El INDEC informó este jueves que la inflación minorista de noviembre fue de 2,5%, aunque los precios de la carne aumentaron mucho más. En este rubro, el incremento respecto de octubre fue de 10%.
Si la suba de precios promedio de la economía fue de 31,4% en el acumulado de los últimos 12 meses, la carne más que duplicó ese indicador y redondeó un incremento del 73% en el último año.
Cabe destacar que el organismo que mide la inflación toma en cuenta sólo los precios de 5 cortes vacunos. Según el IPCVA que evalúa las variaciones de toda la res vacuna en zona AMBA, Rosario y Córdoba, el incremento interanual de la carne también fue de 73%, pero el intermensual ha sido de menos, un 8,2%.
Más allá de las diferencia que pueda haber entra una y otra metodología, lo que queda en claro es que las fuertes subas de la hacienda está siendo trasladada paulatinamente a los mostradores de las carnicerías y las góndolas de supermercados.

El klio de la carne en el mostrador, según el relevamiento del IPCVA, redondeó en noviembre los 13.765 pesos, muy por encima del cerdo, que se ubicó en 7760 pesos y del pollo, que promedio 3.813 pesos. La velocidad de suba del vacuno duplicó la de sus dos competidoras.
De todos modos, parece que todavía falta. De hecho, a la carne vacuna todavía le queda un recorrido ascendente ya que hay una brecha de 20 puntos entre los aumentos del producto final y los de la hacienda en pie.
La industria frigorífica y los matarifes afirman que no están en condiciones de absorber los incrementos del ganado, y tampoco puede hacerlo el carnicero, que se las ingenia como puede para juntar el dinero necesario para cancelar las deudas con los matarifes mientras retoca los valores de la carne y pone cara de póker antes las quejas de sus clientes.
Este escenario está agravando un problema que algunos sectores industriales vienen destacando desde hace tiempo: el aumento de la informalidad comercial, fiscal y sanitaria.
Maximiliano Morello, CEO del Grupo Beltrán, dijo que “en el consumo interno lo que buscan muchos operadores es sobrevivir y por eso crece la informalidad. Competir contra esa situación para las empresas formalizadas como la nuestra, es muy complicado”.
En la misma línea se expresó Daniel Urcía, quien lidera la cámara FIFRA: “Los precios de la hacienda superan los techos históricos y alientan a la producción ganadera, pero la industria frigorífica exportadora y de consumo viven otra realidad”.
Según Urcía, es muy difícil sostener a las empresas funcionando cuando la faena es inferior a las 1.500 cabezas mensuales con los costos que tienen las industrias cárnicas actualmente.

Como ejemplo, destacó que en Formosa hay 7 establecimientos faenadores de los cuales solo uno faena esa cantidad. En chaco hay 30 mataderos de los cuales solo dos faenan al menos 1.500 cabezas.
“La referencia a la precaria situación de las plantas de faena, en un contexto de tensión de precios de hacienda por escasez de oferta, deja al descubierto a la industria formalizada”, dijo el referente industrial, quien agregó: “Es indispensable el control del Estado en tiempo y forma o desaparecerán los pequeños frigoríficos regionales que tiene su personal bajo convenio y cumplen con sus obligaciones tributarias y previsionales”.





