Las necesidades financieras del gobierno nacional provocaron (y seguirán provocando) distorsiones nunca antes vistas en el mercado argentino de trigo.
Todo se inció cuando el gobierno comenzó a adelantar la registración de embarques de trigo 2022/23 con el propósito de acelerar el cobro de las retenciones anticipadas.
Los últimos datos oficiales, correspondientes al pasado 14 de septiembre, indican que los exportadores tenían entonces compradas 5,27 millones de toneladas de trigo 2022/23 con embarques ya registrados por 8,84 millones. Es decir: aún deben comprar más de 3,57 millones de toneladas para poder cubrir los embarques comprometidos, los cuales se concentran entre diciembre próximo y febrero de 2023.
Ese escenario de “pulseada” comercial entre productores y exportadores de trigo –anticipado por Bichos de Campo más de un mes atrás– es el que explica la fortaleza que vienen experimentando los valores del trigo 2022/23.
Con una producción de trigo estimada por la Bolsa de Comercio de Rosario de apenas 16,5 millones de toneladas, la posibilidad de que el gobierno incremente el cupo de exportación vigente de 10,0 millones de toneladas es muy limitada.
La normativa vigente determina que cuando el cupo autorizado de exportación de cereales alcanza el 90%, la única manera de seguir registrando embarques es por medio del DJVE-30, lo que significa que las empresas tienen apenas 30 días entre el registro de la operación y la efectivización del embarque, cuando lo usual es que empleen el DJVE-360 para gestionar la logística de la operación con hasta un año de plazo.
Eso implica que, con el cupo de libre disponibilidad (9,0 millones de toneladas) ya prácticamente cubierto, la última “chance” de los exportadores de completar la cuota total se registrará poco antes de la cosecha de trigo y en el transcurso de la misma, es decir, entre noviembre y enero próximos.
El dato es que, una vez cubierto el cupo de 10 millones de toneladas, los exportadores deberán permanecer retirados del mercado interno de trigo durante la mayor parte del año que viene. Los únicos compradores “habilitados” serán las industrias molineras.
Cuando se observa la situación del cultivo de trigo en las diferentes regiones, según el relevamiento publicado hoy por la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, es fácil advertir que los mayores problemas de abastecimiento del cereal se registrarán en el norte argentino y el norte de la zona pampeana. Es muy factible, en el actual escenario, que los exportadores intenten captar tempranamente la mercadería de esas zonas –que de hecho son las que cosechan primero el trigo– para completar el millón de toneladas con DJVE-30.
En ese marco, los molinos harineros localizados en el NOA, Córdoba y Santa Fe podrían experimentar una situación compleja en 2023 para abastecerse de mercadería, mientras que los bonaerenses la tendrían bastante más fácil, aunque, claro, todo dependerá de las necesidades financieras y la voluntad de venta de los productores de trigo de la principal provincia productora del país.
En cualquier caso, en la presente campaña de trigo 2022/23 las distorsiones promovidas por el gobierno nacional alcanzaron niveles insólitos a partir de medidas desesperadas motivadas por cuestiones fiscales.