La industria molinera volvió a estar en el ojo de la tormenta esta semana tras conocerse la convocatoria de acreedores de Molinos Cañuelas, que por lejos es la firma más importantes en ese sector ya que produce más del 20% de la harina del país, con 1,5 millón de toneladas al año. Buena parte de esa harina, además, la utiliza para la fabricación de pastas, panes u otros panificados, entre los que se pueden mencionar la cadena de pizzerías Pizza a la Pala.
Por la magnitud de las deudas acumuladas, unos 1.400 millones de dólares, el caso de Cañuelas trae a la memoria casi de inmediato el de Vicentin SAIC, considerado hasta ahora como el mayor default de la historia del sector. Pero en declaraciones a Bichos de Campo, Diego Cifarelli, el presidente de la Federación de la Industria Molinera (FAIM), consideró que no tienen nada de parecido.
“Lo de Molinos Cañuelas pone la lupa sobre el sector, que en realidad está en uno de los períodos de menor endeudamiento de su historia. Lo de Cañuleas se circunscribe a un tema financiero con los bancos. Hablé con muchos productores y cooperativas y estaban todos al día. No le quedó debiendo a nadie”, enfatizó el directivo de los molinos. En el caso de la aceitera Vicentin, en cambio, dentro del pasivo había la menos unos 400 millones de dólares de deuda comercial con acopios, cooperativas y productores individuales.
Cifarelli añadió que “la empresa apunta y está convencida de que esto no se va a notar ni un segundo en su operatoria diaria. Será un tema a resolver con el club de bancos, donde lo tenía medianamente resuelto menos con dos entidades (una de las cuales es Banco Macro) que no quisieron esperar el plan de trabajo que se armó con las demás y fueron a la justicia. Entonces la empresa para proteger su capital decidió ponerse a resguardo con la convocatoria y, si éstas se advienen al plan, probablemente lo levanten (el concurso)”, explicó.
El dirigente de la molinería agregó que “no vemos inconvenientes para continuar con la operatoria normal. Esto no es como Vicentin (que dejó de operar por su cuenta para empezar a dedicarse sólo a prestar servicios de molienda a terceros). Es diametralmente opuesto, más allá de endeudamiento bancario, tema del que no estoy en condiciones de aclarar o dar detalles”.
“Acá no hay ningún productor o cliente golpeando la puerta porque le deben plata. Y te diría que esos dos bancos son los de menor volumen de deuda, pero están en su derecho”, añadió.
Escuchá la entrevista completa a Diego Cifarelli:
Cifarelli además se refirió a cómo está el sector y la preocupación respecto de la informalidad y del impacto de las medidas de gobierno y la macroeconomía sobre la industria molinera.
“Esta es una industria compleja porque tiene un sinfín de jugadores; hay más de 170 molinos con una informalidad manifiesta. La venta en negro es por una cantidad importante, que no podemos terminar de resolver. El sector invirtió mucho y la inequidad impositiva que eso genera resulta un cóctel imposible de resolver para las empresas formales”.
Según los datos de FAIM, se muelen un millón de toneladas de trigo “en negro”, lo que implica el 15% de un total de 6,5 millones de toneladas anuales. “Tuvimos una molienda en negro de más del 20%, que luego, gracias al trabajo con el Ministerio de Agricultura (entre 2016 y 2019), se bajó a 5% y durante la pandemia volvió a subir”, explicó el directivo.
Cifarelli espera que ahora que la pandemia aflojó, se pueda volver a controlar más y mejor, aunque ha habido cambios en la conducción de la ex ONCCA, con la salida de Marcelo Rossi, que no aseguran que el Estado vaya a querer retomar ese camino. Durante la gestión de Rossi, los molinos invirtieron en promedio 50 mil dólares en implementar los controladores electrónicos que envían información en tiempo real al centro de control que manejan en la sede de Agricultura.
Además, se refirió a otros problemas que tiene el sector. Dijo que “tratamos con las autoridades que la escalada inflacionaria impacte lo menos posible, teniendo en cuenta que nuestro costo depende en un 75% de la materia prima”.
“En lo que tiene que ver con la exportación, tenemos el famoso costo argentino, es decir, el costo logístico y los derechos de exportación, que hacen que para exportar se haga al costo o por debajo”, añadió.
Cifarelli dijo que el sector requiere que se le saquen “las mochilas” que no le son propias para incrementar la utilización de la capacidad de procesamiento, que llega a 12 millones de toneladas, pero de las cuales se emplea solo la mitad.
Los controles electrónicos a molinos recibieron un gran espaldarazo de la justicia
“Está el trigo del productor y están los ‘fierros’ sin usar. Es fundamental bajar costos operativos innecesarios. Primero las retenciones, que son dañinas y complejas; es corrosivo y daña el crecimiento de las empresas. Después, están los costos operativos en los puertos y fletes. Cualquier país competidor tiene un costo de ‘fobbing de 35 a 50 dólares y nosotros lo tenemos en unos 100 dólares por tonelada; por eso solo exportamos a Brasil, donde tenemos la protección del (Arancel Externo del) Mercosur y nos permite ser competitivo, o a Bolivia”, explicó.
Finalmente, respondió porqué los molinos tienen un retraso manifiesto en la compra del cereal este año. “Bajó un poco en función del (menor) consumo, aunque no lo puedo asegurar, ya que es probable que la diferencia haya ido al canal marginal, es decir puede que se muela lo mismo, pero se está comprando y vendiendo en negro y por eso las cifras no cierran”.