Una frase del ingeniero Roberto Casas, titular de Suelos del INTA hasta hace un tiempo atrás, decía: “Ojo que toda esta fiesta la está subsidiando el suelo”. Se refería a los daños que se producen por el monocultivo, sea el de soja sobre soja, o cualquier otro. Cambiamos de Gobierno y se modificó el esquema de retenciones agrícolas. Pero el concepto de que finalmente es el suelo el que paga la fiesta parece haber sido poco aprendido por los argentinos.
Acerca del sistema productivo empleado en el país y de los efectos dañinos del monocultivo sobre el suelo habló Lucrecia Brutti en el último programa Bichos de Campo en Canal Metro. La investigadora del Instituto de Suelos del INTA Castelar, es una de las que sigue la senda de Casas; volvió al país hace unos años a través del programa de repatriación de científicos del Ministerio de Ciencia y Tecnología (se había ido a vivir 10 años a Chile), que le aprobó un proyecto para estudiar los niveles de carbono y nitrógeno en la región pampeana, donde los cultivos de soja, maíz y trigo dominan el escenario.
“Los recursos naturales, desde el año 1994, de reforma de la Constitución Nacional, son regulados de acuerdo a legislaciones de cada provincia. Por ende, son los estados provinciales los que legislan sobre conservación de suelos y ambiente. No es la legislación lo que nos falta sino políticas de fiscalización y de incentivo”, enunció Brutti.
¿Cómo manejar esas políticas de incentivo? “De repente, si una propuesta contempla que se manejen cárcavas, sistematizando una reducción de impuestos, eso nos permitiría mejorar los usos del suelo y evitar la degradación”, opinó la investigadora del INTA, y agregó: “Hay erosión, degradación y contaminación, tanto natural como entrópica, tales como los establecimeintos de producción intensiva que no manejan adecuadamente sus residuos. Por eso hay que concientizar, educar y agregar un incentivo económico para que la gente se sume a este cambio”.
Antrópica, no entrópica.