“El mundial nos deja una sonrisa en el cierre del año, pero en realidad hay poco para festejar”, dijo la economista María Castiglioni, respecto de la situación y perspectivas para 2023.
La analista destacó que el año 2022 cerrará con un indicador sorprendente, el PBI terminaría con un crecimiento del 5%. Pero aclaró que no es un crecimiento genuino sino consecuencia de la reactivación de sectores que en 2020/21 mantuvieron restricciones en su nivel de actividad por la pandemia. Se trata de rubros como el de la construcción o el turismo.
Esa especie de “ficción” desaparecerá el año que viene cuando se espera que pasado el verano “se manifiesten los desafíos que tiene el gobierno y la economía”, comentó.
Uno de los grandes problemas de la economía argentina, sino el número uno, es el de la inflación “que arranco con expectativas de ser alta, pero que va a terminar por encima de eso y muy cerca del 100%”, indicó Castiglioni
En este contexto se da una caída de los ingresos que repercuten en el nivel de consumo, uno de los pilares de la estrategia kirchnerista años atrás para generar mayor actividad. “Los salarios de los sectores formales van detrás de la inflación y en el caso de los informales el crecimiento es menor, eso genera más pobreza” dijo Castiglioni.
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Eso a su vez se refleja en el consumo de carnes. Hay mucha oferta y menos poder de compra, entonces la carne vacuna no aumenta hace meses, mientras hay más demanda de los productos más baratos como el pollo y el cerdo.
La tan mentada diversificación de la dieta reclamada por el sector hace años para liberar saldo exportables de carne vacuna finalmente se dio, pero como consecuencia de la pobreza y no de medidas estratégicas que favorezcan el ingreso de dólares al país mediante comercio e inversiones.
Otro tema que preocupa a la analista, y que será difícil de sostener, es el retraso cambiario. La cosecha fina ya está jugada y de la gruesa se espera menos producción.
“El tipo de cambio oficial está 30% por debajo del que había a fines de 2019 y esto marca las dificultades que hay en sector externo y en la necesidad de más cepos para evitar que las reservas vayan cayendo. Por eso aparecieron también el dólar soja 1 y 2”, explicó la economista.
El sector agroindutrial aporta la mayor parte de las divisas comerciales en un país que no logra inversiones extranjeras ni financieras. “Eso es un indicador de la debilidad de la economía local y tiene que ver con el cepo. No hay ingresos de capitales porque nadie que no pueda sacar su dinero lo va a ingresar al país”, explicó Castiglioni.
La economista indicó que ante este escenario sería difícil encontrar en 2023 indicadores positivos. Por eso no descartó un “nuevo dólar soja que incentive la liquidación y que genere más recaudación”, aunque aclaró que “hay que ver hasta cuándo se va a poder seguir así y cuál sería el resultado de esa medida y cómo maneja el gobierno el resto de las variables”.
Castiglioni finalmente consideró que el gobierno no tiene mucho “margen de maniobra” porque necesita bajar el déficit, cumplir las metas con el FMI y eso implica ahicar el déficit, por lo cual se vería condicionada la emisión monetaria. A la vez debe cancelar deuda y para eso requiere de emisión monetaria, lo que alienta la inflación.
“No hay margen de maniobra. La sabana está corta. No hay margen para retrasar el tipo de cambio ni para bajar la tasa de interés, el camino es sinuoso. Pasado el verano, cuando empiece el escenario electoral los desafíos estarán muy presentes”, indicó.