En Bichos de Campo anticipamos días atrás que el Concejo Municipal de Rosario, por unanimidad, había aprobado un proyecto de ordenanza de los concejales Osvaldo Miatello y Pedro Salinas, por el cual se prohíbe el uso del glifosato dentro del ejido urbano de esa ciudad, a la sazón la “capital mundial” de la soja transgénica resistente al herbicida.
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Hubo, lógicamente, varias reacciones de entidades vinculadas a la cadena sojera por este supuesto absurdo. Los pronunciamientos de AAPRESID o ACSOJA manifestaron con claridad que no existían “fundamentos científicos” que pudieran justificar semejante prohibición.
Este miércoles fue el turno de la Bolsa de Comercio de Rosario, lugar donde se negocia el mayor volumen de soja, tratada con glifosato, de la Argentina. “Existen varios estudios científicos que establecen que un uso adecuado, responsable y alineado a Buenas Prácticas Agrícolas del herbicida glifosato no afecta la salud de las personas ni al medioambiente”, señaló el presidente de la Bolsa de Comercio de Rosario, Alberto Padoán. Para la entidad, no deben ser los concejos deliberantes de las ciudades o los pueblos los que fijen reglas.
El presidente de Aapresid, Pedro Vigneau, fuo otro que expresó su malestar por la ordenanza rosarina. Y reconoció que él mismo envió un mensaje directo a la intendenta Mónica Fein, para pedirle que vete la ordenanza. Ahora toda la presión está allí. Si la política socialista acepta, la entidad productiva podrá seguir utilizando glifosato en su sede central, ubicada dentro de la ciudad de Rosario.
La grieta está abierta y es acaso mucho más profunda que las peleas domésticas por temas políticos: frente a los pedidos de razonabilidad de los sectores productivos hay decenas de voces del ambientalismo que aplauden que se pongan límites al glifosato.
En diálogo con Bichos de Campo, Miatello, uno de los concejales que impulsó la ordenanza, señaló que ante la divergencia de miradas científicas sobre el herbicida que descubrió Monsanto a fines de los setenta (y cuya licencia venció en 2000), se optó por aplicar “el principio precautorio”. Se trata de un concepto muy común en los estados de la Unión Europea: por precaución se decide prohibir, para luego ir aflojando cuando aparezcan evidencias científicas. Miatello dijo también que la prohibición apunta a promover un debate a fondo sobre el glifosato.
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Esta semana, ante las supuestas presiones del sector sojero a Fein, desde el bloque de concejales de Ciudad Futura pidieron “que la intendenta no ceda a las presiones del lobby de las multinacionales”.
“Sería muy grave para la calidad democrática que se vete un proyecto votado por unanimidad a causa del obsceno y público lobby sojero de las empresas”, expresó Pedro Salinas a Conclusión. “No sé qué posibilidades hay de que se pueda llegar a vetar. Lo que sí, sería un escenario extraño y no recuerdo antecedentes del veto de una norma aprobada hasta por sus propios legisladores”, agregó.
“Lo que está en juego es la salud y la vida, o maximizar la rentabilidad de un pequeño grupo. Fein es una persona vinculada a la salud y estudios científicos de todo el mundo evidenciaron que el glifosato es carcinógeno”, insistió.
La Multisectorial “Paren de Fumigarnos”, que impulsó la mayoría de las regulaciones en materia de agroquímicos, también se pronunció en duros términos.
“Prácticamente con la misma furia que la Embajada de EE.UU., en el año 2009, atacaba los hallazgos del ex titular del Conicet, el científico Andrés Carrasco sobre los efectos teratogénicos y potencialmente mortales de los herbicidas a base de glifosato, la cofradía del agronegocio sale al cruce de la Ordenanza sancionada por el Concejo Deliberante de la ciudad de Rosario que prohíbe el uso del cancerígeno herbicida priorizando la salud y la preservación del ambiente, en línea con lo establecido por nuestra Constitución Nacional y las leyes que de la misma derivan”, indicó ese colectivo.
La grieta está abierta y latiendo.