Cuando la agrónoma Liliana Wehrhahne ingresó 35 años atrás a trabajar en la Chacra Experimental de Barrow para trabajar en mejoramiento genético de avena, debió amigarse rápidamente con la idea de que su tarea sería cuesta arriba. No solo la falta de recursos de esta estación dependiente del INTA obstaculizó su investigación, sino también el poco interés que había en su producción respecto a otros cultivos.
“Cuando entré a trabajar veía que los mejoradores de trigo tenían reuniones y venía siempre gente a consultar. Yo en cambio tenía que ir con mis dos parcelitas y mis productores. Cuando estaba estudiando pensé que esto no lo iba a hacer nunca porque los resultados se ven a muy largo plazo. Vos hacés un cruzamiento y a lo mejor con mucha suerte, en diez años podés inscribir una variedad. Pero bueno, realmente es un cultivo que merece la pena”, dijo a Bichos de Campo Wehrhahne.
Y aunque hoy Argentina ya tiene un millón y medio de hectáreas destinadas a este cultivo -la mitad de la superficie que se destina al girasol-, todavía queda mucho camino por recorrer. Tres décadas de trabajo ininterrumpido después, la especialista sostiene que aun hay que difundir las virtudes de gramínea con mayor fuerza.
“La avena es el principal verdeo que se siembra en la Argentina. Está el centeno, la cebada forrajera, el triticale, pero el que más se usa es la avena. Y no es por capricho, la avena es muy plástica. La podés sembrar desde fin de verano hasta casi el otoño, la podés aprovechar desde los 60 días de haberlo sembrado temprano, con algunas variedades a los 45, 60 u 80 días”, indicó la agrónoma.
Pero eso no es todo. La avena también tiene un destino ganadero importante, parte de lo que explica la superficie que abarca.
“Es muy nutritiva y da pasto cuando las pasturas no pueden brindarlo por el frío. Por eso se llama verdeo de invierno. Cuando ya está espigada, los animales se la comen sin ningún problema. En cambio, al centeno no se lo comen. Solo lo hacen si no tienen otra cosa para comer”, afirmó Wehrhahne.
La avena también se destina a la producción de grano, como insumo para las nuevas siembras de las siguientes campañas, y para la industria.
“Es un grano que tiene alta proteína. Su consumo ha crecido un poco en los últimos años pero nos falta mucho. Nosotros podríamos producir avena para toda Argentina y para vender afuera como grano. Mi aspiración es que se pudiera vender como avena arrollada, que ya tiene un proceso industrial encima y que es bastante sencillo de hacer. De hecho ya tenemos en desarrollo varias plantas que la elaboran en base a variedades de la Chacra Barrow”, celebró la especialista.
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-Decís que te gustaría generar nuevas variedades y tener más presupuesto destinado a esto. ¿Cuál es el desafío a resolver con el mejoramiento?- le preguntamos.
-Son varias cosas. Primero si no se produce más, no habrá productores que decidan sembrarlo. Por otro lado, el desafío más grande es el sanitario, las enfermedades. . Es un cultivo que usa pocos insumos, fertilizamos menos que el trigo, que la cebada. Aplicamos cuando es necesario algún fungicida. El único inconveniente que tenemos es que las malezas gramíneas en un cultivo de avena no se pueden controlar. Por eso decimos que hay que partir de un lote que no tenga malezas gramíneas, porque ahí no vamos a poder hacer nada con este cultivo.
-Es el principal desafío en la convivencia con la maleza.
-Exactamente. Cuando lo siembran para producir pasto no importa tanto porque la vaca se come todo. Pero si nosotros hacemos una siembra que vamos a cosechar para semilla, no puede tener esas malezas. Lo mismo si la vamos a destinar a industria.
-¿Te arrepentiste de aquella primera decisión de iniciar en esto?
-No. Me costó mucho al principio pero un día dije que si esto es lo que hago, me tengo que esforzar y aprender. Me ha dudad muchísimas santificaciones. La chacra recibía la visita de profesionales de Estados Unidos a través del programa de mejoramiento de Quaker, y eso me permitió conocer profesionales que me aportaron mucho. También pude viajar y representar a la Argentina en tres conferencias internacionales. La chacra Barrow estuvo en China, en Rusia, en Estados Unidos, en Canadá y por zoom estuvimos en Australia.
-¿Lograste contagiar a alguien para que te siga?
-No y esa es la pregunta más difícil para responder. Estamos luchando. Yo soy personal del Ministerio de Desarrollo Agrario de Buenos Aires y trabajamos en convenio con el INTA. Le hemos pedido muchas veces al Ministerio que piense en poner a alguien pero sigue pensando, y INTA por ahora tampoco nos ha aportado una solución. Hay otro programa en desarrollo en INTA Bordenave pero yo quiero que este también siga adelante.