Mariano Berisso es un descendiente directo de aquellos migrantes genoveses que le dieron nombre a la localidad ubicada entre La Plata y el río. Allí, en la que ahora muchos conocen como la capital del inmigrante por la heterogeneidad cultural de su población, esta familia dio sus primeros pasos en la producción agropecuaria, levantando los primeros saladeros. Todavía no había llegado a la Argentina el barco Le Frigorifique, equipado con dos cámaras, que arribó en diciembre de 1876 y cambió la historia ganadera del país.
Convencidos de” que estaba todo por hacer en la Argentina” de aquella época, los Berisso decidieron invertir parte de sus ahorros en campos y fue así que llegaron a la zona de Gualeguay, en la provincia de Entre Ríos, para invertir en una zona con larga tradición ganadera. El lugar escogido para levantar la cabaña la Libertad, un establecimiento con más de medio siglo de existencia, fue nuevamente la vera del rio.
“Provengo de una familia de inmigrantes que vinieron con una mano atrás, otra adelante, como gran parte de la gente hizo el país. Se asentaron en la zona de Barracas y empezaron como troperos, carniceros y después se dedicaron a la industria de la carne con los primeros saladeros, ahí en la zona de Berisso y Ensenada. Después invirtieron acá al sur de la provincia, cerca de Gualeguay, en unos campos entre medio del Paraná y del Gualeguay. Esta es una zona de mucha tradición ganadera. Hay campos semi bajos, de pasturas naturales muy buenas, donde se puede hacer cría, recría y engorde. La verdad que son campos muy nobles”, contó Mariano a Bichos de Campo.
La historia agropecuaria de esta familia, no puede ser contada sin que salga a relucir el nombre de Sarita, una mujer que se hizo cargo de la cabaña la Libertad imprimiéndole su sello. “Sarita era mi tía abuela, una mujer bastante conocida en el ambiente del campo. Ella se hizo cargo de estos establecimientos familiares y tuvo la impronta de fundar una cabaña de Percherón, aquello caballos grandotes que eran los tractores del agro. Se puso al hombro, la empresa y la dirigió prácticamente hasta su fallecimiento”, dijo el productor. Sarita murió a los 104 años.
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Recientemente el establecimiento que se especializa en el entrecruzamiento genético de estos caballos, ha sido rebautizado con el nombre de Sarita, en homenaje a esta mujer, cinco años después de su muerte.
“La cabaña se llamaba La Libertad, como esta estancia, después a la de Percherón se le puso el nombre La Sarita en honor a ella, que tuvo la gran idea de formar la cabaña, ir a Palermo y competir en las diferentes exposiciones locales. Lo mismo en las de Entre Ríos y Corrientes. Acá siempre va a estar su legado presente entre todo el equipo”, señaló el joven Berisso, heredero de esa tradición.
Además de la cabaña de percherones de Sarita, en el establecimiento de la familia funcionan otras do cabañas ganaderas donde se reproducen especies genéticamente fuertes y resistentes a ambientes hostiles. Esas sí mantienen el nombre de la Libertad, aunque la razón social de la empresa es La Conchera SA. “Acá funciona una cabaña de Aberdeen Angus y otra de ovejas Romney Marsh”.
Aunque por supuesto les gusta la competencia en rurales y exposiciones, Mariano aclaró que en la cabaña “hacemos padres para nosotros mismos, para nuestra majadas que se encuentra en otro establecimiento con campos semi bajo marginales. Allí hacemos el ciclo completo”.
“Vendemos genética para mantener la estructura genética nuestra y nos hacemos los padres para nosotros, que es el principal fin. Lo mismo hacemos con los percherón, vendemos reproductor y castrados en la provincia de Corrientes, donde se necesitan animales con estructura y cierta docilidad, porque los campos de esa zona tienen menos nutrientes y tienden a achicarse la caballada. con estos caballos esa fue la vuelta que le encontramos”.
En este sentido, Marino subrayó que los animales de la cabaña, no están pensados exclusivamente para competir, a pesar de sus buenas condiciones, sino que están destinados a la exportación, gracias las ventajas de estos campos para lograr un novillo pesado, terminado a pasto.
“Por estos lados andan muy bien las cabañas, pero la competencia no es es el fin. Gracias a que los campos son muy nobles, las pasturas son naturales y que en la prehistoria, esto era fondo de mar, hay muchas conchillas acá y eso es calcio. Entonces permite criar unos animales fuertísimo y con muy poca labor de sanidad. Casi no usamos sanidad más que carbunclo, para la mosca y para desparasitar las categorías chicas”, explicó.
Pero cuando se vive a la vera del Río no todo es color de rosas y a los Berisso les toca enfrentarse con un clima que en los últimos 30 años es cada vez más incierto. “Lo que sí es un gran flagelo son las crecientes. Antiguamente, cuando estos inmigrantes invirtieron, venían menos las crecientes. Ahora empezaron a venir cada 30 años, después cada 20, después cada diez. Hoy tenés un repunte cada tres años y no nos queda otra que adaptarse a estas circunstancias”, señaló.
Con una riquísima historia y una familia ganadera por excelencia, la responsabilidad de Mariano a sus 37 años es bastante grande. Sin embargo, el joven productor no se siente agobiado por el peso del legado familiar, porque dice haberse fogueado desde muy pequeño, viendo como trabajaban sus mayores.
“Me crié junto con mi tía, mi padre Y otros tíos y aprendí de todos ellos. Actualmente tengo la suerte que mi padre me acompaña, lleva el manejo económico de la empresa, y mi madre también y me dan una gran mano. Cuento con un gran equipo y eso hace más llevadero esta gran responsabilidad. Pero no te niego que es una vida de privaciones también porque hay que dedicarle tiempo. Son más los disgustos que las satisfacciones. Pero bueno, las satisfacciones son muy buenas”.
Como sea, a Berisso no lo bastó con la responsabilidad de administrar el establecimiento familiar, que en los últimos tiempos también comenzó a desempeñarse como director de la Sociedad Rural Argentina de su provincia, secundando a Juan Diego Etchevehere. En este nuevo camino, el cabañero se ha propuesto trabajar para mejorar la situación del sector en su zona.
“Yo vivo en el campo y como varios productores hemos tenido que lidiar con varios inconvenientes: camino en mal estado, inseguridad y demás. Todas vicisitudes que tiene cualquier persona que vive en el campo. Y bueno me sentí en el deber de comprometerme, junto a otros delegados de la zona. Ahí estoy aprendiendo y tratando de aportar”, explicó.
-¿Desde tu punto de vista que necesita para consolidarse la ganadería y la agricultura en esta zona de Entre Ríos?
-Acá el problema de la provincia son los márgenes. Tenemos menos márgenes que Santa Fe y que Córdoba, y hoy la agricultura está en negativo en la mayoría de los cultivos. Tenemos una carga impositiva de las más altas de la provincia, según FADA, que llega a 67% en la soja. Tenemos menos márgenes y además acarreamos cuatro años de sequía, con tasas de interés altas y los productores desfinanciado. Se hace complejo seguir. Básicamente lo que estamos necesitando es una baja de la presión fiscal. Es muy complejo trabajar así y más con el clima que tenemos.
Viendo la nota por video, ya pensaba que seguramente vivia en el campo, como te das cuenta cuando alguien es humilde y se ensucia las manos.
Mas Marianos necesitamos en los campos argentinos.