Se trata de un momento ideal para cambiar granos por camionetas por la excelente relación insumo/producto generada por el elevado valor internacional de los commodities agrícolas.
Pero en la Argentina, si bien se está registrado un ingreso récord histórico de agrodivisas, las autoridades del gobierno nacional están retaceando la provisión de dólares a muchos sectores productivos porque decidieron emplear ese recurso escaso para contener el tipo de cambio oficial en un nivel artificialmente bajo.
Como buena parte de los componentes de los vehículos fabricados en territorio argentino es importada, el sector automotriz es uno de los afectados por las restricciones cambiarias implementadas por el gobierno de Alberto Fernández. La medida, obviamente, también afecta a todos los automóviles importados.
Luego de superar las 7100 unidades patentadas en junio pasado, en julio las ventas de las principales camionetas comenzaron a bajar para cerrar el mes de agosto pasado con poco más de 5500 unidades, cuando la demanda tiene capacidad de absorber un número sustancialmente superior. Si bien en septiembre se recuperaron un poco, en el mes de octubre las ventas volvieron a caer por debajo de las 6000 unidades y siguen muy lejos del “apetito” de la demanda proveniente mayormente del campo.
“En octubre se ha agudizado lo que adelantábamos en septiembre y esto explica que tengamos números con descenso interanual pero también comparado con el mes anterior, pese al esfuerzo desmedido y el oficio del sector concesionario por atender parcialmente una demanda que se mantiene fuerte”, explicó el presidente de la Asociación de Concesionarios de Automotores de la República Argentina (Acara), Ricardo Salomé, en referencia a la disrupción existente entre la oferta y la demanda de vehículos.
Las autoridades de Acara, junto con los restantes representantes del resto de la cadena de valor automotriz, vienen solicitando reiteradamente al gobierno nacional que libere divisas para que el sector pueda satisfacer la demanda de vehículos y sostener los elevados costos fijos que se hacen cada vez más “pesados” por efecto de la aceleración inflacionaria.
“Seguimos con locales casi vacíos por la falta de unidades para ofrecer por un escasa liberación local de los autos importados, que sumada a la crisis global de los microchips, generaron un combo difícil de superar”, alertó Salomé.