidad que ofrecería una situación natural. Podemos tratar de parecernos lo más posible con el objetivo de que el recurso suelo -en este caso el ambiente que uno construye con esos cultivos- sea productivo en el tiempo”, agregó el productor.
Romagnoli siempre se ocupó de hacer rotaciones de cultivos pero hace cinco o seis años que comenzó a incorporar cultivos de cobertura como la avena, el centeno y la vicia villosa. Las secuencias no siguen un orden específico sino que varían de acuerdo a la situación climática, a lo que ofrece el suelo, a lo que se quiera producir y por supuesto a los precios del mercado.
La zona de Monte Buey, por ejemplo, manejo tradicionalmente rotaciones de trigo, soja de segunda, maíz y soja de primera. Eso supone cuatro cultivos distintos en tres años. Otros como Romagnoli se animan –siempre que las condiciones lo permitan- a realizar cuatro cultivos en dos años: vicia villosa, maíz, centeno y soja. “Mientras más cultivos mejor”, asegura el agrónomo.
Con esa última frase en mente, la ganadería aparecería ahora como una variante más del esquema de rotaciones, ya que las pasturas con vacunos también implicarían una cobertura de los suelos.
“La máxima expresión de una agricultura regenerativa, donde hay que mantener algo siempre vivo, es una ganadería con pasturas permanentes. Con un cultivo verde como la alfalfa, una festuca, una cebadilla, un trébol rojo o un lotus, te queda una cobertura verde viva”, indicó el ingeniero.
Romagnoli sostuvo además que el hecho de que en algunas regiones haya desaparecido el 100% de la ganadería terminó por provocar una salinización de los suelos y posterior deterioro de los mismos.
“Como quinta pata sería maravilloso que un suelo tuviera un ciclo ganadero por cada uno agrícola. Y una rotación en todos los lotes donde se haga una secuencia de cultivos, para que tengas un 20 o 30% de ganadería en todos los campos”, concluyó.