Villa Elisa es una localidad del este de Entre Ríos, cercana a la margen del Río Uruguay. En dicha región, además de la producción avícola y forestal, viene creciendo a pasos firmes la nuez pecán, que ya encuentra asiento en muchas regiones del país, pero con un epicentro marcado en la provincia litoraleña.
Precisamente de ahí es la familia Arlettaz, dedicada a la metalurgia y la maquinaria para el sector agropecuario, quienes comenzaron a diseñar y fabricar equipos para la cosecha de la nuez pecán a pedido de productores de la zona.
Uno de los que está a cargo de la fábrica familiar es Nicolás, quien cuenta que junto a sus hermanos, hoy en día llevan adelante el proyecto que inició su padre hace unos años. En aquel entonces el taller se dedicaba a la reparación de sistemas hidráulicos, pero hoy las cosechadoras de pecán son su fuerte y las venden por todo el país.
Nicolás Arlettaz explica a Bichos de Campo los orígenes de esta gesta, que hoy crece a partir de la creciente demanda de una producción en expansión: “Somos tres hermanos que estamos continuando con lo que empezó mi viejo. Empezó con la parte taller de reparación de hidráulica, un poco de fabricación. Nos metimos un poquito nosotros y empezamos a fabricar máquinas para distintos sectores. Estamos en Villa Elisa, que es una zona en la que hay un poco de forestación, pero lo principal es la parte avícola. Fabricamos algunas maquinaria para esos sectores y para pecán”.
La transición de los Arlettaz de reparar sistemas hidráulicos a fabricar cosechadoras de pecán no fue sencilla, dado que según lo que recuerda Nicolás, “había un chico prestando servicios de pecan en un campo cercano, y se le rompió una manguera hidráulica. Nos llamaron a nosotros un fin de semana para ir a arreglar la manguera, y ahí vimos el equipo. Al otro año el mismo productor nos facilitó el ingreso y pudimos empezar a hacerlos nosotros”.
La cosecha de pecán tiene un método muy particular, donde unas manos mecánicas sacuden con fuerza el árbol de la nuez y estas, una vez maduras, caen al suelo. Por ese motivo la maquinaria debe desplegar algo similar a una sombrilla invertida que rodea el árbol sacudido para que las nueces caigan dentro de la misma. Y así sucesivamente con cada árbol.
Ese método es el más extendido y cambia de acuerdo a la edad y tamaño del árbol: “Nosotros estamos aprendiendo también un poco, no hay un método que te garantiza que todos los años vas a poder cosechar de la misma forma. Al principio, cuando los árboles son más chicos, empiezan sacudiendo los mismos árboles con cañas y varas y eso ya alcanza para voltearlo. Pero cuando los árboles empiezan a ser más grandes, ya no alcanza con eso y empieza a requerir maquinaria. Por eso hicimos una de tamaño chico primero, y a partir de ahí nos empezaron a demandar las otras máquinas que son necesarias para completar la cadena”.
Mirá la entrevista completa con Nicolás Arlettaz:
Según los detalles que brinda el fabricante, la maquinaria funciona “colgada” del enganche de tres puntos del tractor, aprieta el árbol y con la toma de fuerza hace el sacudido que luego de 20 segundos tira las nueces. “Eso puede caer en lonas o en el suelo. Si caen en la lona es fácil. Si caen en el suelo no, y por eso hicimos una maquinaria que junta desde el suelo y una limpiadora que es la que sigue para cosechar con lona. Hay muchas formas y condicionantes para la cosecha. Al principio pensamos hacer una maquinaria para que sirva para todos los planteos, pero a veces sirve más un método y a veces otro”, describe Nicolás.
Si bien los inicios de los Arlettaz en el pecán fueron fortuitos y por necesidad puntual, hoy la cosa es distinta. La creciente demanda de este tipo de equipos y el crecimiento de la actividad pecanera hacen que los esfuerzos estén puestos en la nuez: “Nos está demandando más la parte de pecan que las otras ramas. La parte de cosecha lleva mucha mano de obra, entonces por ahí para reemplazar esa mano de obra, se lo hace con maquinaria y ahí estamos nosotros para tratar de cumplir con esa demanda. Tenemos la planta en Villa Elisa y tenemos que mandar a fabricar afuera. Hoy somos 11 en el taller de fabricación, 3 hermanos que trabajamos ahí, y tercerizamos muchas piezas”.
La historia de los Arlettaz está enmarcada en el crecimiento que el pecán encuentra en Argentina. Según lo cuenta su vocero, sus equipos son demandados por productores de La Rioja, Mendoza, Catamarca o Tucumán. El caso Arlettaz es el claro ejemplo que demuestra que cuando una producción agropecuaria crece, también lo hacen los pueblos, sus habitantes, y la vida en el interior en general.