José Lizzi es uno de los expertos en ganadería que tiene el Movimiento CREA. Participó hace unos días del Simposio Valor Ganadero organizado por ACA y allí comentó que hay tres cosas que deberían cambiar si la Argentina quiere reinventar su cadena de ganados y carnes, hacerla más productiva y provechosa. Para los que se preocupan de la política ganadera, no tiene desperdicio escucharlo.
Mirá la entrevista a José Lizzi:
En su presentación, como muchos otros analistas, Lizzi comenzó mostrando los magros indicadores productivos que ostenta la Argentina, con una tasa de destete en torno al 65%, o un peso promedio de faena ridículo respecto de otros países productores de carne. ¿Y esto por qué sucede? ¿Por qué no hay vocación por mejorar y ser más productivos? Bueno, aquí vienen las tres razones que, según el experto, condenan a la cadena de ganados y carnes a este estancamiento.
El primer factor es que “hay muchos ganaderos”, dice Lizzi, al dar cuenta que existen 205.000 tenedores de bovinos en el país, según las cifras oficiales de RENSPA. De inmediato aclara, para evitar malentendidos: “Esto no quiere decir que estemos sobrando. Pero somos muchos ganaderos, los hay muy chiquitos a muy grandes, todos son objetivos distintos y con realidades bien diferentes”, explica.
“Hay gente que hace ganadería porque le interesa el negocio y vive de el, pero otros compran vacas como resguardo patrimonial, y otros porque no quieren desaprovechar las bajos y las lagunas. Uno o los otros tienen diferentes objetivos”, explica el especialista de AACREA.
¿Y tanta diversidad es un problema? Para Lizzi es un condimento importante a considerar en cualquier análisis, porque es difícil o imposible dar con una receta única para todos los sujetos ganaderos. “Tenemos que entender la complejidad del problema. Tenemos conviviendo a sistemas altamente eficientes y productivos con otros que son pobremente eficientes y productivos”.
Pone un ejemplo. En las provincias del NOA hay 150 establecimientos (identificados con su correspondiente RENSPA) que tienen una tasa de destete de más del 65%, es decir que están arriba de la media general. “Pero también hay 21 mil productores que destetan menos del 20%”, completa.
Establecida tanta disparidad de actores, Lizzi describe la segunda razón del estancamiento, que tiene que ver con el comportamiento del mercado. “Históricamente cuanto más terneros destetados o novillos faenados logramos, menos valen. Esa es una típica relación oferta-demanda y precio. El tema es saber que el mercado no nos va a ordenar, porque si lo que nosotros estamos buscando es ser más productivos, resulta que no estamos premiando la eficiencia. Por el contrario, cada vez que somos más productivos nuestro producto vale menos”.
Esta verdad reveladora es mucho peor aún para los ganaderos “de punta”, pues “al subir la eficiencia en el último escalón productivo el retorno marginal es mucho mejor”, indica Lizzi. ¿Por qué? Porque pasar de 50% a 75% de destete es relativamente fácil, pero pasar de 75% a 85% es más complicado, requiere mayor inversión y lo más probables es que los precios luego no la compensen.
“Y esto tiene que ver con la tercera razón, que es la visión que tenemos de la cadena: siempre vemos el problema desde el lado de la producción y no cómo cadena. Nos encantan las vacas y estamos enfocados en eso todo el tiempo, pero del otro lado hay un consumidor que va a buscar carne a una góndola. y lo que se distribuye en la cadena finalmente es lo que el consumidor paga por ese kilo de carne”, advierte Lizzi.
¿Qué quiere decir? Pues que el consumidor compra carne, toda igual y parecida. Y paga un precio homogéneo por ella, porque desconoce por completo si tal o cual carne es mejor que otra, si se produjo en un entorno saludable, si tiene algunos otros atributos de calidad, etcétera.
“El consumidor elige en función de la información que nosotros le damos. Tenemos que llegar a un cliente que ya no compra solo por cantidad solamente, pues hay un mercado dispuesto a pagar más si nosotros le explicamos. El consumidor premia el trabajar bien, pero si no tiene las herramientas para poder elegir no lo hace”, indica Lizzi.
Según los números que manejan los Grupos CREA, este achatamiento del mercado determinó que el valor bruto de la producción ganadera (medido como faena total multiplicada por el precio minorista de la res integrada al público) no haya evolucionado.
“Hace 6 años que este valor no crece, está estancado. Y eso pasa porque hemos estado restringidos a un mercado que no paga más, porque no le hemos dado herramientas para que elija pagar más y tiene una cantidad limitada que puede absorber. No tiene más poder de compra y nosotros no le damos herramientas”, resume el especialista.
Para Lizzi, estos tres factores que deben modificarse son los que actualmente definen que transitemos por “un sistema de suma cero donde los márgenes están inclinados hacia la última etapa de la cadena, más cerca del consumidor”.