Dice la historia que Netafim, una de las empresas líderes en el mundo en materia de riego por goteo, nació cuando un ingeniero caminaba rumbo a su trabajo por las calles de una ciudad enclavada en medio del desierto de Israel. El hombre siempre se cruzaba con un grupo de árboles muy verdes y vigorosos, a los que nadie cuidaba especialmente. ¿Por qué sucedía eso? Pues porque debajo de ellos pasaba un caño que llevaba agua. Y estaba pinchado.
El brasileño Marcus Tessler, el gerente general de Netafim en la Argentina, cuenta esta historia con lujo de detalles. “Al ingeniero le llama la atención que esta fuga es pequeña, pero suficiente como para mantener árboles de porte durante todo el año, porque es constante”. Es el principio básico del riego por goteo, una tecnología relativamente moderna para el sector agrícola, ya que nació en 1965.
Netafim fue el producto del encuentro que se produce entre aquel ingeniero inquieto y un kibbutz agrícola llamado Hatzerim, donde los goteros comenzaron a ponerse a punto. Dos décadas más de tiempo tomó perfeccionar esta tecnología (en especial, para evitar el taponamiento de las mangueras y de los goteros) y para que Netafim comenzara a expandirse hacia otros países. En los noventa explotó la demanda de equipos y recién hace 15 años la empresa se profesionalizó y se abrió a los capitales globales. Ahora es propiedad de una petroquímica mexicana.
Ver: “Se vendió Netafim, pionera mundial en riego por goteo”
“Netafim ahora tiene fábricas en Brasil, en Chile, en Perú y en México. Esos son los grandes territorios que estamos trabajando. Por muchas razones el desarrollo fue mucho más rápido en esos países que en la Argentina”, contó Tessler a Bichos de Campo.
Aquí la compañía tiene representantes comerciales desde los años ’80 e instaló una distribuidora propia a principios de los ’90. En 2008 levantó una planta propia en el parque industrial de Campana, pero por múltiples razones nunca pudo -como pretendía- fabricar localmente algunos componentes de sus equipos de riego. No lo descartan, pero dicen que se necesita estabilidad.
Mirá la entrevista completa con el gerente general de Netafim Argentina:
Tessler tiene claro que la inestabilidad de la economía argentina ha jugado en contra de una difusión mucho más acelerada del riego por goteo en el país. “Creo que por la falta de crédito en Argentina ha sido un poco más difícil y el desarrollo ha sido un poco más lento. Al momento que las condiciones estén un poco más estables, el crecimiento del riego por goteo va a venir, porque las condiciones de este país son tan buenas o mejores que la de los los otros países”, afirmó el ejecutivo brasileño.
“En este tipo de inversiones, casi nunca la plata la pone el productor”, confirmó Pablo Coletti, el gerente operativo de la empresa israelí en la Argentina. Explica luego que se necesitan líneas de crédito a tasas accesibles porque este tipo de inversiones recién logra amortizarse llegando a los cinco años de uso.
No hay datos claros sobre la superficie agrícola que está equipada con equipos de riego por goteo en el país (se espera con ansiedad el Censo Agropecuario 2018 para conocerla con exactitud). Pero Coletti aclaró que pese a las dificultades ha venido creciendo, en especial en zonas extrapampeanas.
Puso como el mejor ejemplo a la vitivinicultura. “No hay viñedo nuevo que no se haga con riego por goteo”, señaló. También citó a la olivicultura de La Rioja y Catamarca, los arándanos, los nuevos cultivos hortícolas y hasta la caña de azúcar y los limones en el norte.
Mirá la entrevista completa con Pablo Coletti:
“La eficiencia del riego por goteo es de 95/100, mientras que la del riego por aspersión llega a 75 u 80%”, explicó el gerente operativo de Netafim, indicando que este tipo de equipo permiten tener a los productores “un mayor control de todas las variables”.
Por eso, como nueva tendencia, están apareciendo también productores de cultivos extensivos (en especial las empresas semilleras) interesados en el riego por goteo subterráneo. Como aquel que regaba los árboles de Israel que dieron origen a la tecnología, pero en la pampa húmeda.